Beijing, China. 4 de noviembre de 2022. El presidente Xi Jinping coloca sus ojos rasgados sobre su interlocutor, el canciller de Alemania Olaf Scholz, y espeta que el país asiático considera a la Unión Europea como un socio estratégico global y que, por lo tanto, las relaciones bilaterales no deberían estar “sujetas o controladas por terceras partes”.
La sutil referencia a los Estados Unidos no parece incomodar al visitante germano. Por su parte Xi enfatiza: “China está dispuesta a fortalecer la coordinación y colaboración con Alemania y la Unión Europea en los asuntos internacionales y buscar soluciones a los asuntos globales como el cambio climático, la protección de la biodiversidad y la promoción de la seguridad alimentaria”.
La escena arriba relatada sirve como prefacio al presente artículo, el cual pretende explicar por qué movimientos recientes en la diplomacia tiene como destino u origen la capital de la República Popular de China: Beijing.
Ante la precaria situación económica en su país, producto de las sanciones económicas a Rusia –Alemania ya no puede comprar el barato gas ruso y se ve forzada a comprar el fluido a los Estados Unidos, quienes lo venden tres o cuatro veces más caro-, el canciller Olaf Scholz tomó la decisión de viajar a China.
Tres aspectos pesaron en el ánimo de Scholz: primero, desde 2015, China se ha convertido en el principal socio comercial de Alemania. Un ejemplo de ello, es que el país asiático es el mercado más importante para la industria automotriz germana, pues uno de cada tres vehículos automotores tudescos es vendido en China; segundo, para una parte de los industriales germanos, las sanciones implementadas contra Rusia por la invasión a Ucrania son, en cierta manera, un intento disfrazado por parte de la Unión Americana de “desindustrializar” a su país. Por lo tanto, expandir el mercado chino es prioritario para firmas como Adidas, Bayer, BASF, BMW, Deutsche Bank, Merck, Siemens y Volkswagen; y, tercero, según el analista geopolítico Pepe Escobar, el canciller germano fue a Beijing para acordar un tratado de paz con Rusia, en donde China actuaría como “el mensajero privilegiado”1.
La decisión de Scholz medida provocó el estallido de una serie de fuego pirotécnicos en el espectro político germano: el Ministerio de Asuntos Exteriores, conducido por Annalena Baerbock, política originaria del Partido Verde, expresó su disgustó porque la decisión “expande de manera desproporcionada la influencia estratégica de China en la infraestructura del transporte europea y alemana, así como también la dependencia de Alemania con respecto a China”2.
Por su parte, la prensa china e internacional maneja la versión de que antes de finalice el año, el líder Xi Jinping viajará a Arabia Saudita. Esto porque, tanto el reino saudita como la China comunista, comparten una “visión de un mundo multipolar en donde la Unión Americana ya no domine el orden mundial”.
Para tal efecto, ambos países han sostenido conversaciones con el objetivo de lograr la participación china en la compañía petrolera Aramco, la emisión de contratos a futuro de Aramco en yuanes, la probabilidad de que las ventas de petróleo saudita a China sean en yuanes y, finalmente, la instalación de una base naval china en el Mar Rojo3.
La visita de Xi se da en el contexto del enfriamiento de la relación saudí-estadounidense. Esto porque Joe Biden fue recibido, en julio de 2022, glacialmente por el príncipe heredero Mohamed bin Salman, con quien, en un gesto nada amistoso, chocó los puños. Esto contrasta con el recibimiento proporcionado, en 2017, a Donald Trump.
El escribano concluye: Alemania, China y Rusia se han dado cuenta que la guerra en Ucrania es quizá el último intento estadounidense por preservar el orden unipolar; al no contar con el módico gas ruso, Alemania ha decidido expandir su presencia económica en China; y, por último, la recepción anunciada para Xi Jinping es la manera en la que los saudíes muestran su enojo con la inoperante política exterior de Joe Biden.
Aide-Mémoire. – En los siguientes días sabremos si la cacareada “marea roja” del Partido Republicano termina por avasallar a Joe Biden y al Partido Demócrata. Esto significaría la posibilidad de que Donald Trump sea el abanderado conservador en 2024.
Recursos consultados
1.- Berlin goes to Beijing: the real deal https://bit.ly/3tjSEva
2.- Scholz’s China trip raises hackles https://bit.ly/3Ee99zg
3.- China’s Xi Jinping Plans Visit to Saudi Arabia Amid Global Reshuffling https://on.wsj.com/3zZwtOF