Hay momentos en la vida donde podemos tomar una pausa, sentarnos, activar nuestros sentidos y tener una experiencia diferente que nos haga recordar que las cosas buenas se disfrutan en compañía de amigos, familiares durante una cata de vino.
Cada uno de nosotros tiene su bebida espirituosa preferida, dulce, seca, ácida un poquito amarga, nos acostumbramos a ella y se convierte en parte de nosotros pero olvidamos porqué es nuestra favorita, en ocasiones sin darnos la oportunidad de experimentar plenamente su aroma, sabor y textura.
Cuando una bebida nos atrapa, nos concentramos en una buena conversación, en la compañía y al tiempo que la experiencia gastronómica nos captura, quedamos inmersos en un ambiente único donde el tiempo y el espacio se reducen al instante que vivimos.
Imagine entonces que una tarde soleada de julio tuvimos la oportunidad de participar en una cata de vinos donde el maître sommelier Javier Ruiz nos llevó en un viaje en el que recorrimos los sabores de algunos de los vinos producidos en Portugal, Francia, España e Italia.
El sommelier es el experto en la combinación de los vinos con los alimentos, es decir, el maridaje gracias a que conoce todo sobre los vinos, desde la geografía, cosecha, embotellado, comercialización e industria.
El sommelier es la persona que introduce a los consumidores a encontrar el vino que más se adecuará, gracias al maridaje, a los platillos que degustaran en su evento. Gracias al trabajo que realiza al empatar los alimentos con los vinos para convertirlos en una buena o extraordinaria experiencia gastronómica nosotros, los usuarios finales, podemos perder los prejuicios sobre los vinos y comenzar a familiarizarnos con ellos.
Algunos podrían no haber tenido una buena experiencia al probar un vino blanco o tinto, por lo que decidieron no volver a consumirlo de nuevo y se niegan la oportunidad de intentarlo de nuevo.
Muchos de nosotros cuando queremos probar un vino nuevo ante la gran variedad que existe en el mercado es muy complicado el saber cuál elegir.
Borrar de la memoria una mala degustación de un vino así como saber cual elegir es el trabajo del sommelier al indicarnos que es lo más recomendable para cada ocasión.
Le comentaba entonces que en una tarde soleada de la semana pasada el sommelier Javier Ruiz nos presentó 4 vinos por etapas. Reconozco que fue una cata muy especial ya que, en realidad, fue concebida para que nuestras alumnas que participan en los programas de intercambio para Francia y Canadá tuvieran un primer (o segundo) acercamiento a los vinos desde la cultura.
Para vivir la experiencia de una cata el sommelier es quien nos introduce y para ello necesitamos hacer uso de nuestros sentidos.
Cuando el vino es servido la vista nos lleva a conocer su color y densidad, fue mágico en el momento en el que, al acercar la copa a la luz, el vino mostró reflejos de diferentes tonalidad, como los destellos que logra captar por la refracción de la luz la cámara y se plasma en una fotografía.
Después de haber observado las tonalidades del vino, pasamos a distinguir su aroma, con el sentido del olfato evocamos al pasado, su olor nos permite reconocer las notas frutales, florales o minerales que emite así como quizá su acidez, de la mano de algún recuerdo que puede llegar a la memoria al momento que disfrutamos el aroma que percibimos, el cual se intensifica cuando cerramos los ojos.
Con el aroma ya en nuestro sistema llegó el momento de probarlo. Un pequeño trago es suficiente para sentir los rasgos distintivos del vino mientras escuchamos su historia. La experiencia se intensifica en el momento que probamos las viandas que fueron cuidadosamente seleccionadas para la ocasión, dulces, saladas acompañada de quesos exquisitos en una combinación poco rutinaria con ingredientes que quizá, no hubiéramos imaginado mezclar.
El maridaje introduce el sentido del tacto, al tener contacto con las texturas de los platillos nuestros sentidos se fusionan en una explosión de sabor, entonces llega el momento en que podemos decidir si el vino fue de nuestro agrado o no.
Este círculo virtuoso de aromas, texturas y sabor lo repetimos durante tres momentos distintos, cada uno acompañado de un vino diferente y con ello una experiencia inigualable.
El trabajo del sommelier se basa en la experiencia memorable que logre producir en los comensales, con cada presentación de un vino o recomendación y eso fue lo que vivimos, al tiempo que aprendimos que el maridaje es aplicable a todos los platillos, desde unos tacos hasta un crème brûlé.
Así pues, en una tarde soleada de julio degustamos unos vinos al tiempo que aprendíamos sobre su crianza y aroma, en una charla agradable para dummies en vinos quienes se deleitaron con el talento y simpatía del maître sommelier Ruiz, quien a fin de que pudiéramos entender el lenguaje de los vinos lo tradujo en libros, escritores haciéndonos vivir una experiencia inolvidable donde cada uno de nuestros sentidos se deleito y participó activamente al punto de abstraernos de nuestra cotidianeidad.
Muchas gracias maître sommelier Javier Ruiz por recordarnos que los mejores recuerdos son los que se comparten en una charla con nuestros seres queridos.
Mi querido lector, si no ha tenido la oportunidad de participar en una cata de vinos, la próxima vez que le inviten a una, no puede dejarla pasar, es una experiencia que por lo menos se tiene que vivir una vez en la vida.
Laus Deo
@paulanajber