Las redes sociales nos han vuelto esclavos de la aceptación, siempre se termina actuando para la tribuna, esa masa anónima que, sin conocernos, aprueba o desaprueba lo que escribimos, lo que hacemos. Vivimos al pendiente de las reacciones de una masa que no brinda la oportunidad de argumentar y todo lo quiere simple y directo, sin matices.
En redes sociales sólo se tiene una oportunidad, ante la limitada capacidad de lectura de la masa, para tener éxito en la comunicación y complacerlos, obtener su aprobación, estamos obligados a ser sucintos, sin embargo, los prejuicios violentos que caracterizan a los jueces de las redes, no dan opción para ser breve, conciso y preciso, por el contrario, demandan la hipérbole, como si la exageración determinara la validez de un argumento.
El presidente Andrés Manuel López Obrador es el maestro de la hipérbole, no pasa un día sin que, en la conferencia matutina, para que emplee esta figura retórica en la caracterización de las decisiones de gobierno. Si el Coneval, con datos duros, indica que ha crecido el número de personas en pobreza y pobreza extrema, pero señala que pudo haber sido peor si los tres niveles de gobierno no hubiesen otorgado apoyos sociales, López Obrador toma ese indicador como una muestra de que sus políticas públicas son todo un éxito, se deja a un lado el aumento de la población en pobreza y se exagera que hubiera sido peor de no tener prácticas asistencialistas.
Al presentar el plan antiinflacionario de la Cuarta Transformación, de nueva cuenta el presidente se rinde a la hipérbole, después de escuchar al Rogelio Ramírez de la O, secretario de Hacienda y Crédito Público, explicar los efectos de las medidas gubernamentales sobre la inflación y presentar un panorama en el que podríamos estar peor pero ahí la llevamos, López Obrador se felicitó a sí mismo porque su administración aplica medidas “heterodoxas”, que no fueron capaces de tomar los neoliberales; no importa que en materia económica este gobierno sea tan conservador como las administraciones anteriores, al presidente le sirve esta mentira para exagerar a través de la comparación, y resulta que somos ejemplo mundial, por “aunque no les guste —porque los mexicanos no tenemos por qué ir a la retaguardia en lo que sucede en el mundo, los mexicanos ya vamos a la vanguardia poniendo el ejemplo— aunque no les parezca, la inflación en México es menor a la de Estados Unidos y menor a la de Europa”.
López Obrador siempre exagera y, además, lo hace picando el orgullo de los mexicanos, los del Himno Nacional más bonito del mundo (después de La Marsellesa); los de la bandera más hermosa en quién sabe qué concurso mundial; los del territorio nacional más rico y esplendoroso que todos… El hiperbólico discurso de la Cuarta Transformación, que todo remata con un Viva México, cabrones.
Coda.
“La exageración es una rama de la mentira”, del Oráculo manual y arte de prudencia, de Baltasar Gracián.
@aldan