Este espacio que amablemente me brinda LJA.MX desde hace ya varios años, lleva por nombre debate electoral. Y es que la actividad del contraste de las ideas encierra en sí misma todo lo que la democracia debe de ser: dos o más personas participan sosteniendo sus ideas en un diálogo consensuado, dentro de un marco de respeto, con el objeto en principio de exponerlas y, a la vez, de convencer esgrimiendo sus argumentos, a fin de que las y los oyentes realicen una elección. En ese solo acto se involucran la participación, el respeto y el apego a la legalidad, valores con los cuales se ejercita la democracia, de ahí que el nombre de esta columna no sea meramente una casualidad.
Los debates electorales, como fenómeno de comunicación política, si bien se remontan históricamente a muchos años atrás, son relativamente nuevos por lo que respecta a nuestro sistema electoral. En la elección presidencial de 1994 se llevó a cabo el primero en la elección presidencial, y en Aguascalientes se tienen registros de un programa televisado a manera de debate entre las candidaturas desde 2001, es decir, apenas hace dos décadas. Lo novedoso de la figura, como en muchas de índole electoral, nos han permitido dar testimonio de su evolución constante; nada menos, en este proceso electoral que está por concluir, el formato acartonado que durante este tiempo fue el distintivo de la organización de los encuentros por parte de la autoridad electoral local evolucionó a una moderación activa, una confrontación entre las candidatas directa y dinámica, con temas propuestos por la ciudadanía utilizando redes sociales y con una producción un tanto cuanto más profesional.
De ninguna manera podemos considerar que son un producto terminado. Habrá que señalar de inicio que la función de la autoridad electoral es la de proponer un formato que brinde las condiciones de igualdad entre las y los participantes, siendo entonces estos últimos quienes, en el intercambio de argumentos, provoquen el debate mismo, es decir, la confrontación de ideas, no tanto para convencer a la persona oponente, sino más bien a las y los espectadores, destinatarios finales de los argumentos. Y que, como en toda actividad humana, siempre será necesaria la evaluación que tenga como propósito la mejora continua.
A efecto de reflexionar entre las instituciones electorales, nacional y locales, organizadoras de los debates, los medios de comunicación que difunden y, en muchos casos, moderan las confrontaciones, y las representaciones de los partidos políticos quienes proveen a los ejercicios de las y los contendientes, durante el día de ayer y el día de hoy en nuestra ciudad, más de un centenar de personas involucradas en la temática nos encontramos reunidos para intercambiar las experiencias en la celebración de estos encuentros.
Este ejercicio, coordinado por el Instituto Nacional Electoral, y organizado por los institutos electorales locales de Aguascalientes y Tamaulipas, se centra en analizar el papel de las autoridades electorales en los debates, desde los formatos hasta las reglas; la moderación será revisada de manera conjunta por consejerías electorales y personas que se desarrollan profesionalmente en los medios de comunicación; la libertad de expresión se discutirá en torno a sus límites, si es que acaso debiera de haber. Además de estos temas, los mecanismos de participación ciudadana y la inclusión, así como la obligatoriedad de la asistencia a los ejercicios de contraste de ideas, y que causó cierta expectación en el proceso electoral local, son las particularidades sobre las que se realizarán los trabajos del foro.
Mucho se dice sobre el trabajo de las instituciones electorales, particularmente de los organismos públicos locales electorales, y la pertinencia de que existan de manera permanente y no solo cuando es año electoral. Eventos como el que se desarrolla, nos dan muestra de que el proceso electoral venidero, sea cual fuere, siempre será el más grande, el de -potencialmente- más participación del electorado, el más costoso y, por ende, el que requiere de más dedicación y compromiso en su organización. Es cierto que, tras la jornada electoral del primer domingo de junio, disminuye la intensidad del trabajo institucional, pero no menos cierto es que el lunes inmediato a la elección se empieza a cocinar lo que será el siguiente proceso comicial.
Por lo pronto, este foro representa, entre otras muchas cosas, el trabajo coordinado del INE y los OPLE, fundamento de nuestro sistema nacional electoral, en torno al mejor ejemplo de lo que la democracia representa: el debate electoral.
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