- Los docentes tienen que ponerse al nivel del joven sin perder su autoridad
- La rebeldía y mala actitud de los jóvenes es un reflejo de sus problemas y del olvido que sienten
Los jóvenes en las escuelas siguen teniendo una necesidad básica de siempre, ser escuchados, entablar un diálogo, sentirse comprendidos y no sólo adquirir conocimientos, lo que sucede es que muchos profesores dejaron de entender el papel que tienen al frente de un grupo porque no se trata sólo de trasmitir conocimientos sino también como tutores y guías, así lo ha vivido en su experiencia Sergio Pastrana Márquez, como profesor el CONALEP durante 27 años.
Un joven pasa alrededor de siete horas diarias en el aula en compañía de uno solo o de varios maestros dependiendo del nivel académico que cursa y sin contar las actividades extra curriculares que son parte ya de la formación integral de los estudiantes. En este lapso, los profesores comparten con los niños, adolescentes y jóvenes algo más allá de fórmulas, números, reglas ortográficas o conceptos, comparten tiempo, vida y experiencias.
La pedagogía se aprende no como parte de una teoría en la formación académica, es una práctica que se afina conforme pasan los años y los docentes tienen la posibilidad de tener encuentros con diferentes grupos de estudiantes. “La pedagogía no se da en los libros nada más, hay que saberla controlar, por eso yo sabía cómo controlar a los muchachos”.
Pastrana tuvo la experiencia con un grupo donde un profesor renunció, al otro lo agarraron entre todos y con su cabeza abrieron la puerta, sin embargo él los conocía ya, no se le complicó tener contacto con ellos para poder sostener un diálogo y controlar a quienes así lo necesiten.
Cuando el docente olvida la función de “entenderse” con los muchachos o nunca tuvo en consideración el lado de la pedagogía aprendida en la experiencia no tiene la capacidad para ser un buen maestro porque sólo puede tratar con ciertos grupos de estudiantes donde no sea tan complejo mantener el control por el “buen” comportamiento de los jóvenes.
Hablar con los estudiantes es ponerse a su nivel para lograr un proceso de empatía, lo cual no significa perder autoridad ante los jóvenes porque es hablarles al tú por tú pero con la postura de maestro. En casi todos los salones se encuentran siempre los muchachos más rebeldes, sin embargo hay grupos definidos como conflictivos, es en estos donde más empeño y experiencia se requiere para lograr integrarlos al sistema educativo y sacar el mejor provecho para ambas partes de este proceso.
Esa rebeldía es reflejo de un proceso de olvido en el que los muchachos se encuentran, los que nadie entiende, los malqueridos, los rebeldes, los mal intencionados, todos tienen una forma de aprender puede ser a la buena o a la mala y el profesor debe estar preparado para enfrentarse a esta situación.
Además de sus actitudes de rebeldía al momento de escucharlos, el profesor puede dar cuenta de la cantidad de problemas propios y ajenos con los que ellos de todas formas cargan y buscan sacar de alguna manera. “Hay veces que los alumnos confían más en ti que en sus jefes porque a mi me han dicho, ay yo quisiera que mi papá fuera como usted, así de abierto, así que hablara conmigo, pero no habla. Hay que saberlos llevar a los muchachos, además uno también fue joven”.