Hace unos meses, a la par que se concluían las obras de construcción del distribuidor vial de Pulgas Pandas, se realizaron algunos trabajos de adecuación en el crucero de las Avenidas Universidad y Aguascalientes. Los trabajos avanzaban tan lentamente, que los parroquianos nos dimos tiempo para preguntarnos qué era lo que se estaba haciendo. A final de cuentas se redujeron las islas en las partes oriente y poniente del crucero, en el curso de la Avenida Aguascalientes.
¿Qué sabré de esas cosas?, pero entiendo que la medida obedeció al deseo de incrementar el número de vehículos que esperan la luz verde para reanudar su marcha para, de esta forma, agilizar la salida de quienes vienen por el eje de flujo continuo. Pero he aquí que frecuentemente los automotores se acomodan tal y como se muestra en la imagen, en tres filas, o, peor aún en dos, sin el aprovechamiento de esta cuarta opción.
La verdad es que en general somos ineficientes en nuestra forma de transitar por la ciudad. En verdad es un gran misterio que hagamos las cosas mal pudiendo hacerlas bien. Nos detenemos así, sin siquiera pensarlo, con el desperdicio de espacio consecuente, y si vamos por una calle en la que perfectamente podrían circular dos vehículos, lo hacemos por el medio, y cuidadito con que alguien pretenda circular por un lado, porque nos molestamos, aceleramos y nos le cerramos. Confundimos manejar rápido con manejar a lo bruto y vamos a vuelta de rueda pudiendo ir un poquito; sólo un poquito, más rápido; a la hora de estacionarnos, ocupamos dos cajones y queremos hacerlo justo en la puerta del lugar al que vamos, no dejamos pasar a otros vehículos, y menos a los peatones; manejamos viendo el teléfono móvil; con la mano en la cintura nos pasamos las luces rojas, o arrancamos tarde por estar viendo el móvil; no respetamos las ciclopistas; cedemos el paso a otro vehículo sí, y sólo sí, la autoridad de tránsito nos lo ordena; conduciendo un vehículo somos incapaces de concebirnos como peatones, para todo queremos utilizar el vehículo, que de por sí ya nos demasiados, etc.
No nos hemos dado cuenta que Aguascalientes ya no es el pueblo bicicletero del pasado, sino una ciudad media que exige de nosotros una mayor atención, inteligencia y generosidad para una operación más o menos saludable.
Claro que no hablo ni de usted ni de mí, sino de otro que, precisamente, no lee esta columna Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a [email protected].