De acuerdo con los resultados preliminares de un estudio nacional realizado por Instituto Mexicano de Sexología (IMESEX) sobre sexualidad femenina, reveló que el 40 por ciento de las mujeres se sienten insatisfechas por sus parejas sexuales y 8 de cada 10 hombres sufren de eyaculación precoz.
Juan Luis Álvarez-Gayou Jurgenson, director de IMESEX, señaló que la insatisfacción femenina y la eyaculación precoz en su mayoría son producto de la ignorancia y los estereotipos de género que tiene el mexicano, indicó que los hombres creen que las mujeres siempre deben estar dispuestas a una relación sexual y que ésta sea de la duración que él marque, producto de la creencia de que “las mujeres nada más sirven para estar en casa y servir al macho” provocando que las mujeres se repriman sexualmente.
En este sentido Héctor Grijalva Tamayo, director del centro de salud mental Agua Clara del Instituto de Salud del Estado de Aguascalientes (ISEA), coincide con Álvarez-Gayou Jurgenson, sobre la causa de los problemas sexuales en la pareja, que en su mayoría tienen su origen en la pésima educación sexual, los mitos alrededor del sexo y la idiosincrasia del mexicano, en la que la religión juega un papel fundamental de prohibición y represión hacia las manifestaciones de la sexualidad.
Grijalva Tamayo explicó que la anorgasmia femenina, la eyaculación precoz y la disfunción eréctil, en la mayoría de los casos no tienen que ver con problemas fisiológicos de los órganos sexuales, sino que es una cuestión puramente emocional y que debe ser solucionada por medio de terapia de pareja.
Indicó que los trastornos sexuales son multicausales, sin embargo en algunos casos pudieron haberse originado desde edades tempranas con experiencias amorosas negativas en la infancia, “pudieron ser niños poco queridos por sus padres, poco estimulados, abrazados, poco sensibles al afecto”, sumado al manejo de la sexualidad como algo prohibido, pecaminoso y secreto.
El director de Agua Clara precisó que en el caso de la anorgasmia, las mujeres pueden vivir con esta situación por años, puesto que para la mujer no es necesario sentir placer para tener sexo, situación contraria en los hombres, “si no hay erección, no hay relación sexual”, colocando a la disfunción eréctil como una cuestión “más catastrófica”.
Subrayó que los trastornos sexuales tienen un gran impacto en la sociedad, pues lo que comenzó como una mala relación sexual puede derivar en violencia familiar o de pareja. La insatisfacción puede convertirse en violencia sicológica, “no me haces sentir, no siento nada, era mejor con tal”, frases que son devastadoras para el que las recibe, apuntó; en el caso de los hombres dijo llegan a tener un mayor impacto pues centran su virilidad en “la satisfacción que pueden proveer”. Indicó que se puede pasar de la violencia verbal o a la violencia física.
Grijalva Tamayo y Álvarez-Gayou Jurgenson, remarcaron que la educación es la clave para una sociedad feliz y sexualmente satisfecha, que ésta no se debe limitar solamente al terreno de lo anatómico como actualmente se imparte en las escuelas de educación básica, pues la sexualidad no es solamente órganos y enfermedades, sino emociones y sentimientos.
Finalizó diciendo que la mejor forma de solucionar los problemas sexuales de la pareja es mediante la comunicación y la comprensión, no el reproche por sentirse frustrado.