El 21 de abril del 2018 Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, alcanzó su día cero hídrico y fue la primera metrópoli en quedarse sin agua potable, lo que resulta paradójico porque ésta está ubicada frente al mar; sin embargo, como sabemos, esa agua no es apta para el consumo humano y, aunque puede tratarse, se ha considerado que es innecesario hacerlo, además de que el costo de las plantas desalinizadoras es muy elevado. Las notas periodísticas señalan que esto ocurrió después de una prolongada sequía, misma que fue el preámbulo, el aviso natural de que este vital e invaluable líquido se acabaría. Las notas sobre este suceso indican que las autoridades gubernamentales sí hicieron un diagnóstico de la situación al darse cuenta de que los embalses de agua estaban llegando a sus límites y solicitaron a la población reducir al máximo el consumo hídrico en sus hogares, pero el llamado no fue escuchado, por lo que se tuvo que restringir el suministro y posteriormente el abastecimiento domiciliario, teniendo que ir las personas a puntos colectivos de abastecimiento de agua para recoger un límite de 25 litros por persona.
Lo ocurrido en Sudáfrica pudo haberse considerado un llamado de alerta mundial, pero no fue así, la dinámica de consumo de agua en el sector agrícola, industrial, empresarial y domiciliario sigue sin sufrir modificaciones de fondo, al menos en nuestro país, muestra de ello es lo ocurrido en Monterrey y cuyo escenario está próximo a presentarse en varias entidades del norte y centro de México.
La medida empleada por los gobiernos ha sido hacer spots publicitarios (que pagamos con nuestros impuestos) con el objetivo de pedirle a la ciudadanía que cuide su consumo de agua y crear consciencia sobre su uso (algunos todavía recordarán al niño simpático de la década de los ochenta diciendo ¡ciérrale!) cuyo éxito es bastante cuestionable, pues esto, que lleva décadas haciéndose en México, se hizo en Sudáfrica sin que se obtuviera el resultado esperado, lo que llevó a la alcaldesa de la ciudad sudafricana, Patricia de Lille, a señalar que “Ya no podemos pedirle a la gente que deje de desperdiciar agua. Debemos obligarlos” (https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-42742476). Suena duro, pero así tienen que empezar a actuar los gobiernos y las empresas administradoras de este recurso, por más antipopular que resulte; además tienen que comenzar a invertir en plantas tratadoras de agua, sistemas de almacenamiento de agua de lluvia, mecanismos más eficientes de distribución y brigadas de elite que atiendan con urgencia las fugas que se reporten.
Por otra parte, los ciudadanos deben informarse de cuánta agua se invierte en la manufactura de los productos que consumen cotidianamente; por ejemplo, saber que la industria de la moda (fast fashion) es la segunda más despilfarradora y contaminadora de recursos hídricos, pues para fabricar UNA camiseta de algodón se requieren 2,900 litros de agua y 11,800 para UNOS jeans. En cuanto a la comida se refiere, se gastan 3 millones 091 000 mil litros de agua en promedio para el sostenimiento de UNA vaca (no es que la vaca los beba, sino que es en promedio la cantidad de agua que se usó para producir su alimento), lo que da por resultado que cada bistec cargue consigo 4,500 litros de agua. Así podría continuar dando ejemplos de otro tipo de alimentos de origen animal y de muchas otras cosas más, pero si quiere tener una mejor información, le dejo el link del libro Sustentabilidad de Ricardo López-León y Ana Gabriela Encino, publicado por la Universidad Autónoma de Aguascalientes en el que se ofrece mucha de esta información conocida como la huella hídrica y a ésta agregan la huella de carbón (https://editorial.uaa.mx/docs/sustentabilidad_zombis.pdf). Estos son sólo algunos datos de estudios que se han realizado desde hace algunas décadas y que son cada vez más amplios y accesibles, sólo hace falta tener el interés y la voluntad de buscarlos y revisarlos. Con base en ellos, la gente que es consciente de los problemas que genera la moda y las dietas basadas en el consumo de productos de origen animal, están tratando de llevar una vida más austera y optando por una alimentación vegetariana; lo cual no es una moda, sino un compromiso ético.
Dicho lo anterior, tenemos que darnos cuenta que requerimos con urgencia un cambio de paradigma socioambiental (https://www.lja.mx/2022/08/urgen-nuevos-paradigmas-socioambientales/) y para ello necesitamos estar mejor informados, además ser más proactivos y participativos, dejar de estarnos quejando del gobierno y asumir con responsabilidad desde nuestros hogares la parte que nos toca.
En mi vecindario estamos muy preocupados porque ya es el quinto día que no tenemos agua, pero cabe decir, que a diferencia de otros fraccionamientos, no lo hemos resentido tanto porque el ingeniero, de la Constructora San José Premier, que diseñó y construyó varias de las casas de la zona, tuvo a bien incluir grandes aljibes que son los que nos han ayudado a paliar la falta y escases del servicio hídrico en nuestras casas; no obstante, ésta reserva se nos va a acabar. Hemos estado haciendo el reporte y, como ya sabemos, la respuesta que nos da Veolia es distinta cada día; a unos les han dicho que se va a atender el reporte, a otros que no hay reporte, a otros que se debe a la reparación de la línea de abastecimiento, a otros que se atenderá en un lapso de 5 a 7 días, etc. Sólo espero que no lleguemos en mi fraccionamiento, ni en el estado al día cero. ¿Cómo evitarlo? Haciéndonos MUY RESPONSABLES DEL CONSUMO en casa y en cualquier otro sitio en donde hagamos uso de este vital líquido.
En este sentido quiero aprovechar para comentar que mi familia y yo estamos inscritos en una alberca al norte de la ciudad, y allí hemos sido testigos del poco cuidado que muchos usuarios tienen del recurso hídrico, pues al bañarse hay quienes dejan la regadera abierta ¡hasta por diez o quince minutos! Seguramente eso mismo hacen en sus casas, y si son los adultos quienes lo hacen ¿qué les están enseñando a sus hijos? Lección básica: te mojas en 20 segundos y cierras la llave del agua, te enjabonas bien todo lo que quieras todo el tiempo que gustes y después abres la llave para enjuagarte en 1 minuto o máximo 1 y medio. Durante la pandemia, los usuarios de esta alberca adolecimos del servicio de regaderas y sabemos que es incómodo regresarnos con la ropa húmeda a nuestras casas o tener que irnos “clorados” a nuestros centros educativos o laborales. Evitemos que dejen de ofrecerlo porque no se sabe usar consciente y responsablemente. A mí, a mi familia y a muchas otras personas más nos gusta este deporte, por eso te pido a nombre de todos ellos, que cuides el agua porque dependemos de ella para realizar esta apasionante actividad. Asimismo, invito y pido a todos los lectores a que se sumen a asumir personalmente jornadas permanentes de cuidado del agua y a estar conscientes de que, tal vez, sea necesario que se comiencen a hacer cortes en el suministro o a limitarse para evitar llegar al día cero, por lo que debemos aprender a hacer un mejor uso del agua y cuidarla en nuestros hogares, así como fuera de ellos, pues todo lo que llega a nosotros carga con una huella hídrica.