- Orienta a alumnos ilegales sobre sus derechos a través de liga juvenil
- Si el Congreso norteamericano no inicia negociación para legislar el tema, habrá manifestaciones
José Herrera estuvo a punto de ser deportado de Chicago hace dos años. Cometió una infracción de tránsito, migración se involucró y lo único que pudo ayudarlo fue tener un hijo ciudadano y haber residido en la Unión Americana por más de 10 años, con lo que califica para la cancelación de la deportación; sin embargo, su cas aún no termina, aunque espera concluirlo en agosto de este año.
A raíz de este problema, fue que el oriundo de Iguala, Guerrero comenzó a involucrarse en el movimiento juvenil Immigrant Youth Justice League (Alianza de Jóvenes Inmigrantes para la Justicia) que el pasado 10 de marzo, en una mega marcha que tuvo réplicas en otros estados de Norteamérica, declaró su estatus migratorio, que ya no tienen miedo de él “y que vamos a seguir luchando”.
“Hemos organizado (a estudiantes) para que se movilicen en atacar lo que es la deportación”, comentó, y es que, a últimas fechas, los estudiantes latinoamericanos ilegales que no tienen familiares ciudadanos han sido los principales blancos del departamento de seguridad (Homeland Security).
¿A qué se debe? “Hay que tomar en cuenta muchos factores”, explica, pero señala como el principal que “se ha descubierto que (en el departamento de seguridad) tienen unas cuotas, unos números en cuantas deportaciones tienen que sacar; entonces, como no han podido atrapar a muchos criminales, se les hace más fácil ponerle el dedo a gente que se mete en problemas de tráfico y con la policía de Chicago”.
Este estudiante indica que hasta ahora, la única forma que él y sus compañeros han encontrado para frenar esta situación ha sido “poniéndole presión, siempre que se presenta un caso nuevo de un estudiante, (haciendo) todo el movimiento que hemos podido levantar: mandamos faxes, hacemos llamadas, hacemos protestas con gente de migración” y gracias a ello han logrado, cuando menos, parar “un par de deportaciones”.
Desde 2008, apoya a alrededor de 45 jóvenes de entre 16 y 28 años, de los cuales el 95 por ciento son indocumentados, con orientación a través de foros y pláticas semanales; “les dejamos saber cuáles son sus derechos y qué pueden hacer si son parados por la policía o se encuentran a migración”; junto con su grupo, pugna por medio de la manifestación pública para que se dé la tan ansiada y prometida reforma migratoria y también impulsa un legislación para legalizar a los indocumentados que cursen estudios universitarios en él vecino país.
Dice que “aparte de eso tenemos otro grupo que va a las escuelas secundarias e informa de nuestra organización y entonces ahorita básicamente se está expandiendo a jóvenes de secundaria” y universitarios.
Hace medio año que José conoció a los integrantes de la Asociación de Migrantes Organizados (AMOR), que encabeza Juan Pérez y ha sido a través de ellos como, poco a poco, comienza a tener conexiones en México y Estados Unidos para difundir y expandir su movimiento.
Han conseguido el apoyo de organizaciones, coaliciones y colectivos locales, estatales y nacionales; universidades como la de Chicago, la Universidad de Illinois en Chicago (UIC), entre otros.
A finales de este mes, el Congreso norteamericano “tiene que empezar una negociación para una legislación” en materia migratoria; “si no sucede eso, el 1 de mayo otros grupos van a hacer acciones de desobediencia civil y nosotros vamos a apoyar eso y vamos a tener nuestras propias acciones… todo en base en lo que pueda pasar en las próximas semanas”.