Insultos/ Bajo presión - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Lo que la comunidad judía rechazó del discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador fue el uso de hitleriano, pues “Toda comparación con el régimen más sanguinario de la historia es lamentable e inaceptable”, convertir este señalamiento en una defensa de Carlos Alazraki es intentar dejar a un lado la normalización del discurso de odio y la infantil actitud de ganar la discusión pública rebajando la conversación a quien ofende más, y donde cualquier expresión se justifica en nombre de la libertad de expresión.

Carlos Alazraki ha construido un personaje incómodo, que a través de un lenguaje mal sonante y soez intenta generar un vínculo de confianza, como si para hablar de manera honesta fuera indispensable decir groserías, con el pretexto de la cercanía se omiten los filtros, los insultos reemplazan los argumentos y se omite cualquier comprobación de los hechos para sostener sus juicios. El caso de este publicista no es único, más de un personaje público se atiene a esta estrategia para ganarse el favor de la audiencia; por eso señalo que la queja de la comunidad judía es sobre el uso de Hitler.

El comunicado del Comité Central de la Comunidad Judía en México no se trata de Carlos Alazraki y no está pidiendo que se le otorgue una patente de corso a este personaje por el simple hecho de ser judío, demandar que no se compare a nadie con la conducta criminal de Hitler no tiene que traducirse en pintar una raya entre “ellos” y “nosotros”; tampoco se puede asumir que sea un ataque a la Cuarta Transformación, porque se caería en la misma situación ridícula de quienes defienden cualquier acción del gobierno de López Obrador con la idea de que forman parte de su lucha contra el antiguo régimen, la de los fifis y conservadores que, malévolamente quieren destruir al pueblo bueno.

Hay quienes defienden la polarización como una forma de establecer claramente la posición y argumentos de quienes discuten, colocando en la conversación a cada uno en un extremo, sólo hay buenos y malos, blancos y negros, izquierda y derecha… Como si no existieran los matices, y a ese mal entendido hay que agregar la fascinación infantil por el escalamiento en el insulto.

No se puede culpar únicamente a la administración de la Cuarta Transformación, los grupos conservadores han aprovechado este ambiente de polarización para exagerar los avances de la ideología de género y confundir la lucha de las mujeres organizadas y de la comunidad de la diversidad sexual con el ataque sistemático a la familia tal y como la diseñó dios.

La plaga rosa y las feminazis son los insultos favoritos de quienes, en el afán de preservar las cosas tal y como las aprendieron en el catecismo, emplean esos insultos con los ojos cerrados a una sociedad cambiante que no corresponde a su idea de normalidad. Como si la preferencia sexual o la identidad de género fueran enfermedades contagiosas; como si la defensa de los derechos de las mujeres y las reacciones a la violencia machista sistemática fueran una respuesta inmerecida.

Es hora ya de relevar el insulto que nos coloca en un extremo, responder la grosería con ideas.

Coda. A Diógenes se le atribuye la frase “El insulto deshonra a quien lo infiere, no a quien lo recibe”, más preciso, imposible.

@aldan



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Edilberto Aldán
Edilberto Aldán

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