Los pioneros de la preservación y la conservación ecológica (3ª Parte) - LJA Aguascalientes
21/11/2024

 

Otro personaje importante para el desarrollo de la nueva visión ecológica que estaba gestándose, y sin duda el más representativo en el campo de la ética ambiental es Aldo Leopold.  Él comenzó su relación con la naturaleza entre los acantilados y las tierras bajas del río Mississippi en Burlington, Iowa, lugar donde nació. Desde muy temprana edad sintió una fuerte inclinación por entender lo que ocurría en la naturaleza. Su primer interés fue enfocado hacia las aves que rondaban alrededor de su casa, actividad que siguió desarrollando formalmente (ornitología) con gran interés en sus estudios en Lawrenceville School in New Jersey y en Yale, de donde se graduó en 1908. Al igual que Pinchot, Leopold se sintió atraído por un trabajo en el que pudiera trabajar en contacto con la naturaleza, pero a diferencia de él no tuvo que ir muy lejos, ya que la familia Pinchot contribuyó económicamente para que se fundara la Escuela Forestal en la Universidad de Yale. Leopold estudió en ella y obtuvo el grado de “Asistente Forestal” en 1909. Durante sus estudios en esta escuela «Leopold se empapó del ‘evangelio de la eficiencia’ […] que predica la explotación científica de los recursos naturales para la satisfacción del espectro más amplio posible de intereses humanos durante el mayor tiempo» (Callicott,1993) [artículo citado en la entrega anterior]. Esto lo aprendió Leopold durante los quince años que trabajó para el Servicio Forestal, bajo las órdenes de Pinchot, quien era su jefe inmediato.

Es importante destacar que Leopold supo reconocer con el tiempo que el uso de la naturaleza silvestre, sólo con miras utilitaristas y comerciales, termina por agotarse, por lo que se empeñó en buscar un equilibrio entre las actividades humanas de recreación al aire libre y su impacto en los ecosistemas. Durante algún tiempo él fue promotor de la cacería cinegética y de la pesca, actividades que no eran contrarias a las ideas conservacionistas, pero se dio cuenta que éstas serían a la larga un problema para la preservación. Es por ello que se opuso a que las áreas naturales se vieran y fomentaran como zonas permanentes de esparcimiento, lo cual funcionaría como un atractivo comercial o promocional y una rápida aceptación política y social, con ello, acelerar la declaración de estos espacios como reservas naturales, pues contarían con un cierto grado de rentabilidad.

Esto no significa que Leopold se empeñara en una defensa unilateral de la preservación a ultranza y evitar a las personas entrar en contacto con estos espacios, pero sí tenía en mente que se debía controlar y limitar la actividad humana en ellos, como lo muestra en la definición que ofreció en 1921 en un artículo para el Journal of Forestry de lo que para él es un espacio natural silvestre (wilderness): «es un espacio continuo del país preservado en su estado natural, abierto a la caza y la pesca legal, lo suficientemente grande para absorber un viaje de dos semanas, que se mantiene desprovisto de caminos, senderos artificiales, cabañas, u otras obras del hombre» [citado en Nash (2001). Wilderness and the American Mind. p.186]. En esta definición se muestra claramente la influencia recibida por Muir y Pinchot, pues Leopold conjuga la idea de que ciertos espacios deben preservarse sin que esto implique negar todo tipo de relación entre éste y las personas, pero, por otra parte, lo que hagan las personas en estos lugares estará condicionado a ciertas actividades y sólo por un tiempo determinado.

Estos hechos evidencian las convicciones ecológicas y éticas que estaban gestándose en Leopold: lograr un reconocimiento social y político del valor sistémico de los entes naturales (natural things). Cabe señalar que para agilizar sus objetivos conservacionistas hubiera podido ceder y lograr más rápidamente sus metas de crear zonas naturales protegidas con permisos para esparcimiento (entre ellos la cacería y la pesca), pero su conciencia moral le impedía aceptarlo, pues se daba cuenta que esa no era la manera correcta de conseguir lo que él quería, ya que eso era llevar la autorización a una pendiente resbaladiza que justificaría poco a poco las irrupciones humanas en las zonas protegidas hasta llegar, con el paso del tiempo, a su uso tradicional de invasión y de extracción de recursos.

En 1922 Leopold publicó otros dos artículos para la misma revista (“General Inspection Report of the Gila National Forest” [July, 1922]; “Report on Proposed Wilderness Area” [October, 1922]) los cuales despertaron el interés de Frank C. W. Pooler, guardabosques supervisor del Distrito III, zona en la cual se localizaba el parque Gila, quien mandó a hacer trabajo de campo a su supervisor inmediato acompañado con Leopold, para formular las políticas de conservación en dicha área. Fue así que el 3 de junio de 1924, se designaron 574,000 acres del Gila National Forest como reserva natural protegida para la recreación (ver Nash, 2001, p. 187). Con esto se cristalizaba uno de los grandes ideales de Leopold.

A pesar de estos logros alcanzados por Leopold, se le reconoce más por las ideas que desarrolló y heredó a la posteridad en su texto publicado en 1949 A Sand County Almanac, que es una especie de diario en el que narra sus experiencias y encuentros con diversas especies naturales y ciertas particularidades de su relación con sus hábitats, razón por la que éstos deben ser preservados.

Entre esa serie de relatos se encuentra el artículo «La ética de la tierra» que es uno de los primeros trabajos que se enfocó a despertar la conciencia ambiental y que hizo el primer llamado explícito de incorporar la ética en la reflexión ambiental. La tesis que Leopold defiende en este texto es que se requiere una ética en la que se incluya la relación del hombre con la tierra, con los animales y las plantas, lo que se traduciría en extender los principios morales que rigen las relaciones humanas a la naturaleza y a todos los seres que en ella habitan, por tanto, dejarlos de ver como meros objetos de los que podemos apropiarnos y con los cuales podemos hacer lo que nos plazca.

La ética para Leopold es resultado de la evolución ecológica y su origen tiene un carácter simbiótico, es decir, de un estado de egoísmo (antisocial) se evolucionó a un estado de cooperación (social). Éste con el paso del tiempo se volvió más complejo debido al incremento de la población y al progreso tecnológico alcanzado por la humanidad, haciendo más complicada la resolución de los problemas sociales.


En la siguiente entrega hablaremos más de este importante artículo y el impacto que sigue teniendo hasta la actualidad.


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