En el libro V de su obra “Los nueve libros de la historia”, Heródoto cuenta acerca de la llegada de los emisarios del emperador persa Darío, durante el período de expansión de su imperio en el siglo VI A.C., para demandar la sumisión patrimonial de los reinos griegos de occidente, con la “sola” petición de “tierra y agua”.
Adán Augusto López, titular de la Secretaría de Gobernación (SEGOB), continúa su gira de ¿trabajo? con el fin de promocionar la aprobación de la reforma constitucional que extenderá la presencia del Ejército en temas de seguridad pública hasta 2028; en este marco, el funcionario federal se presentó el 3 de noviembre pasado ante el pleno del Congreso del Estado de Aguascalientes, integrado por una mayoría opositora a la 4t, y que al menos un par de días antes ya había declarado que votaría en contra de la reforma en cuestión. La presencia del secretario lo único concreto que logró, fue bajar del orden del día de la sesión la votación por las y los diputados aguascalentenses. Así, en su imperial función, el responsable de la política interior del país se lanzó contra los legisladores hidrocálidos, pues aseguró (¿amenazó?) que “la historia será quien los juzgue por su decisión”.
La gira del segundo López más poderoso del país, ha dejado su marca en cada estado que ha visitado, del sur al norte, del oriente al occidente del país. En cada congreso estatal que ha visitado el destacado funcionario ha dejado clara la exigencia de su jefe, López I de Macuspana, “tierra y agua” para la 4t: “tributo y soldados”, esto es, “cash y votos”. Donde lo han recibido con plácemes, las tierras morenistas conquistadas, la petición (demanda) encuentra su respuesta fácil. Donde topa con resistencia opositora, la amenaza no se hace esperar: la historia (la 4t) será quien los juzgue, lo que puede leerse en estos tiempos, “acuérdense del presupuesto”.
Los modos del secretario no son finos ni elegantes, son arrogantes y soberbios. El desempeño de Adán Augusto cumple hoy esa doble función de la coyuntura provocada por López I, por un lado es el ariete del régimen de la “transformación”, cuyo objetivo es ablandar los ánimos opositores que se mantienen en el país, para la aprobación de los 32 congresos estatales de la reforma de la permanencia en las calles de las fuerzas armadas hasta el año 2028; y por el otro, alcanzar la dignidad que representa ser considerado una “corcholata” y un posible sucesor del “señor” de Palacio Nacional. Para ello, el señor secretario no escatima recursos retóricos para cumplir su misión. Puede señalar sin tapujos que “cuando piensa en baños de sangre piensa en Jalisco” lo que le valió la respuesta del gobernador emecista de esa entidad Enrique Alfaro, precisándole que es en las entidades gobernadas por el partido del presidente y del secretario donde más violencia e incidencia delictiva se presentan. (Latinus, octubre 18, 2022).
Y abundó la exquisitez del secretario López quién aseguró que los tabasqueños “son mucho más inteligentes que los norteños”. Así de delicada la política interior que promueve la corcholata en funciones de golpeador de opositores. Ya no le bastó con atacar a los legisladores o los gobernadores, sino arremetió incluso contra la población de esas entidades. El fin justifica los medios en la lógica del paisano de López I, y se impone la regla de si no estás con la 4t estás contra ella, luego, te avasallo, a ti y a todo tu estado. Así de plana la política transformadora.
Mientras se da toda esta campaña de “convencimiento” de los congresos estatales para apoyar la reforma “pro militarista”, paralelamente se vienen emparejando los tiempos para promover la reforma electoral cuatrotera.
Otro pretexto para el placeo del sátrapa del emperador macuspano, ahora con el argumento de llamar a la población a “transformar” el sistema electoral mexicano, cambiando de raíz la estructura electoral que desde 1997 ciudadanizó el organismo de manera independiente del Poder Ejecutivo Federal, primero con el IFE y a partir de abril del 2014 con la creación del INE, creando una instancia fundamentalmente ciudadana y autónoma. Desde su creación el INE ha organizado y garantizado la incipiente democracia mexicana, dando piso firme a la alternancia y pluralidad política en México. Sin embargo, hoy, el gobierno federal de la 4t siente un enorme riesgo para su continuidad más allá del 2024, y que ésta autónoma formación democrática, que es el Instituto Nacional Electoral y sus órganos de gobierno, representa.
De una manera por demás mañosa, cómo todo lo que impulsa políticamente el morenismo hecho gobierno, ataca a una de las instituciones con mayor credibilidad y confianza entre los mexicanos como lo es el INE, con la esperanza de lograr su absorción por la 4t. Es una aventura de pronóstico reservado en la que se ha enfrascado el régimen de la Cuarta Transformación, es su afán de perpetuidad. El tiempo los alcanzó, y las circunstancias ya no juegan del todo a su favor. La inseguridad rampante con las más de 138 mil muertes violentas; las más de 600 mil muertes resultado del mal manejo de la pandemia, de un sistema de salud pública colapsado, sin médicos, sin medicamentos, sin materiales necesarios; con más de 4 millones de nuevos pobres; con una situación económica que se acerca peligrosamente a una crisis financiera de incalculables consecuencias provocada principalmente por costosas e improductivas obras; con conflictos del mayor orden con nuestros principales socios comerciales y prácticamente sin opciones de negociación por la cerrazón y la miopía política.
Sin embargo, para el endeble imperio macuspano, lo primordial es garantizar la continuidad política de su proyecto “transformador”, alinear o sojuzgar a los gobiernos locales, sin la menor consideración a los criterios que exige la democracia y la globalidad que nos condiciona como una nación actora de un mundo cada vez más integrado.
“Tierra y agua”, es la única demanda y exigencia para los mexicanos del gobierno de la 4t.