A los olmecas y a las chivas.
Menos de 200
Tal vez usted no tenga ni idea de quién fue Javier Guzmán Colin. En cambio, probablemente recuerde que El Kalimán Guzmán jugaba de defensa en la Máquina Celeste, es decir, en el Cruz Azul. Y aunque usted no se sienta aludido al escuchar la clásica bienvenida “¡A todos los que quieren y a todos los que aman el fútbol!”, es difícil que no sepa que El Coloso de Santa Úrsula es el estadio Azteca. Ahora, si forma usted parte del enorme colectivo de quienes se apasionan por dicho juego de pelota, sin duda posee sobrados conocimientos para decodificar que la expresión El rebaño sagrado no se refiere a las fuerzas cósmicas pastoreadas por la Luna, sino a las chivas rayadas del Guadalajara. Todos esos sobrenombres fueron acuñados por Ángel Fernández Rugama (1925-2006), un locutor que, durante toda una época, dio voz y extensa nomenclatura a uno de los espectáculos más populares en México. Él también apodó Superman al portero Carlos Marín, El gran Cyrano al narigón Enrique Borja y El Niño de Oro a Hugo Sánchez. Los influjos verbales de Ángel Fernández traspasaron las canchas. Hoy es común que mucha gente, incluso de las generaciones más recientes, exclame “¡Me pongo de pie!”, al presenciar alguna acción digna de admiración. Claro, son muchos años de tradición…
Con todo, el fútbol era ya una práctica antañona en nuestro país cuando Ángel Fernández comenzó a narrar partidos para la radio y la televisión. El club Orizaba, primer equipo en México, fue organizado en Veracruz por el escocés Duncan Macomish, en 1901. El mismo año, obreros ingleses radicados en la capital hidalguense integran el Pachuca Athletic Club. El primer torneo se celebraría en 1902 —participaron, además del Orizaba y el Pachuca, el México Cricket Club, el British Club y el Reforma Athletic Club—. El fútbol en este país se juega desde hace 120 años.
El fútbol, ese deporte-espectáculo-negocio que hoy día enciende los ánimos de cientos y cientos de millones de aficionados alrededor de todo el planeta, comenzó a jugarse, tal y como lo conocemos, a mediados del siglo XIX, tiempo antes de llegar a México. La Asociación del Fútbol de Inglaterra, la más antigua, se creó en 1863. El fútbol tiene pues poco menos de doscientos años.
Más de 3100
Tal vez usted no tenga ni idea de quién fue Christoph Weiditz. Sabemos poco: nació alrededor de 1500 en Friburgo de Brisgovia o quizá en Estrasburgo. Falleció en Augsburgo en 1559. Como su progenitor —Hans Weiditz el Viejo— y su hermano mayor —Hans Weiditz el Joven—, se dedicó a las artes gráficas. En un autorretrato de 1523 aparece como un zancudo amedrentado. Eso no interesa. Importa que entre 1528 y 1529 viajó a la península ibérica, y estuvo en la corte de Carlos V. Tuvo entonces ocasión de dibujar a muchos personajes, entre otros, a Hernán Cortés —página 77 de su Trachtenbuch (libro de trajes)—. El extremeño intentaba mostrar al monarca la magnificencia de México-Tenochtitlan y demás tierras conquistadas. Para ello, había acarreado a Europa cosas, animales, flora y humanos. Había llegado al puerto de Palos en mayo de 1928, con algunos nobles mexicas, acróbatas, jorobados, enanos… Así, tocó en suerte a Christoph Weiditz ser el primer europeo que dibujó al vivo a americanos.
Weiditz representó (Trachtenbuch, páginas 10 y 11) un par de escenas del juego de pelota mesoamericano. ¿Por qué llevaría Cortés a jugadores de pelota? Seguramente porque entendió que el juego-ritual tlachtli era algo importante en el mundo indígena. Efectivamente, según el INAH, “el juego de pelota era tan importante que no existe zona arqueológica desde el Postclásico que esté desprovista de una cancha, y en algunos casos como Cantona hay 22 canchas. La proximidad del campo de juego con el tzompantli, tanto en Tula como en México, sugiere que el juego estaba vinculado al sacrificio humano por decapitación asociado a ritos de fertilidad. De este modo, el juego de pelota tiene tintes religiosos y políticos; por ejemplo, la conquista de Xochimilco por Axayácatl culminó con un juego de pelota”.
Así que el juego de pelota se seguía practicando en toda Mesoamérica cuando Cortés y sus aliados derrotaron al imperio Mexica-Colhúa. ¿Y desde cuándo? La evidencia más antigua localizada hasta ahora son unas pelotas de hule. Pero no sólo hay pelotas vetustas: “Las más antiguas son doce bolas de hule sólido recobradas en El Manatí, en el estado de Veracruz —reportan Michael J. Tarkanian y Dorothy Hosler—. Examinamos seis de ellas… Las dos bolas más antiguas tienen una fecha de 1600 a. C., la que coincide, más o menos, con la de Paso de la Amada, que es de 1400 a. C., aproximadamente. En este sitio de la planicie costera chiapaneca del Pacífico se encuentra el juego de pelota con el fechamiento más antiguo que se conoce.” Así que el juego de pelota se jugó en Mesoamérica durante más tres mil cien años.
Más de 310
El fútbol, menos de doscientos años; el tlachtli, más de tres mil cien años. Resulta impresionante la milenaria continuidad que tuvo el juego de pelota mesoamericano. Sin embargo, más debería sorprendernos la vertiginosidad de nuestros usos y costumbres culturales. Piénsenlo: bastaron unas cuantas décadas para que el Azteca fuera El Coloso de Santa Úrsula, pero también para que, en un santiamén, otra de las frases icónicas de Ángel Fernández, “¡El juego del hombre!”, se volviera políticamente incorrecta… Por cierto, felicidades a las chivas rayadas que se proclamaron campeonas del torneo Clausura 2022 de la Liga MX Femenil.
@gcastroibarra