Voy a contarle una entretenida historia, y Usted imaginará el final ¿va? Mande su versión del final a mi correo que está acá abajo, o simplemente visualícelo en su mente ¡Es muy fácil! Ya que el cuento, que le cuento va como un avión en caída libre: ya sabemos cómo acaba.
¡Yo no fui! Bart Simpson es un amarillo personaje de caricatura, es un niño de ocho o nueve años cuyo interés es sólo divertirse, jugar y ser libre. Al pequeño Bart, no le gustan las reglas y menos aún las acata. Odia las responsabilidades y hace todo lo posible por evitarlas. Cuando el niño-caricatura Bart Simpson, es sorprendido en una de tantas travesuras por él cometidas, evade asumir la responsabilidad correspondiente y, con un gesto de inocencia en su rostro exclama ¡Yo no fui!
¡Yo no soy! Es la expresión que usan las y los personajes de este cuento que le cuento.
Ay va el cuento. Era una vez un soleado lugar llamado Aguahirviente, donde la inseguridad pública traía a raya a los aquicálidos y las aquicálidas. En este luminoso espacio, había un sistema estatal de seguridad pública, a cargo del poder ejecutivo estatal, además existía una fiscalía general cuya función era investigar los hechos llamados delitos y presentarlos ante el juez cálido. No sobra destacar que el poder judicial de esa cálida entidad, se encargaba de juzgar los hechos que se le daban a conocer e imponer a quienes delinquían un castigo ejemplar para evitar en lo posible, la comisión de esos delitos.
¿Fiscal, fiscal estás ahí? Sólo por ponerle un nombre, llamémosle al fiscal general de Aguahirviente, Fernando; es el nombre que me viene a la mente (Usted puede ponerle como guste, estimada, estimado). Pues bien, un buen día, la casa de Fernando fue invadida por decenas de representantes de los medios de comunicación de esa entidad, ¿La razón? Se les había invitado para anunciarles que de ahí en adelante, la fiscalía general se hacía cargo de la prevención, contención y control de la seguridad pública de aquicálidas y aquicálidos. ¡Pero! –Exclamó algo tímido, el fiscal Fernando- es que esa no es mi función, yo sólo me encargo de investigar los hechos delictivos y quizá acusar a los presuntos culpables ante las y los jueces; de la seguridad pública, debe encargarse el poder ejecutivo o, en todo caso, el sistema estatal de seguridad, no yo.
¿Y yo por qué? En alguna ocasión Vicente Fox, titular del ejecutivo federal de Mexitli, país al que pertenece Aguahirviente utilizó esa expresión ¿Y yo por qué? Para evadir su propia responsabilidad en un fuerte conflicto entre dos poderosas empresas. Pues bien, en este cuento que le cuento, ocurre algo más o menos similar, se confunden las propias funciones en materia de seguridad pública y se busca trasladarlas a otros órganos; órganos que de paso deberían ser autónomos para no ser presionados, utilizados o rebasados por nadie.
El spoiler. Anímese estimado lector, querida lectora, anticipe el final de esta narración y dígame cómo cree que será la seguridad pública en un sitio como Aguahirviente, donde se avienta la papa caliente de la inseguridad a un poder al que no le corresponde. Porque mire Usted, cuando nadie se responsabiliza por alguna tarea, pues ¡nadie va a realizarla!
¡Anímese¡ a spoilear el final de este bonito cuento que le conté sobre la seguridad pública en Aguahirviente, y platíqueme qué cree Usted que pasará en las calles y casas de ese bonito lugar, donde el responsable constitucional de la seguridad ciudadana no tiene claro el papel que le corresponde en esa delicada materia, o aun cuando sabe qué le corresponde hacer, prefiere que lo hagan otros.
En [email protected] espero su final, inevitable o alternativo, a esta bonita historia ocurrida en Aguahirviente, del hermoso y colorido país de Mexitli.
¡Nos vemos en la próxima!