“El tiempo es un efecto fugaz”
Fito Páez, Brillante sobre el mic.
Empecé a escribir este texto en fragmentos, en pequeños ciclos por así decirlo, destellos de ideas aparentemente inconexas en tiempo y espacio, sin un orden cronológico, difusas, no cumplen un sentido narrativo, más bien son palabras al viento, sobre tinta y papel periódico. Las primeras notas se asomaron en la brisa de Cancún, con sus aires extravagantes de Mar Caribe, tomaron serenidad en Isla Mujeres entre agua turquesa y una mirada melancólica hacia La Habana, dieron impulso definitivo en Valladolid con su encanto de pueblo Maya, pero en Chichén Itzá se expandieron como la inmensa selva entre la antigua ciudad para darle forma definitiva, corregí algunas palabras en Holbox ante la languidez de las horas, no toque ni una tecla en Playa del Carmen, Tulum mostró su esplendor, Bacalar le dio el condimentó que faltaba, el brillo, la profundidad, los colores, ya sólo me hacía falta su envío desde Mahahual. Cuando este texto se publique habré cumplido cuatro décadas, siendo preciso, ayer 27 de enero, que ahora para mí es el futuro, escribiendo esto unos días antes, que es el pasado, y está siendo leído en el presente ¿realmente todo lo que vivimos es tan lineal o los eventos y las experiencias se superponen y nos movemos entre distintos tiempos?
El tiempo es un movimiento cíclico del espacio, determinado por cursos ancestrales y actos de la naturaleza, postulaban los Mayas, el tiempo debía ser cíclico, por qué regresar, volver al origen universal alentaba una nueva creación, otra forma de concebir que sustentaría la regeneración de la vida. En sus calendarios y mediciones, lejos estaban de considerar al tiempo una sucesión lineal definitiva de pasado, presente y futuro, con un inicio y un fin, en su cosmovisión el movimiento del espacio es cíclico, el tiempo como un espiral que se proyecta hasta el infinito. El transcurrir del tiempo es uno de los grandes puntos de expansión de conocimiento y consciencia para el ser humano y sus preguntas por su devenir inexorable, los años, las décadas, los siglos, la historia. Cada civilización, cada cultura ha intentado darle un sentido al tiempo; medirlo, fraccionarlo, establecerlo, institucionalizarlo, algunas otras liberarlo o comprimirlo, entenderlo desde la ciencia, la religión, la astronomía, lo metafísico, lo espiritual, la tecnología, lo místico.
El tiempo lineal, junto con todo lo que ocurre en él, es superficial, esta intuición fue una de las grandes aportaciones de Einstein que cambiaría para siempre la física, postulando que desde los segundos hasta los milenios se despliegan y desaparecen, donde toda actividad es relativa, lo cual significa que no tienen ningún valor absoluto. La existencia basada en el tiempo no podrá ser jamás completa, pues por definición está hecha de fragmentos, de atemporalidad, en donde podríamos fundirnos con el todo en una “sensación oceánica” según definiría Freud. En todas las tradiciones espirituales desde diversos ángulos y concepciones el tiempo es la experiencia más fundamental, para Krishnamurti es esta: “El tiempo es el enemigo psicológico del hombre”, para Chopra comprender que pasado y futuro son sólo proyecciones mentales nos podría transformar en cuerpos sin edad. Para Nietzsche la concepción del tiempo está en aceptar que los acontecimientos del mundo, las situaciones pasadas, presentes y futuras serán repetidas eternamente, llamándolo el Eterno Retorno, es una idea compleja, difícil de encasillar, un concepto rebelde lleno de interpretaciones, tal vez ahí radica su enorme valor, la interpretación del tiempo, la manera de entender la vida como acontecimiento, como acción. En los Mayas los ciclos eran vistos como experiencia vital para la transformación, los hechos como puntos de inflexión para aprender y superar. La serpiente que se enrosca en un círculo yuxtaponiendo lo que fue, es y será.
¿Son el tiempo y la vida un viaje sin fin? ¿Qué significado tiene una década más o una década menos en el gran orden de las cosas, en el Ser? ¿Podremos abrir otra conciencia donde seamos mentes sin tiempo y emprendamos la ruta hacia la libertad? Nietzsche en su libro La gaya ciencia, en el parágrafo 341. El peso más pesado, apunta:
“¿Cómo te sentirías si un día o una noche un demonio se deslizara furtivamente en la más solitaria de tus soledades y te dijera: “Esta vida, tal como la estás viviendo ahora y tal como la has vivido -hasta este momento-, deberás vivirla otra vez y aún innumerables veces. Y no habrá en ella nunca nada nuevo, sino que cada dolor y cada placer, cada pensamiento y cada suspiro y todo lo indeciblemente pequeño y grande de tu vida deberá volver a ti, y todo en el mismo orden y la misma secuencia – e incluso también esta araña y esta luz de la luna entre los árboles, e incluso también este instante y yo mismo. ¡El eterno reloj de arena de la existencia se invertirá siempre de nuevo y tú con él, pequeña partícula de polvo!”? ¿Acaso te lanzarías al suelo rechinando los dientes y maldecirías al demonio que te hablara de esa forma? ¿O has vivido alguna vez un instante extraordinario, en el que hubieras podido responderle: “¡Eres un dios y nunca he oído algo más divino!”? Cuando un pensamiento así se apoderase de ti, te metamorfosearía, tal como eres, o tal vez te trituraría; ¡la pregunta sobre cualquier cosa “¿quieres esto otra vez y aún innumerables veces?” se impondría sobre tu actuar como el peso más pesado! O, -podríamos preguntarnos-, ¿qué tan bien dispuesto debes estar hacia ti mismo y hacia la vida para no desear ninguna otra cosa que no sea esta última, eterna confirmación, este sello?”.