Poder Legislativo en México (3 de 3) - LJA Aguascalientes
16/11/2024

El movimiento alternativo que tiene el Poder Legislativo, lo ha convertido en espacio facultativo para proteger los intereses de la sociedad, dejando a un lado las barreras para actuar sobre nuevos enfoques, y no seguir ejerciendo acciones tecnocráticas desde una natural función política. Así, popular y numerosa la Cámara de Diputados representa a la población y expresa el principio democrático en toda su energía, más reducida y más lenta la otra.

 

Hoy como nunca, los estudiosos del sistema bicameral analizan el funcionamiento orgánico de las Cámaras. Hay quienes creen descubrir que el Senado es para los ancianos y los sabios y la Cámara de Diputados para los jóvenes y los ignorantes. Tal vez estas concepciones arraigadas en el pensamiento de Ignacio Ramírez fueron centradas en el siglo pasado, ahora los componentes de la misma tienen calificativos mutuos. Lo que sí está vigente es su clara interpretación sobre el propósito de las leyes, el cual lo sintetiza en este pensamiento: crear leyes en nombre del pueblo y los estados.
Son muchas las razones que existen para descubrir a un Poder Legislativo inhibido frente a las impresionantes formas que ha asumido el Poder Ejecutivo. La democracia en expresión de la ley, es una de ellas y la dictaminación fulminante, es otra, por sólo citar algunas.
Los congresos locales son cuerpos colegiados que rompen el cordón umbilical de los municipios ante el poder central de los estados.
De ahí que no se da una representación estatal de cabildos, y el Poder Legislativo Local se deposita en una sola asamblea de representantes distritales o proporcionales. Esta práctica facilita el entendimiento y la relación simple con el Ejecutivo local. No así en el ámbito nacional donde los estados, a diferencia de los municipios, representan ante la figura del senador un elemento federativo, y a través del diputado a un elemento popular.
La expresión únicamente de los Congresos locales se ubica en el catálogo de un sistema donde no existe contrapeso alguno que limite al Congreso de la Unión y sus iniciativas. No hay pues, un parlamentarismo ni siquiera embrionario, que tenga más facultades y decisión para modificar la ley. En términos generales el Poder Legislativo es una estructura de gobierno que a pesar de sus crisis históricas no fácilmente se debilita. Quizá estas mismas crisis han desmerecido la capacidad de propuesta del Congreso con el riesgo de perder la solvencia en los intereses sociales y de convertirse solamente en una corte de iluminados, automatizándose en la creación de normas jurídicas.
El legislativo es un poder legítimo y su hecho democrático no permite el abuso, esto no quiere decir que deje de ser objetable, disputable y sustituible. En este poder el ciudadano busca la proclamación de su derecho como logro que va creciendo donde hay democracia, busca también la preservación de su propio control. Este debe ser racional, y ofrecer argumentos para sostener ante los demás poderes sus propias posiciones.
Dice Francisco José Paoli, “cuando el régimen no sólo es presidencial, sino presidencialista como el nuestro, es decir, con un conjunto de facultades reales y formales excesivas depositadas en el Ejecutivo, la atención internacional de los legisladores ha sido nula o muy tenue”. Esta visión implica la necesidad de limitar las atribuciones meta constitucionales de un Ejecutivo dominante y extender las posiciones de los otros poderes. Por supuesto que este propósito no resulta fácil de materializarse, pero por ello no hay que dejar de intentarlo.
El Senado de la República juega un papel importante en las relaciones exteriores, ya que los tratados internacionales y convenciones diplomáticas que celebre el Ejecutivo de la Unión forzosamente tienen que pasar por la cámara alta, y esta tiene como función la de ratificar los nombramientos de diplomáticos y cónsules en los términos que la ley dispone.
En México el Senado no constituye un cuerpo de clase social, pero sí es el freno más fuerte que puede ponerse contra los arranques de una legislación precipitada y opresiva. De ahí que las grandes ventajas de una segunda cámara se descubren en la búsqueda de los equilibrios y el vigor de dos fuerzas complementarias del Poder Legislativo.
El Poder Legislativo del tercer milenio enfrentará cambios decididos en el marco de la nueva relación con la estructura del Poder Ejecutivo. El nuevo siglo traerá consigo el desafío de avanzar hacia un gobierno más compartido entre los poderes, se establecerán nuevas formas al interior de éstos, el abordaje de la problemática social contará con una visión de futuro. México vivirá, sufrirá y gozará los efectos de los invulnerables cambios de este siglo. La sociedad empieza a imaginar un poder central con divisiones reales, un poder público con el que se defina y respete el alcance de los tres poderes, una autoridad con límites, con atribuciones específicas, con frenos mutuos y advertencias sociales. n

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