Con argumentos como la baja calidad de vida en la “línea de fuego” ubicada entre los fraccionamientos Colinas del Río, de San Ignacio y los Sauces, el diputado local panista, Jaime Gallo Camacho presentó un punto de acuerdo para que el Poder Ejecutivo emita un decreto expropiatorio del predio, esto después de que las personas que radican en la zona sean reubicadas en viviendas más dignas.
En el documento presentado ante el Congreso del estado, explica los antecedentes de la problemática social, en la que expone que desde el 22 de agosto de 1981, el terreno de 17 mil 50 metros cuadrados fue adquirido por la unión de fierreros y similares, representada por los señores Lázaro Cantú Garza, Salvador Arenas Vázquez, José Hernández Medina y Miguel Morán Salas, con el propósito de construir un centro de comercio.
Sin embargo, según consta en la misma explicación, por falta de recursos no pudo lograrse el propósito, “aun y cuando en su momento se solicitó el apoyo del presidente municipal y del titular del Ejecutivo”.
Más tarde, en el año de 1983, la subdirección de Control de Planes y Programas de la Secretaría de Planeación y Desarrollo Estatal emitió un diagnóstico en el que concluyó que había un cero por ciento de avance en agua potable.
Así, a lo largo de los años, por más de una década, ninguno de los gobiernos estatales ha logrado representar la necesidad de 402 firmantes de las colonias vecinas para reubicar a las personas radicadas en la zona, escribe el diputado local.
Entre las situaciones que especifica como de riesgo, es el tiradero de basura a cielo abierto, así como el posible desbordamiento de aguas pluviales, la drogadicción, alcoholismo e incluso prostitución.
Con todos estos antecedentes, Gallo Camacho expuso la petición de expropiación para que luego de realizarse la Secretaría de Obras Públicas ejecute un ante proyecto de construcción de un parque recreativo.
Por su parte, el regidor priísta, José Luis Proa de Anda, representante de dicha demarcación en el municipio capital, comentó que el predio tiene un abandono por alrededor de 15 ó 20 años y “estuvieron llegando paracaidistas, gente que llegaba, abría las puertas y las cortinas para quedarse a vivir ahí, gente de escasos recursos, que no cuenta con ningún patrimonio de ningún tipo y se convirtió en un foco de violencia, en un foco de hambre, de sanidad incluso”.