El mal de Bartola en el Estado Mexicano: pocos recursos, hartas necesidades - LJA Aguascalientes
24/11/2024

 La canción de Chava Flores es sin duda una crónica anunciada del desmantelamiento del Estado mexicano. Parafraseando, con dos pesos se tienen que pagar el agua, el teléfono, la luz, y además ahorrar. Está demás decir que no alcanza, pues. Y es que, con la pandemia, se profundizaron brechas sociales y económicas que ya se acarreaban desde antes. Estas brechas exigen un mayor peso del Estado mexicano para atenderlas desde el gasto público. Consideremos algunas cifras.

Las cifras del CONEVAL muestran que para el 2020 existen alrededor de 55 millones de personas que viven con condiciones de pobreza, casi 4 millones más de lo que se registró en el año 2018. En educación básica, de acuerdo con datos de SEP, la matrícula, para el ciclo escolar 2020-2021, se redujo en más de 10 millones de estudiantes, comparado esto con la matrícula del ciclo escolar 2019-2020. En salud, alrededor de 36 millones de personas no acceden a los servicios básicos, lo que representa un aumento de 15 millones de personas más respecto al 2018.

Aunque también se avanzó -o al menos se contuvo el daño- en otras áreas sociales, como por ejemplo en seguridad social, lo que aquí se pretende es llamar la atención en las demandas sociales que aumentaron con la pandemia. Esto exige una mayor presencia del Estado, a través de programas y acciones más ambiciosas orientadas a llegar a toda la población. Pero también requiere de una mayor movilización de recursos para lograrlo. Aquí tenemos un problema estructural.

Durante la etapa de transición -allá por el 2018-, intentamos -en este mismo espacio[1]– anticipar que el Estado mexicano requeriría una reforma fiscal, progresiva, que trajera consigo recursos frescos para fortalecer las capacidades institucionales necesarias para atender todas las demandas de la población. A mitad de este sexenio, se puede decir que esto no ha sido una conversación que se promueva desde el gobierno federal, y no se ven trazas de que esto suceda en lo que queda de este mandato.

Decíamos, en especial, que una reforma fiscal era posible y necesaria, al menos por dos motivos. Existía un espacio para aumentar la carga tributaria, toda vez que en este país alrededor del 26% de la riqueza se concentra en apenas el 1% de la población. Es mucha la desigualdad que esto produce; desigualdad que sólo destruye el tejido social, y entorpece las capacidades productivas para avanzar como sociedad.

También señalábamos que elevar la carga impositiva, en las condiciones actuales de México, difícilmente afectarían las decisiones de inversión, y por ende el desarrollo del país. Esto no es algo que se nos ocurrió, la evidencia es clara en mostrar que cuando los países ricos -miembros de la OECD- tenían un desarrollo similar al actual de México -allá por los años 70-, su carga tributaria era cercana al 30% del Producto Interno Bruto: actualmente, la carga tributaria de México es de apenas el 16% del producto (esto es menor, incluso, que lo que países similares a México logran: Brasil recauda 32% del PIB, Argentina 28% del PIB, Chile 21% del PIB). Estos países desarrollados entendieron que había que aumentar las capacidades del Estado, fortaleciendo el músculo tributario; para lo cual no existen indicios de que esto haya afectado su crecimiento y desarrollo económico en el largo plazo.

Sería injusto decir que nada se ha hecho. Poco, pero algo se ha hecho. Se redujeron espacios de evasión y elusión, y aparentemente se han recuperado recursos gracias al combate a la corrupción. Sobre la reducción de la evasión y elusión, existen cifras que lo valida: en 2021, la recaudación tributaria del Gobierno Federal aumentó en un 4% en términos reales respecto al 2020. Sobre la austeridad, aún seguimos buscando los 500 mil millones de pesos que desde campaña se prometieron. Esto último no ha sido tan claro.

Es por todo lo anterior que es un imperativo evitar el desmantelamiento del estado mexicano, movilizando los recursos públicos necesarios para ello. Estos recursos se necesitan para atender desafíos trascendentales como superar la pobreza, la deserción escolar, y las carencias de acceso a servicios de salud. Se deben articular esfuerzos para evitar que el Estado mexicano se quede como Bartola: con apenas dos pesos y la consigna conservadora de guardar “pa´ mañana”.

 


[1] Ver: https://www.lja.mx/2018/09/el-espacio-fiscal-para-los-impulsos-anuncios-y-propositos-venideros/


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