A lomo de palabra / Densidad y gente - LJA Aguascalientes
23/11/2024

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¿Densidad? La cualidad de denso. ¿Denso? Sí, denso: compacto, apretado, espeso, que contiene mucha masa con respecto a su volumen. El diccionario aporta un par de acepciones directas más: denso también quiere decir de demasiado contenido o profundidad en poco espacio, y en consecuencia oscuro, confuso. El adjetivo denso proviene del latín densus, compactado, apretado, compacto; se trata de la misma raíz de vocablos como condensado. Usted puede encontrar la palabra denso, por ejemplo, en palabras como cotoperís —fruto comestible del árbol polígamo, globoso, denso y tomentoso—, wolframio —elemento químico metálico, de color gris acerado, muy duro y denso—, estafisagria —hierba venenosa, con tallo erguido, velloso y de 80 a 120 cm, hojas grandes divididas en lóbulos enteros o trífidos, flores azules, en espiga terminal poco densa— y caliginoso —denso, oscuro, nebuloso—. Y densidad aparece en vocablos como lobreguez —densidad muy sombría de un bosque—, exósmosis —difusión de dentro a fuera cuando dos líquidos de distinta densidad están separados por una membrana semipermeable—, ralear —dicho de una cosa: hacerse rala, perdiendo la densidad, opacidad o solidez que tenía—… Una novela o una película densas no son de fácil comprensión. El Diccionario del español de México del Colmex incluye la siguiente definición para denso: “Que resulta pesado o agobiante; que es lento, aburrido, complicado o difícil de entender”. En general, la densidad no es pues una cualidad que asociemos con algo positivo.

 

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La densidad de población es un indicador, también conocido como población relativa, que pretende dar cuenta de cómo está distribuida la gente en determinado territorio. La densidad de población alude a las personas en tanto a residentes habituales, esto es, la referencia espacial son las viviendas de la gente. Así, el indicador se obtiene dividiendo el número de habitantes por kilómetro cuadrado de un territorio determinado.

Descartando al puñado de astronautas que han vivido durante varios meses en estaciones espaciales, hasta donde sabemos, los seres humanos hasta ahora solamente hemos sido residentes habituales del planeta Tierra. La superficie terrestre mide 510 millones de kilómetros cuadrados (km2), de los cuales 361 millones están cubiertos por agua y sólo 149 millones son tierras emergidas. Pero si descontamos también los escudos de hielo del Ártico y la Antártida, 30 millones de km2 en conjunto, quedan 119 millones de km2, 23% de la superficie terrestre. Según estimaciones de la FAO y el Banco Mundial, hace apenas 60 años, en 1962, la densidad de población del mundo ascendía a 24 habitantes por kilómetro cuadrado (habs./km2). Treinta años después, en 1982, ya éramos 35 habs./km2. Llegamos al año 2000 con una población relativa de 47 habs./km2, y hoy, considerando no los ocho mil millones que seremos en noviembre, sino los 7,968 millones que se calcula que somos a la fecha, la población relativa del planeta es de 67 habs./km2. Por supuesto, como casi todo, la distribución no es pareja: menos de un tercio de la tierra emergida del planeta es asiático y allá vive el 60% de la población mundial, con una densidad de 150 habs./km2.

 

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Vivimos en México 128.3 millones de habitantes —128’271,478 al primer trimestre de este año, según la estimación del INEGI (ENOE Nueva edición)—, así que la densidad de población es de 64 habs./km2. La nuestra es una población relativa muy cercana a la del promedio mundial (67) y muy distante, en un extremo, a países como Mónaco (19,500 habs./km2) y Singapur (7,727 habs./km2), y en el otro a naciones como Mongolia, Australia, Canadá y Rusia (2, 3, 4 y 9 habs./km2, respectivamente).


         Decía la semana pasada que la entidad federativa llamada ahora Ciudad de México (CDMX), esto es, antes Distrito Federal, tiene una extensión de prácticamente 1,500 kilómetros cuadrados, y en ella habitan 9’209,944 personas (Censo 2020), de tal manera que la densidad de población asciende a 6,163 habs./km2. Sin embargo, dado que la mancha urbana sólo ocupa la mitad del territorio de la entidad, la población relativa es de poco más de tres mil habs./km2. En cuanto a la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), su mancha urbana presenta una densidad de población es de unos 8,400 habs./km2.

 

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Recordaba también que un año antes de que fuera aniquilada por Cortés y el ingente ejército de aliados indígenas que lo secundaron, México-Tenochtitlan era la ciudad más grande del mundo. Enrique Semo la describe en su libro 500 años de la batalla por México-Tenochtitlan (UNAM, 2021): “Una maravilla del ingenio humano: una ciudad de 300 mil habitantes…, anfibia como Venecia… En los 15.3 kilómetros cuadrados de su superficie…” De ambos datos se obtiene la población relativa de la capital del imperio mexica: más de 19,500 habs./km2.  ¡Tanto! Es una densidad mucho mayor que la que tienen en la actualidad las manchas urbanas de la CDMX y de la ZMVM, incluso supera la del municipio o demarcación territorial más densamente poblada del país, Iztacalco (17,523 habs./km2), también en la CDMX. ¿Cómo explicarlo? No sólo en México-Tenochtitlan no había viviendas de varios pisos, además contaba con terrenos para el cultivo de alimentos. Otra vez Semo: “… la percepción del espacio difiere profundamente de la que seguían los europeos en sus ciudades feudales: México-Tenochtitlan es una combinación de lo urbano y lo campestre, un altépetl que incluye los dos elementos en una abigarrada unidad en la que los jardines y los cultivos se combinan con los barrios apretados y las construcciones monumentales para crear un espectáculo original de una gran belleza…” Entonces, ¿cómo pudo dar espacio a tanta gente? Me parece que la respuesta se encuentra fácilmente observando qué no había… Concretamente un solo elemento: automóviles y por tanto vialidades para vehículos y lugar para estacionarlos. Y en esa respuesta, obvio, está parte de la solución al problemón en el que se encuentran nuestras ciudades.

 

@gcastroibarra

 


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