Debates/ La columna J - LJA Aguascalientes
21/11/2024

“Y si el discurso persuasivo engañó a su alma, no es por eso difícil defenderla y absolverla de su responsabilidad, así: el discurso es un gran poder, que por el cuerpo más pequeño y secreto realiza las obras más divinas; porque puede detener el temor y mitigar el dolor y producir alegría y hacer que la misericordia abunde” Gorgias.

En un país en vías de desarrollo como lo es México, es fundamental y de vital importancia sostener ejercicios que permitan el intercambio de ideas y la proliferación del dialogo constante. Estimado lector de LJA.MX quiero expresarle que de manera personal considero a la oratoria y al debate como unas de las herramientas más trascendentes que tenemos los seres humanos, permite desarrollar el pensamiento crítico, el intercambio de ideas y del mismo modo, manifiesta un progreso entre posturas distintas que extienden una realidad mayormente objetiva.

De cierto modo nuestra democracia contiene grandes áreas de oportunidad, no existe la conciencia ciudadana ni la participación esperada, no obstante, diversas cámaras o instituciones como el propio INE promueven de manera constante ejercicios como los debates. En primer lugar, este tipo de dinámicas son plausibles ya que extienden un escenario para el debate de ideas y exposición de las propuestas de modo sintetizado. Sin duda alguna, han existido grandes debatientes en las distintas expresiones políticas y sociales, tanto en el ámbito legislativo, como en los distintos foros de opinión, siempre es grato recordar a grandes oradores o debatientes como el maestro Muñoz Cota o como Diego Fernández de Cevallos.

Con gran retórica en el apartado de Gorgias en las obras de Platón, se plasma la conversación que tienen Calicles y Polo con Sócrates, en ella abordan la importancia del uso de la palabra y su estructura lógica. No obstante, en el preámbulo político actual prácticamente se ha convertido en un espacio para denostar, agredir y polemizar un acto solemne como lo resulta ser el ejercicio dialéctico.

“El poder de la palabra en relación con los asuntos del alma está en la misma relación del poder de los medicamentos con los asuntos del cuerpo” Gorgias.

Cuando la sociedad clama más por el espectáculo, y deja de lado la calidad argumentativa, es necesario dilucidar que el político se adaptara a lo que le pide su audiencia, un show, un teatro, una función de entretenimiento. Cuando eso sucede se desvirtúa el ejercicio retórico, no es plausible, ni permite contemplar las propuestas y planteamientos generados a partir de una ideología partidista. El más claro ejemplo fue el debate presidencial pasado, en donde Ricardo Anaya y José Antonio Meade cubrían un perfil técnico y de buena consistencia argumentativa, por otro lado, se tenía a López Obrador. En uno de los momentos más álgidos del debate Ricardo Anaya acusó a AMLO con pruebas fehacientes y con una basta elocuencia sobre diversos actos de corrupción, a lo que López contestó “Ricky rikin canayin” y esa frase, esa frase estimado lector fue lo que permeo la agenda pública en el post debate.

Esto no significa que estos ejercicios no aporten espacios de valor, la historia es otra, se sumerge en la circunstancia que la sociedad extiende ante el morbo. El debate de Kennedy Vs Nixon fue el primer debate televisado, y tuvo un impacto definitorio en el resultado electoral, pero como efectivamente ya mencioné, las circunstancias eran otras.

En la medida en la que la gente exija más a los candidatos, ellos tendrán que estar a la altura de la propia exigencia. En un debate se deja entre ver el perfil de las personas, sus modales, sus gestos, su conocimiento, su desconocimiento, sus miedos y sus fobias, sus equipos de campaña. Sin duda alguna, nuestra democracia necesita fortalecerse, cada ejercicio dialéctico conlleva el intercambio de ideas, a un debate no se acude a tratar de imponer la razón por medio de argumentos o sofismas, se acude a presentar y exponer ideas bien organizadas que permitan al público generar una percepción más robustecida de lo que es el candidato y que políticas públicas implementara. Muchos políticos han confundido y distorsionado este esquema, se presentan a realizar ataques personales, parecería que alguien les dijo que, a mayor cantidad de insultos, mayor cantidad de votos, no es así, y jamás debe de ser así.

Como bien se decía en algún debate de elevado nivel “Las ideas y los valores del alma, son nuestras únicas armas, no tenemos otras, pero tampoco las hay mejores”. La siguiente encomienda es promover la votación y evidentemente salir a votar. Las palabras convencen, pero los hecho arrastran.


In silentio mei verba, la palabra es poder.

 


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