En varias ocasiones me he referido a lo limitante que resultan las palabras, cuando se trata de definir un concepto. Paradójicamente, mientras más cercano nos es un sustantivo más dificultades encontramos para conceptualizarlo: el Principio de Arquímedes no acepta duda, mientras que “casa” o “mesa” nos puede llevar a un serio debate de lo que algunos creemos que es “casa”, muy distinto, por ejemplo, a “hogar”.
Esto lo comento porque, revisando algunos textos para la ya (cada vez más) próxima entrega de la administración del Instituto Estatal Electoral, no puedo negar el sentir esa mezcla de tristeza y afecto, que bien podría ser nostalgia, pero que creo que va más allá. Y al no encontrar una palabra en español, recordé que en portugués esos sentimientos encontrados de felicidad, nostalgia y añoranza, los engloban en la palabra “saudade”: es más como la melancolía de saber que los buenos tiempos que se extrañan ya no volverán.
Y es que, como dicen, todo tiempo pasado fue mejor. Y quizá no es del todo cierto, pero al extrañar revivimos esos días y lo que añoramos es, en todo caso, la manera como nos sentimos. Porque recordar es volver a vivir.
Claro que no todo fue miel sobre hojuelas, porque errar es humano. De eso si puedo estar seguro, en mi actuar como presidente del Consejo General del IEE nunca estuvimos exentos de omisiones y fallas en el desempeño de mi equipo de colaboradoras y colaboradores; lo correcto es asumir que todas son mi responsabilidad y ninguna producto de la mala fe. La actuación siempre se basó de acuerdo con los principios que rigen la materia y permanentemente sometida a la revisión por parte de diferentes instancias, internas como el órgano colegiado que también integran representaciones de los partidos políticos, o la contraloría del propio Instituto, o externas como los tribunales (local y federal), el órgano local de fiscalización o la Auditoría Superior de la Federación. Pero más importante: por la ciudadanía, por sí a través de los mecanismos de transparencia y rendición de cuentas ya existentes, o a través de los medios de comunicación, con quienes se ha tenido una apertura permanente, al reconocerlos como interlocutores válidos de la sociedad.
Finalmente, el resultado de los procesos electorales se basa en la renovación de los órganos de gobierno, la cual por ley debe ser no solamente periódica sino pacífica. Y ahora que se encuentra en boga, nuevamente, la posibilidad de realizar cambios en la legislación en materia electoral, no hay que perder de vista la importancia de que el trabajo electoral sea realizado por las instancias locales bajo la rectoría de la autoridad nacional, en gabinete y en campo. Y que, como lo he sostenido siempre, si la democracia es costosa, no tenerla y no defenderla nos cuesta más.
En próximos días habrá de ser aprobado por el Consejo General el proyecto de presupuesto para la operación institucional del año entrante. Con este acto, culminará mi gestión que, en un escenario de congruencia, aunque lo ejercerá otra presidencia, se solicitará lo necesario para que los proyectos de construcción ciudadana tomen forma. Aún hay voces que se alzan asumiendo que como no hay proceso electoral, la institución debería desaparecer. Falso lo uno, como lo otro: el año que entra comenzarán los preparativos para el proceso electoral 2023-2024, que será concurrente con la elección federal, es decir, además de la presidencia de la república, senadurías y diputaciones, aquí elegiremos ayuntamientos y diputaciones locales. Aunado a ello, el IEE permanentemente trabaja fomentando la cultura democrática y la construcción de ciudadanía.
Que quede claro: las competencias se encuentran definidas y ni INE ni IEE realizan actividades que se duplican o se contraponen, antes bien se complementan. Por eso, la generación del proyecto de presupuesto debe ser, ante todo, responsable, para asumir cuáles funciones deben preverse por la autoridad local, cuáles por la nacional y cuáles en conjunto. Por lo pronto, y contra lo que se cree, cada institución maneja sus finanzas sanas y sigue sus propias dinámicas, mismas que quedan establecidas en los convenios que se firman previo a cada proceso.
Cada proceso electoral viene acompañado de nuevos retos que hay que enfrentar, y aunque en posteriores ejercicios no me encuentre desempeñando mi labor en una consejería, siempre estará presente en mi labor el espíritu de trabajo y camaradería vividos en los procesos electorales, con un dejo de añoranza, de nostalgia, de melancolía, de saudade.
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