Viven situación desalentadora en espacios donde se imparte “justicia” - LJA Aguascalientes
16/11/2024

  • No tener dinero para un “buen” abogado o para la fianza puede hacer la diferencia
  • El tiempo transcurrido en los separos puede terminar en cualquier cosa para los de afuera y los de adentro
La tarde del miércoles Elizabeth fue detenida y llevada al Ministerio Público con el argumento de sólo dar unas declaraciones y finalmente no salió hasta el día siguiente. Afuera de los separos había un grupo de amigos esperando tener una noticia de ella. A los costados hay más gente, familiares, amigos que tienen más de una noche o varias horas esperando sin tener idea de qué hacer, para ver de nuevo a su familiar fuera del encierro. Este es uno de los procesos que generalmente desalienta a las personas para asistir a refugiarse en el sistema de justicia en México.
Cuando ella llegó, traída por los policías a la Procuraduría de Justicia creyó en los elementos que se la llevaron de su casa, sólo estaría unos minutos, esos minutos se convirtieron en una noche y unas cuantas horas del día siguiente. Ella adentro sin saber lo qué pasaba afuera, los de afuera buscando alternativas para informarse sobre el sistema de justicia; qué procede cuándo detienen a alguien, cuáles son los cargos, es posible ver a la detenida, quién puede entrar a verla, se necesita forzosamente un abogado, qué es un amparo, cómo se puede gestionar.
Mientras esas dudas pasan por la cabeza de todos afuera, el desconocimiento se los consume a todos y finalmente escuchan: hay que pagar una fianza de diez mil pesos o ellas se irá a la cárcel, la consignan y después el trámite será más difícil. A la par hay personas que están en casos similares o al menos parecidos, la esposa de un joven que chocó y atropelló a un hombre; una madre que espera porque su hijo fue detenido conduciendo con un cierto nivel de estado de ebriedad.
Todos los recién detenidos vienen acá primero antes de llegar a la prisión, mientras se hacen las averiguaciones. En ese inter los detenidos pasan a unas celdas donde reina algo de confusión, están ahí, no saben que será de ellos, algunos están “conscientes” de su equivocación y saben que puede costarles sólo una multa, otros temen que les toque estar encerrados al menos un fin de semana. Estar ahí adentro sirve lo mismo para reflexionar sobre la libertad, para compartir encierro o para empezar a resignarse para la condena.
La angustia afuera o adentro no es la misma, pero los momentos de igual manera no son gratos, ahí se ven personas muy tranquilas haciendo los trámites correspondientes para que dejen libres a sus familiares, otros parecen no tener calma y se valen de personas cercanas para realizar esos trámites. La que parece ser la única realidad es que todos se vuelven vulnerables, muchos de ellos no tienen recursos para contratar un abogado que les dé la mejor y más precisa asesoría para librar este trance, pasan horas ahí fuera y al final no reúnen el dinero necesario para pagar la fianza o quizá son familiares de algún joven que delinquió por más de una ocasión y “prefieren” dejarlo adentro.


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