El año que finaliza ha sido, quizá, la mayor suma de oportunidades para morir o desaparecer que ha enfrentado el mundo, nada más sencillo que rendirse a la ignorancia, ser un negacionista antivacunas o considerar el cubrebocas una imposición de los grupos de poder en contra de nuestra libertad de expresión para decidir exponerse al contagio, y si se está del otro lado, nada más difícil que evitar a este grupo de desconsiderados, por decir lo menos, que no tienen ningún respeto por los otros.
2021 fue un año fácil para desaparecer, entrar al olvido, no sólo por la pandemia de covid-19 y sus variantes, en México hay que sumar el avance del crimen organizado sobre todo el territorio y la incapacidad de las autoridades para generar condiciones de seguridad; la violencia y sus consecuencias, desde el ámbito íntimo y doméstico hasta sus manifestaciones en el espacio público, la puesta prueba constante de nuestra capacidad racional ante problemáticas multifactoriales. Un año de la persistencia de la incapacidad de las autoridades para ofrecer soluciones en las que se nos incluya a todos, un año en que se mantuvo el pasmo en que nos dejó la aparición del coronavirus y no fuimos capaces de, como colectivo, solventar las diferencias para una acción conjunta.
Concentrados en la supervivencia, priorizamos la pandemia y relegamos a segundo término cualquier otro asunto, la aparición y aplicación de las vacunas generó esperanza pero también una falta de atención para resolver las secuelas del encierro y el miedo, rápidamente nos rendimos a la solución mágica de la inmunidad y descuidamos las medidas sanitarias, en nuestro afán de certezas nos rendimos a la idea de la nueva normalidad sin cuestionar a qué queríamos regresar y si ese estado de las cosas era lo mejor para todos.
A pesar de todo lo que pesó sobre nosotros en el 2021, si hemos sobrevivido, hay que ser agradecidos, debo dar las gracias, como el animal de costumbres que soy, citaré a uno de mis autores favoritos: “Comienzo con una palabra que todos los hombres, desde que el hombre es hombre, han proferido: gracias. Es una palabra que tiene equivalentes en todas las lenguas. Y en todas es rica la gama de significados. En las lenguas romances va de lo espiritual a lo físico, de la gracia que concede Dios a los hombres para salvarlos del error y la muerte a la gracia corporal de la muchacha que baila o a la del felino que salta en la maleza. Gracia es perdón, indulto, favor, beneficio, nombre, inspiración, felicidad en el estilo de hablar o de pintar, ademán que revela las buenas maneras y, en fin, acto que expresa bondad de alma. La gracia es gratuita, es un don; aquel que lo recibe, el agraciado, si no es un mal nacido, lo agradece: da las gracias”, así inició Octavio Paz el discurso con que recibió el premio Nobel de Literatura.
Posterior al agradecimiento, considero, la mejor opción es intentar evadir el ruido, aislarse del escándalo y reflexionar, pensar en lo que sigue, no como la oportunidad de seguir el guion de futuro que alguien escribió, más como la ocasión para abordar cómo queremos llegar a ese mañana y qué es lo que podemos hacer para propiciarlo, eso es todo lo que sé, eso es lo único que se me ocurre aportar en esta circunstancia.
Gracias entonces, quien quiera agradecer a una entidad superior, está en su derecho, que reciba la paz que busca, en mi caso, agradezco la oportunidad de pensar diferente en un nosotros.
Coda. “Ánimo, salud y democracia”, así nos despedimos siempre mi hijo y yo, la frase la encontramos a través de las llamadas que nos hacemos, en busca de algo más que un buenas noches o la promesa de volver a vernos; no tiene la fatalidad de un adiós y sí contiene la propuesta de un hasta luego con algo más, para el día siguiente, para el mañana se requiere de la capacidad de comprender, experimentar y entender nuestra gama completa de emociones y afectos, la fuerza para resolver; para hacerlo debemos cuidar nuestra salud, y para generar el escenario en que podamos actuar en libertad sólo hay un camino, la democracia. En el ritual que siga para desear un próspero año nuevo, yo sólo incluiré esa frase, es lo que creo que está en las manos de cada uno. Gracias lector, nos leemos ya en el 2022, ánimo, salud y democracia.
@aldan