En lo que va de 2022, se tiene registro de, al menos, 11 linchamientos y 115 intentos de linchamientos, dijo María Elena Morera, presidente de Causa en Común, cientos de atrocidades, para esta organización civil se considera “atrocidad” al uso intencional de la fuerza física para causar muerte, laceración o maltrato extremo; para causar la muerte de un alto número de personas; para causar la muerte de personas vulnerables o de interés político, y/o para provocar terror. Cientos.
Una atrocidad es el asesinato de Daniel Picazo González en la comunidad de Papatlazolco, municipio de Huauchinango, en Puebla; cientos de pobladores retuvieron a este joven porque se les hizo sospechoso el auto en que circulaba y en atención a las advertencias, vía WhatsApp, de que estaban secuestrando a menores de edad. A Daniel Picazo lo golpearon y quemaron hasta provocar su muerte.
La autoridad municipal justificó la incapacidad de la policía indicando que no pudieron intervenir porque fueron rebasados en número y los pobladores de Papatlazolco estaban armados. Ante una atrocidad como esta dejar la responsabilidad en los cuerpos policiacos es cerrar los ojos ante la facilidad con que la masa justifica sus acciones viles, el equívoco de confundir justicia con venganza, el mal.
Días después de esta atrocidad, el presidente Andrés Manuel López Obrador, porque se le pegó la gana, elogió al pueblo bueno señalando que “gracias a nuestras culturas no se deshizo el país, porque somos herederos de grandes civilizaciones y en las familias, en los pueblos, en el México profundo se mantienen muchos valores, muchísimos valores, gente que si encuentra una cartera la devuelve y está pensando de que hay que hacer el bien sin mirar a quién, hay mucho en nuestro país, hay mucha honestidad”.
Para López Obrador el México Profundo lo personifica el puñado de hombres y mujeres honestos, no importa que en la misma mañanera insistiera en que “Con las tradiciones de un pueblo, con sus creencias vale más no meterse, es parte de la cultura y las creencias de los pueblos originarios, que representan al México que no termina por irse, al México profundo”, después de leer a su público esa nota en un periódico adversario, el presidente insistió: sigo pensando lo mismo, es decir, que el pueblo bueno tiene derecho a asesinar a quien le parezca sospechoso.
Enseguida López Obrador hizo una de esas referencias históricas que tanto le gustan y contó que al hermano de Porfirio Díaz lo habían linchado, justificó esa atrocidad señalando que Félix Díaz se lo mereció porque había abusado del pueblo de Juchitán y hasta les robó a su santo patrono.
Da vergüenza que desde el poder se justifique la bestialidad de la masa, el presidente o cualquier funcionario, ¿quién del gobierno dará la cara a las víctimas?, ¿quién mirará de frente a los familiares para contarles un episodio de la historia y así lamentar el asesinato brutal de Daniel Picazo?
Nada justifica los usos y costumbres cuando van en contra de los derechos humanos, ningún legado cultural merece ser preservado y adorado cuando genera víctimas. La adoración de un pasado glorioso del que, supuestamente, son herederos los pueblos originarios es una vileza. Seguimos evadiendo la discusión del tipo de sociedad incluyente e igualitaria que deseamos ser, seguimos tratando como animalitos a los que son diferentes, y tenemos tanto miedo de causarles daño, sobre todo, de vernos mal, que cuidamos sus usos y costumbres, a pesar de saber que están mal, que vulneran los derechos de todos.
Coda. En entrevista, Marie Elena Morera sentenció: “Mientras tengamos una tasa de impunidad de 98% la gente sabe que puede hacer lo que se le pegue la gana, porque matar es barato.”, no sólo eso, desde el poder se justifica diciendo que es una cuestión cultural y quedan bien con todos.
@aldan