Trivializar es lo de hoy, la vía corta para colocarse del lado correcto de la historia, para terminar con el oponente, antes que intentar un argumento, se dispara un insulto que da por concluida la conversación; eres un fascista, se abusa del término para pintar al otro como autoritario, opresor, sin importar si se identifica con esa ideología, basta esa palabra para ganar la discusión.
Hace unos días, un compositor pedía que se regulara el tipo de música que se ponía en algunos restaurantes, Aleks Syntek propuso que se sancionara a los establecimientos a los que acudes con niños y tienen a todo volumen reguetón, en especial aquel que en sus letras incluye una fascinación enfermiza con la palabra culo; la propuesta es una tontería, la forma más civilizada de resolver ese asunto es pedir que se cambie la música, si se considera que no es la adecuada para los asistentes, o bien, no consumir en ese lugar, y ya; sin embargo, no faltó quien lo acusara de fascista por querer establecer un gusto musical.
Aleks Syntek dijo una tontería porque no es capaz de resolver una situación personal, porque no sabe elegir a donde llevar a comer a sus hijos sin que estén expuestos a la palabra culo; a los woke, amantes de establecer lo que es políticamente correcto, se les hace fácil llamarlo fascista porque así, víctimas, no están obligados a la conversación, es más sencillo descalificar antes que pensar en cómo la queja se convierte en una forma de imponer sus gustos y preferencias antes que buscar un acuerdo.
En Aguascalientes, Luis Enrique García López fue llamado fascista por promover una iniciativa para regular las manifestaciones públicas, el diputado intentó criminalizar el derecho a la manifestación para proteger las “buenas costumbres” y la propiedad privada. Quique Galo, como se hace llamar, cabe perfectamente en las características que el uso coloquial da a fascista, sin embargo, al trivializar así el adjetivo se perdió de vista el deficiente desempeño de los miembros de la LXV Legislatura, todos, quienes tienen que ser corregidos por las organizaciones de la sociedad civil porque ignoran el proceso legislativo y, en nombre de sus representados, toman decisiones personales que suelen dejar en ridículo al Congreso de Aguascalientes, no por nada ya acumula 18 acciones de inconstitucionalidad.
Este intento por criminalizar el derecho a la manifestación fue un despropósito enorme, que dio como resultado un documento en el que López García exhibía una ignorancia atroz, o como escribió Sergio Rodríguez Prieto: un constitucionalismo trasnochado, que intenta mantener vigentes un estado de control social, y no un estado pro derechos humanos; finalmente, ante la exhibición, el diputado retiró su iniciativa, sin dar su brazo a torcer, en el escrito con el que pidió que no se considerara, esgrimió que por consejo del presidente de su partido (Acción Nacional) buscaría construir una “propuesta integral” en la que se garanticen “las libertades, el orden, el respeto y los derechos, tanto de los participantes como de quienes pueden verse involucrados por este tipo de acontecimientos”, cito el oficio de Quique Galo para deslindarme de la sintaxis y confusión de ideas.
No se puede celebrar que López García haya retirado su iniciativa, no basta con llamarlo fascista, al descalificar se deja de exigir al diputado la responsabilidad que tiene como representante popular, se le exime de la rendición de cuentas; no se trata de ganarle a la idiocia de los miembros de esta Legislatura, es necesario demandarles que cumplan con sus obligaciones legislativas.
No considero fascista a Aleks Syntek, tampoco a Luis Enrique García López, la incapacidad del músico no me afecta, pero la ignorancia del diputado, sí.
Coda. En el artículo ¿Qué es el fascismo?, George Orwell intenta una definición a partir del uso de la palabra, agobiado por cómo se ha desvirtuado, finaliza el texto sugiriendo “Lo más que podemos hacer por el momento es usar la palabra con circunspección y no, como se suele hacer, degradarlo al nivel de una palabrota”.
@aldan