La clase política que le teme a la participación ciudadana se conforma de clanes y tribus que se apropian de los partidos políticos para impedir que cualquier hijo de vecino pueda acceder a una posición de poder. Una parte de la clase política está organizada como la mafia y se reparten el pastel entre ellos, para lograrlo difunden y defienden la idea de que sólo ellos están preparados para ejercer el poder mediante un discurso que descalifica a los otros y que se basa en la discriminación.
Estos grupos consideran como primer requisito para entrar a la política los lazos sanguíneos y compadrazgos, después se responde a los intereses del negocio y a la amistad. Si a un ciudadano común y corriente se le permite el acceso, siempre es como una concesión que no daña de manera permanente el negocio, las migajas, pues.
Lo más grave es que el discurso con que estas familias defienden su permanencia en el poder parte de la discriminación, hacen creer que el político profesional nace y no se hace; en esta semana Movimiento Ciudadano presentó a Roberto Palazuelos como precandidato a la gubernatura de Quintana Roo, lo que provocó el escándalo mediático que acusaran a ese partido de frivolizar la política al impulsar a un actor, a un mirrey, al “diamante negro”.
En las entrevistas realizadas a Roberto Palazuelos, invariablemente, se le cuestiona por su labor actoral, la respuesta del actor es la misma, que además de su carrera artística es abogado, empresario y defensor del medio ambiente en Quintana Roo; también en todas las entrevistas es más el tiempo que le dedican a recordar las pifias del actor que en escuchar las razones por las que se quiere dedicar a la política, casi nadie lo atiende cuando dice que, como todo mexicano, tiene derecho a votar y ser votado.
Roberto Palazuelos tiene que enfrentar las comparaciones con Cuauhtémoc Blanco, sin importar que su discurso sea mucho más articulado que el del futbolista; se le desestima por el hecho de haber cometido excesos en su juventud, por los papeles que interpreta en la televisión, por su amistad con los hijos de expresidentes; su deseo legítimo de participar en las elecciones para gobernador de Quintana Roo son menospreciadas para centrar la atención en la personalidad de los personajes que ha representado, más grave, por los pecados que suponen tener dinero, estar bronceado y ser empresario.
Detrás de las acusaciones de “frivolizar” la política se esconde el miedo de una clase política que no quiere permitir el acceso a todos, que sigue minimizando la decisión de la ciudadanía y su derecho a equivocarse. Nada en la personalidad de Roberto Palazuelos lo exime de cometer los mismos errores que los supuestos políticos de siempre, tampoco le impide tener los éxitos de quienes presumen una carrera partidista. Las críticas a la precandidatura de este actor se basan en prejuicios morales que tenemos interiorizados a grado tal que no se repara en los actos de discriminación y clasismo que se cometen cuando se cuestiona el derecho de todos a participar en la política.
La candidatura de Roberto Palazuelos no debería requerir defensa alguna, como no la necesitan la de cualquier otra persona; el pasado y la carrera de este actor no debería ser un pretexto para denostar sus aspiraciones, porque, reitero, nada asegura que pueda tener éxito o cometer los errores a los que nos tienen acostumbrados los políticos de siempre.
¿Merece ser candidato Roberto Palazuelos? Sí, como todos los mexicanos, y todos tenemos derecho a votar como se nos venga en gana, por eso tenemos los gobiernos que merecemos, porque los elegimos.
Coda. Es Vito Corleone quien sentencia “Nunca digas lo que piensas a alguien fuera de la familia”, porque el negocio es una forma de subsistencia familiar, y no se le puede poner en riesgo revelando sus debilidades.
@aldan