- Su costo ya es elevado y no corresponde a la calidad
Ante la iniciativa del diputado José Luis Novales acerca de “cobrar lo que realmente cuesta poner el agua en las casas” y que se equipare en todos los municipios, ciudadanos consultados en el Municipio de la Capital manifiestan diversas opiniones, pero girando la mayoría entorno a un desacuerdo por la medida correctiva sugerida por el legislador en pro de la permanencia del vital líquido para futuras generaciones.
Hubo expresiones optimistas como la de “María”, una ama de casa, se mostró en desacuerdo, expresando “que la sigan dando a ese precio para cuidarla, valorar y que no nos falte más” además de manifestar la situación de su colonia al oriente de la ciudad, dónde en al caer el agua se va, volviendo entrada la madrugada, recordando que el desperdicio del agua ha propiciado tandeos en colonias populares para que de cualquier manera haya personas barriendo su banqueta o regando sus jardines con agua potable.
Octavio, vendedor de periódicos y revistas, admite que si bien deja caer los primeros chorros de agua fría al abrir la regadera, debajo de esta coloca una cubeta para aprovechar esa agua posteriormente, ya que así ahorra un poco. “Si se aumentara el costo sería un abuso”. El voceador reprobó a aquellos que por flojera no racionalizan el uso del agua y ve con buenos ojos los descuentos en el recibo gestionados por la ciudadanía, contrastando con la visión de Novales, quién incluso etiquetó de corresponsables a los diputados que se prestan a dichas gestiones.
“¿Más caro”, dice extrañado Rigel, partícipe de un tianguis cultural, “primero se necesita una instalación de drenaje y agua potable eficiente, para que ahora sí al menos tenga argumentos este cuate para querer meternos el chorizo ”, incluso pone en duda lo que están cobrando al recibo, “normalmente CAASA pide más de lo normal, en mi casa estaban cobrando el aire ¿puedes creerlo?, sabía que un día nos cobrarían el oxígeno pero nunca pensé que fuera tan pronto”. Se une a esa línea, Karen, comerciante de alimentos, quién guarde poca fe en la medida, calificando la de “contraproducente” y argumentando que si de todos modos el agua no es cuidada ni bien pagada, “con medidas así, menos”.
Respecto al llamado del diputado blanquiazul porque en los municipios se subisidie menos el agua, Rigel menciona que “chance y aquí sería posible, pero sabemos que el interior del estado es una zona con un nivel de vida básico, no existe el nivel socioeconómico y la situación para muchos es precaria, si lo aumentan simplemente ahora no la van a pagar”.
En contra de los descuentos a los recibos está Alex, comerciante de gelatinas, asegurando que cada quién debe de pagar lo marcado o al menos eso sería lo ideal, “pensemos que si se regulan adecuadamente los costos, cada quién paga lo justo, traer el agua cuesta mucho más, si todos pagaran no tendríamos más problema que el de la prevención”, para él ésta es la única manera, como sociedad, de exigir un trato justo y servicio digno. Alex también considera “más que cobrar más para asustar a la ciudadanía, mejor resultaría sancionar adecuadamente a quién es negligente con el uso del agua”.
La efectividad de las campañas preventivas fue cuestionada por Leonardo, oficinista, al decir que “el agua no puede ser coaccionada por normas correctivas, debe ser por otro lado, crear campañas de publicidad que de verdad hagan mella a la sociedad” ya que las cataloga como “no lo suficientemente contundentes” pero asegura que “la semilla ya existe, sólo le falta ser sembrada”.