Razones para escribir, nada está escrito/ La columna J  - LJA Aguascalientes
21/11/2024

“El día que deje de escribir estaré olvidando quién soy”.

Estimado lector del LJA.MX con el gusto de saludarle, aprovecho esta ocasión para referirme al texto de la semana pasada de mi amigo el Dr. Rubén Díaz López, sobre “razones para no escribir: todo está en Twitter y Netflix”. Ciertamente nos encontramos en momentos donde la lectura no resulta un atractivo, donde las redes sociales pudiesen parecer más entretenidas en el atisbo de información y la constante codependencia a un entretenimiento somero y falaz.

En muchas de las ocasiones me he cuestionado al igual que Rubén, ¿de qué sirve escribir?, ¿alguien le dará seguimiento a mis escritos?, ¿a alguien le importa lo que escribo? Son interrogantes muy subjetivas, pues quien escribe es su primer lector, la lectura y la escritura para muchas personas son razones suficientes para vivir. Creo firmemente en la inefable oportunidad de plasmar opiniones, pensamientos y sentimientos cada semana, es un infinito de razones para encontrarme a mí mismo y también para desterrarme, este camino al que llamamos vida es muy corto, está lleno de periplos y desavenencias, el no dejar una huella escrita sería perder la reminiscencia de nosotros mismos.

La cábala refiere que todo en el universo está y ya fue, no obstante, la particular cosmogonía que trazamos y burilamos en nuestras columnas, es una pieza de nuestra existencia, es nuestra libertada plasmada en letras de olvido y de promesas, pues el día que no tengamos razones para escribir amigo mío, ese día seguramente hayamos perdido la piedra cúbica de nuestra existencia.

“Comencé a escribir para vivir y ahora vivo para escribir”: Carlos Fuentes.

Escribir es la consecuencia de pensar, de cuestionar, de soñar, es lo que deriva de la conjunción del vino tinto y las palabras de Mario Benedetti, y lo que ha sembrado el cielo con cada noche inundada de estrellas que devuelven el brillo a la sonrisa de los niños que se esconden en cuerpos de adultos, porque ellos aún escriben, aún sueñan, aún alimentan su alma con la imaginación, y construyen su mente con más dudas.

Lo que pasa en el mundo exterior distrae a la esencia de lo que sucede en el interior, pero basta que recordemos a Kafka, o que imaginemos a Van Gok, sus obras son invaluables al intelecto actual, y económicamente hablando estratosféricas, o el caso de García Márquez a quien le dijeron que no tenía capacidad para escribir en un periódico de Colombia. No escribimos, amigo mío, para ser populares, escribimos porque lo necesitamos, porque es la ilusión de los domingos, escribimos porque es una parte que trasciende en nuestra vida, si alguien ajeno a nosotros mismos nos lee, entonces habrá valido el gusto, no la pena. Si alguien algún día habla de nuestros textos, entonces en la teoría de cuerdas estaremos plasmando un espiral de silencio.

“La lectura hace al hombre completo; la conversación, ágil; el escribir, preciso”, Francis Bacon.

El ser humano fracasa cuando va en contra de su naturaleza. Dar lectura a las columnas de este medio es gusto absoluto, leer al maestro Edilberto Aldán es tomar una clase de historia en 7 minutos, es analizar con objetividad lo que pasa en el mundo, aun cuando expresa una crítica, está enseñando. Encontrar las columnas de Mario Bravo es referir el ineludible compromiso social que debemos enfrentar ante la cuarta transformación, o encontrar la memoria de espejos rotos de Alan Santacruz es una magnífica oportunidad de conocer de temas extensamente interesantes.


Es evidente que es complejo poder cuantificar el alcance de nuestras columnas, pero considero como me dijo un maestro “Debemos ser de otra época”, no somos competencia para Netflix o Twitter, y no es necesario considerarnos como tal, la imaginación es más importante que el conocimiento, la prosa es la historia del mañana, es la conquista de un manantial que nunca debe de claudicar en la firmeza de promover la escritura y proponer la lectura.

“Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros”: Jorge Luis Borges. 

No estamos tan lejanos a la locura e ironía postexistencial de Borges, escribamos por Padawan, escribamos por Kaos, escribamos para recordar a Churchill, también para no olvidar a Sartre y Camus, tal vez en otra existencia nos demos cuenta de que sí, todo estaba escrito, pero en este breve momento al que llamamos vida, escribamos, escribamos y volvamos a escribir, simple y sencillamente por la razón de que escribir, ya que es volver a vivir.

Epílogo: los momentos que he tenido mayor libertad bajo la heteronomía que mencionaba Kant, los he encontrado en la razón de escribir.

In silentio mei verba, la palabra es poder.


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