“México tiene un gran número de investigadores con viajes a la Antártida, han hecho investigaciones, publicaciones y campañas, pero estos están dispersos por otros países”
Se realiza la Semana Nacional de Ciencia Antártica Mexicana del 1 al 10 de noviembre para impulsar el desarrollo de la ciencia antártica y que México se adhiera al Tratado Antártico
El científico y expedicionario, Dr. Jerónimo López Martínez, visita México para participar en la Semana Nacional de Ciencia Antártica Mexicana del 1 al 10 de noviembre, con sedes en la CDMX, Ensenada, BC, y Mérida, Yucatán.
También miembro honorario vitalicio del Comité Científico de Investigación Antártica (SCAR, por sus siglas en inglés), el Dr. López Martínez participará en foros, en coordinación con la Agencia Mexicana de Estudios Antárticos (AMEA), con investigadores nacionales para impulsar el desarrollo de la ciencia antártica, pero sobre todo que México se adhiera al Tratado Antártico.
LJA.mx platicó con el científico para comprender mejor este tema, que lograría incidir en la conformación de políticas públicas en México, sobre temas antárticos.
Sobre la Semana Nacional de Ciencia Antártica Mexicana, el Dr. Jerónimo López Martínez, comentó que en los foros buscarán reunirse con diversos organismos y autoridades gubernamentales, con la finalidad de que México participe de la ciencia antártica, pero de manera muy destacada, buscar que se adhiera al Tratado Antártico.
“México tiene un gran número de investigadores con viajes a la Antártica, han hecho investigaciones, publicaciones y campañas, pero estos están dispersos por otros países. Esta es la oportunidad para que México dé un impulso al reconocer el Tratado que resume principios muy generales de preservar la Antártida para la paz, para la coordinación internacional, para la ciencia”, comentó el científico.
El Tratado Antártico es un símbolo de paz y de cooperación internacional. Cuenta con 55 países miembros y consiste en la colaboración para mantener las condiciones de parque natural del continente, y así abrir las puertas a todos los científicos de diversos países. México es el único país de la OCDE que no ha firmado el Tratado, “y que México esté involucrado le va a dar un acceso más amplio si desarrolla una estructura sólida en la investigación antártica”.
López Martínez comentó que el Tratado “está conectado con sistemas internacionales de Naciones Unidas, México nunca ha dado este paso y eso sería un impulso para la propia AMEA y la comunidad científica. Asimismo, aseguró que adherirse al Tratado es una decisión política y México se uniría a los países adheridos al Tratado que representan un 65% de la población mundial”, y con esto, México contribuiría a que la Antártida sea un espacio dedicado a la conservación del medio ambiente y la cooperación internacional.
El científico destacó que la Antártida tiene un papel clave en los procesos de la Tierra en cuestión del medioambiente “a través de las corrientes marinas, la circulación atmosférica, pues el foco principal de transmisión de frío tiene efectos en el planeta, y esto también repercute en las costas mexicanas, a nivel del mar, que suba el mar en este contexto de cambio climático tiene muchas respuestas en los modelos que puede haber en el futuro y toda esa información está en la Antártida”.
Explicó que la Antártida es un continente siete veces más grande que México, con 14 millones de km cuadrados, rodeado por mares muy extensos, tempestuosos, “por eso siempre ha sido muy difícil llegar a la Antártida, fondos marinos circundantes, no digamos la cobertura del hielo de dos km de grosor medio y que en algunas zonas se acerca 5 km de espesor”, donde se encierran los registros del pasado geológico que son claves para entender la evolución de nuestro planeta, “en particular la evolución del clima, a partir de la molécula de agua, de las burbujas de aire que han quedado contenida, ahí podemos saber cómo ha sido los gases de efecto invernadero en el pasado y eso nos ayuda a contextualizar el cambio climático actual y saber si es más de lo que hubo en el pasado, cómo se comportó esos cambios de ir de calor a frío, la Antártica tiene muchas respuestas en ese aspecto que proporciona la investigación”.
“La Antártida es un laboratorio natural para muchas ciencias”, abundó, “en las ciencias de la vida, la biota que existe en la Antártida es un terreno especial, la fauna-flora, muy limitada, ha tenido que adaptarse a condiciones muy extremas y eso da unos campos de investigación importantes para las ciencias atmosféricas, el cómo se regula el clima mundial, los cambios en el futuro, incluso la alta atmósfera, los estudios de astronomía tiene una plataforma excepcional en ese Continente”.
Sobre el cambio climático, el doctor comentó la importancia de hacer llegar a la población el cuidado del medioambiente: “la Antártida es un buen camino para esto, es un símbolo de conservación ambiental hasta nuestros días en un buen estado, no solo porque los humanos hayamos querido, sino porque está aislada, muy alejada de todo, de muy difícil acceso”.
Aseveró que este contexto de cambio climático acerca a la población a la ciencia y a conocer cómo las decisiones políticas deben basarse en evidencias científicas. Además, informó que AMEA y su director, el doctor en ingeniería Pablo Gerardo Torres Lepe, han trabajo desde tiempo atrás para incidir en las personas que pueden tomar decisiones políticas: “ya tuvimos una reunión de alto nivel en Relaciones Exteriores muy positiva para que entendieran qué ventajas tendría para México y qué podría hacer México. Tenemos prevista una visita a la Cámara de Diputados y en el Senado, además, AMEA se ha ocupado en universidades, centros de investigación, de tocar el tema y motivar a la comunidad científica a la acercarse a la Antártida”.
Sobre su experiencia, el expedicionario comentó que ha ido una docena de veces a la Antártida, en campañas distintas, “es muy grande y diversa, no es lo mismo ir a la península o al centro, los ambientes son muy diversos, pero siempre coincide la ilusión de ir a un lugar como aquel, la fauna que no has visto en ningun otro lado, la primera percepción de ver esos animales en libertad, tan particulares, sentir el frío tan intenso, siempre a temperatura bajas, los sonidos muy distintos a los que estamos acostumbrados, no hay motores, se escucha el viento, el crujir del hielo, una atmósfera muy limpia, la vista llega al horizonte, y como no hay elementos de referencia, no hay árboles o matorrales, se pierde las dimensiones, ves un glaciar pero no tienes al lado elementos para comparar el tamaño, son unas sensaciones muy distintas a las que estamos acostumbrados”.