¿Qué tanto y cómo leemos los mexicanos? - LJA Aguascalientes
22/12/2024

El pasado 20 de abril el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) presentó los resultados del Módulo sobre Lectura (MOLEC) para el 2022, que ofrece información estadística sobre el comportamiento lector de la población mexicana de 18 años y más, con el fin de conocer sus principales características y proporcionar elementos para fomentar la lectura.

La cobertura geográfica del MOLEC es el agregado urbano de 32 áreas con una población superior a los 100 mil habitantes. Conceptualmente, un lector o lectora es “todo sujeto que declare leer cualquier tipo de material escrito, no restringido a la lectura de libros”, es decir, comprende también las revistas, periódicos, historietas, páginas de internet e incluso blogs, con la finalidad de no excluir a quienes leen en otro tipo de plataformas.

Específicamente, el MOLEC busca explorar qué leen los mexicanos, cómo lo leen, con qué fin y en qué condiciones realizan el hábito de la lectura. Entre los principales resultados de este año, destaca que el 71.8% de la población que sabe leer y escribir (alfabetizada) declaró leer algún tipo de material, una cifra que contrasta con el 80.8% obtenido en 2016.

Existe una fuerte relación entre el hábito de lectura y el nivel de escolaridad. Esta conclusión emerge en virtud de que el 88.4% de la población alfabetizada con algún grado de educación superior declaró leer algún material de lectura; en contraste, en la población alfabetizada sin educación básica terminada únicamente el 49.9% declaró leer algún material de lectura. En lo que se refiere de manera particular a la lectura de libros, el 43.2% de la población alfabetizada declaró leer al menos un libro en lo que va del año, cifra inferior al 45.9% registrado en el 2016.

La buena noticia es que, derivado de la pandemia, las y los mexicanos lectores aumentaron el promedio de libros leídos al año. Para el año 2022, se leyeron 3.9 libros, cifra superior al promedio del 2016 (3.8) y del 2019 (3.3). La mayoría de quienes leen libros lo hacen por entretenimiento (44.1%), seguidos de quienes lo hacen por estudio o trabajo (23.8%) y por cultura general (20.7%). La lectura de libros predomina en la población con algún grado de educación superior (64.7%), un notable contraste respecto de lo observado en quienes no cuentan con educación básica, población que apenas una tercera parte declaró leer libros. Por tipo de lectura, casi el 40% de la población alfabetizada que lee libros prefiere la literatura: novelas, cuentos, ciencia ficción, poesía y teatro.

Una señal de cambios en los patrones de hábito de lectura se observa sin duda en el acercamiento a páginas de internet, foros y blogs. Para el 2022, el 57.6% de la población alfabetizada declaró leer este tipo de materiales, lo cual resulta claramente superior al 45.2% registrado en el año 2016.

De igual forma, el MOLEC muestra que, entre más escolaridad, más tiempo se le dedica a la lectura. En este sentido, quien cuenta con algún grado de educación superior dedica, en promedio, 48 minutos a la lectura; por el contrario, quienes no cuentan con educación básica terminada, dedican un poco más de media hora.

Asimismo, el 53% de la población alfabetizada declaró comprender lo que lee. Más del 60% de esta población declaró preferir acceder a materiales de lectura gratuitos, como por ejemplo los libros. Destaca, también, que siete de cada diez personas declararon recibir motivación para la lectura, ya sea en el hogar o en la escuela. Del total de personas alfabetizadas que declararon no leer algún material, el 46.7% señaló como principal motivo la falta de tiempo.

En suma, de los hallazgos de MOLEC me queda la preocupación del motivo por el cual las personas alfabetizada no leen en México. Evidentemente existen diversas hipótesis, una de ellas revela un problema estructural, relacionado con la forma en que las empresas y las personas conciben y organizan el tiempo en medio de la cotidianeidad. Se sigue creyendo, por ejemplo, que entre más tiempo se dedique al trabajo se es más productivo, idea que no es respaldada por la evidencia. En este sentido, considero que las autoridades debemos apostar por impulsar cambios en nuestros sistemas educativos que revaloricen el ocio, es decir, que ofrezcan nuevos aprendizajes sobre el uso y aprovechamiento del tiempo libre para crear y reforzar nuevos hábitos, como lo es la lectura. La lectura es, sin duda, uno de los principales vehículos que nos puede llevar a nuevas realidades, ideas y, por supuesto, a reconstruir nuestras deterioradas formas de convivencia.


Finalmente, no puedo dejar esta editorial sin antes reconocer el útil y constante trabajo del INEGI, institución que, más allá de gobiernos e ideologías, se ha mantenido en la producción de un bien público que es esencial frente a la amenaza latente de la cerrazón y el autoritarismo: la información precisa para la toma de decisiones de políticas basadas en evidencia.

Te invito a plantear tus dudas, inquietudes e ideas a través de mi correo electrónico [email protected], o bien, en mis redes sociales: Maestro Perezchica, en Facebook e Instagram, y @RaulPerezchica, en Twitter. Nos leeremos la próxima semana.


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