La violencia en contra de la mujer no sólo deja estragos en el plano físico, sino también en lo psicológico, emocional y social, orillándola -en el peor de los casos- a intentar suicidarse, señaló la directora de la fundación Mujer Contemporánea, Roxana de Escobar.
La activista indicó que la información emitida recientemente por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) no debe desestimarse, pero tampoco debe tomarse como única fuente, pues existe un porcentaje de féminas violentadas que no acude a ninguna instancia a recibir auxilio o atención.
Además aclaró que, en el caso de Mujer Contemporánea, se habla de víctimas expuestas a un alto riesgo, término que explicó como los casos en que la vida de la mujer ha sido puesta en peligro mediante amenazas de muerte, intentos de homicidio e incluso de suicidio, mientras que las cifras de IMSS pudieran hacer referencia a violencia intrafamiliar en general.
Calculó que sólo el 65 por ciento de las mujeres que son víctimas de violencia denuncian las agresiones que sufren o acuden a asociaciones como la que ella preside, pero insistió en que no existe un registro estándar para todas las instituciones que atienden estos problemas.
Otro factor que influye en la diversidad de cifras, dijo, es que la violencia física es la más notoria, pero la más frecuente en contra de las mujeres es la del tipo emocional, que consiste en “cosificarlas” y minimizarla como ser humano: “hacer sentir que no vales nada, que no sirves para nada, que no eres nadie, que estás fea, que eres una persona despreciable”, maltrato que provoca una baja autoestima, que a la larga es lo que induce el deseo de quitarse la vida.
Este tipo de violencia también incluye restarle autoridad y presencia delante de los hijos, calificándola de loca, tonta o de incapaz de ayudar a los hijos, al igual que invalidar la expresión de cualquier pensamiento u opinión.
De Escobar coincidió con los datos presentados por el IMSS en el sentido de que la violencia va mermando la salud física de las víctimas, reflejándose a manera de cefaleas y migrañas constantes, padecimientos gastrointestinales, afecciones en la piel, etc.
Las consecuencias también se pueden ver a través de las faltas o la deserción en el ámbito laboral, comportamiento antisocial con sus compañeros de trabajo, agresividad, sensación de menosprecio a su trabajo.
Aparte de la víctima directa, la violencia que se practica en el seno de la familia tiene efectos en los hijos, quienes ante la deformada imagen que tienen de su madre, desvalorizan la imagen femenina en general, aplicándola de manera general: “si mi madre está loca, esto es igual a que todas las mujeres están locas”, sostuvo.
De esta manera, concluyó, toda relación hombre-mujer que estos niños establezcan en su vida, ya tienen una gran desventaja, pues los varones verán a las mujeres como un ser inferior, concepto que de sí mismas tendrán las niñas, y esto sólo contempla el costo social de lo que “desde hace muchos años es ya un problema de salud pública”.