El pasado viernes 8 de abril se llevó a cabo, de manera virtual, la 15ª sesión del Seminario Permanente de Ética Animal, en la que tuvimos el placer de ver la conferencia titulada Los demás animales ante el derecho: el tránsito desde cosas a miembros de la comunidad, impartida por el Dr. Israel González Marino.
¿Cómo nos relacionamos con los demás animales? Esta fue la pregunta con la que el Dr. Marino abrió su conferencia, pues considera expresa el núcleo del debate actual sobre la consideración de los animales como sujetos de derecho. La disertación consistió en exponer un recuento del avance en la consideración jurídica que se le asigna a los animales no humanos y como ésta tiene conexiones con visiones filosóficas y científicas que la fundamentan.
La exposición se desarrolló en tres partes; la primera inició con la descripción de un concepto base para entender la fundamentación teórica del derecho animal: la Sintiencia. La Sintiencia, señaló Marino, es un concepto que se utiliza para indicar que un individuo tiene la consciencia y la capacidad cognitiva para tener sentimientos, emociones y experiencias subjetivas. Usualmente se cree que cuando se habla de Sintiencia se dice sólo de aquella capacidad para sentir dolor; sin embargo, va mucho más allá de la mera sensibilidad, pues las experiencias también son vivencias concientes, y se ha demostrado que no son privativas de nuestra especie, sino capacidades que tenemos todos los animales. La cuestión relevante en este análisis filosófico y jurídico es, si compartimos esta capacidad ¿por qué que excluimos de la protección moral y legal a los animales no humanos?
Reconocer en otros seres la capacidad de Sintiencia genera una situación de tensión con respecto al principio de igualdad interespecie, ya que, de acuerdo con el Dr. Marino, este principio deberá atravesar varias etapas, como sucedió a lo largo de la historia, para que se aceptara que el color de piel, la orientación sexual y/o la situación socioeconómica son irrelevantes para nuestros intereses más íntimos, que en principio son poder desarrollarse y no padecer sufrimiento. Por eso es que la Sintiencia denuncia que hay una visión especista que no permite la expansión de los límites del principio de igualdad, por lo que se cosifica a los animales no humanos para que sólo sirvan a los interese de nuestra especie.
En la segunda parte de la conferencia se abordó la propuesta Abolicionista, teoría que se desprende de la filosofía y del derecho y que abona a la discusión en estas disciplinas. Desde la jurisprudencia ha habido casos muy valiosos de animales que recibieron el reconocimiento de sujetos de derechos o como personas no humanas. Para el Dr. Marino, el problema con esta teoría abolicionista es que sólo se le conceden esos privilegios de estatus a los animales protagonistas del caso en cuestión, y no se hace nada para extenderla a los demás animales; por ello un chimpancé, por ejemplo, que allá alcanzado un estatus jurídico dejará atrás a otros miles que seguirán siendo cosas ante los ojos de la sociedad. Buscando combatir esto, los abolicionistas han desarrollado giros políticos con los que proponen extender a los animales no humanos la categoría de ciudadanos. Un ejemplo de este paradigma son las llamadas familias multiespecie, que son comunidades en las que un animal no humano es reconocido como integrante del núcleo familiar y eso es una razón suficiente para que se le otorga una protección jurídica especial, rompiendo con esto las barreras cosificadoras legales. El punto débil de la familia multiespecie es que sólo incluye como sujetos de derecho a ciertos tipos de animales (como el gato o el perro), sin que importe lo que le ocurre a los cerdos, las gallinas o las vacas en las granjas y establos. Marino enfatiza que lograr el objetivo de extender los límites de la consideración de los derechos de los animales debe ser equitativo ante el padecimiento e injusticia que viven diariamente millones de animales no humanos en condiciones de explotación.
En la tercera y última parte de la conferencia, el Dr. Marino abordó dos conceptos: la descosificación y la constitucionalización para la protección de los animales no humanos. La descosificación de los animales, como su nombre lo indica, es una consideración en la que los animales no humanos salen del régimen de propiedad y de las facultades legales del dominio. Para que esto sea constitucionalmente posible es necesario recurrir a un ordenamiento normativo jerárquico legal en el que las normas deben estar acordes, ser consistentes y coherentes entre ellas para alcanzar el rango de constitucionales. El problema llega cuando éstas entran en tensión con las normas tradicionales que sólo incluyen derechos humanos. En estos casos el derecho ofrece como solución que prime siempre la norma de rango más alto (que normalmente son las que protegen nuestros intereses). Es así que se ha denunciado que las legislaciones que están en el nivel inferior se vuelven ineficaces cuando entran en conflicto con nuestros derechos fundamentales y en definitiva, agrega con énfasis el Dr. Marino, “siempre vamos a encontrar un derecho fundamental humano que va a seguir amparando cualquier forma de explotación hacia los animales no humanos”.
Lo anterior ha llevado a la constitucionalización de la protección de los animales en países como Alemania, India, Suiza o Brasil. La constitucionalización puede parecernos un gran paso, algo muy novedoso del que cabe esperar grandes cambios, pero, por desgracia (y aquí el Dr. Marino nos mostró algunos resultados de los países que la implementaron), se llegó a la conclusión de que, por más que protejamos legalmente a los animales, eso no ha llevado a un verdadero cambio de paradigma debido a que seguimos dejando primero nuestros intereses o se opta por regresar a la visión antropocéntrica. Aun con esta ausencia de cambio real, se considera que con la constitucionalización es posible generar un impacto simbólico en el mundo; por esto, es valioso señalar que debemos darnos cuenta de que no importa cuántas normas, reformas o constituciones especiales lleguen, porque lo más fundamental es tener un cambio de consciencia mundial respecto a la manera en que percibimos y nos relacionamos con los animales no humanos, y que sea un cambio que busque ser permanente, con o sin ayuda del derecho.