A inicios de este mes partió un actor originario de Silao, Guanajuato, que se caracterizó por una voz envidiable, de esas graves de locutor, de personalidad fuerte que inspiraba a ser invitado para interpretar villanos, su nombre: Enrique Miguel Rocha Ruiz (1940-2021), conocido en el mundo del espectáculo con el mote de Rochón.
Incursionó en la televisión y fueron, aproximadamente, 30 las telenovelas en las que actuó, en la mayoría con personajes antagónicos, como: El privilegio de amar, Las vías del amor, La mentira, y su última producción en 2018, Me declaro culpable. “Me quedo con la telenovela Pasión y poder; productor Sotomayor y director Pedro Damián, y en cine con Padre Quino, con Felipe Cazals”, manifestó.
Realizó varios doblajes; uno de los más reconocidos fue el de Bagheera en El libro de la selva, en el 2016: “Fui también locutor de Radio Universidad cuando tenía entre 19 y 20 años.”
En teatro intervino en las obras: Noches blancas (1981) de Fiódor Dostoievski y Hamlet (1964) de William Shakespeare y dirección de Álvaro Custodio. De esta última, el crítico y cronista teatral, Armando de María y Campos, comentó acerca de su desempeño: “Noble esfuerzo de Eugenia Ríos y de Enrique Rocha para que su voz llegara a todos.” (Novedades, 16 de abril de 1964).
En El brillo de la ausencia, dirigida por Julio Castillo, alternó con Irma Lozano, Alma Muriel y Juan Peláez, y contó con la escenografía del Mtro. Alejandro Luna. Fue un montaje que dejó un buen sabor de boca a todos los asistentes, y en el que el reparto fue ovacionado: “…lo más llamativo de la representación fue la actuación de los cuatro actores. ¡Los cuatro estupendos! Irma Lozano, como la bailarina Sonia, con sus tonos dramáticos; Enrique Rocha, que hace mucha falta en los escenarios capitalinos, creó un carácter de extrañas facetas en Miguel, que se figura ser un “héroe” de la resistencia en la cual pasó por imaginarias torturas…” (El Día, 7 noviembre de 1983).
También fue elogiado por su temperamento en la escena en Un país feliz: “Destaca del conjunto el joven Enrique Rocha, que revela poseer talento y temperamento… en este momento es uno de los más logrados valores jóvenes y que tiene en su haber varias magníficas interpretaciones experimentales. Rocha entra de lleno al teatro profesional haciéndose notar gracias a la peculiar y asombrosa personalidad que lo hará sobresalir siempre, a esa curiosa mezcla de diabolicismo e inocente presencia.” (El Día, 9 de febrero de 1964).
Con el maestro Ignacio Retes trabajó en la obra La carpa en el Teatro Reforma, y se distinguió con su actuación, al igual que sus compañeros Eric del Castillo, Eugenio Cobos y Judy Ponte: “Enrique Rocha, cuya grave responsabilidad está más frecuentemente en los silencios que en los textos… sabe hundirse hasta las mayores profundidades del asombro, sabe dar la medida, o mejor dicho, la intensidad, de su ignorancia, de su pasmo.” (¡Siempre!, 14 de abril de 1971).
En una de las tantas entrevistas que le hicieron a lo largo de su carrera señaló acerca de su experiencia en las tablas: “Yo tuve una educación teatral muy importante con Juan José Gurrola. Él me educó la voz, después tuve la fortuna de trabajar en Hamlet, haciendo el personaje protagónico de William Shakespeare con Álvaro Custodio en el Convento de Acolman, eso implicaba una educación de voz por el teatro clásico, significaba tener una voz fuerte, bien entonada y educada.”
¿Cómo incursionó Rocha en el teatro? “Estaba José Gurrola dirigiendo Despertar de la primavera, yo llegué con un amigo a ver el ensayo; de pronto Juan Ibáñez, que en ese momento era actor, no fue a ese ensayo y el director nos invitó a uno de los dos presentes a hacer la réplica del papel del actor ausente; me animé y leí los parlamentos (sin tener idea del teatro) y me dice el director -tienes muy buena voz, buena presencia y te quedas con el papel porque Juan Ibáñez no llega nunca a los ensayos-.
El teatro es un poco más difícil que otros géneros porque tienes que ensayar dos o tres meses y tener perfectamente ubicados los textos, una equivocación, por ejemplo en Hamlet y te hundes en la escena, esto me pasó en la obra Bajo el bosque blanco, estaba narrando y de repente se me fue el diálogo, pedí disculpas al público y fui por el libreto, lo leí y al público le encantó mi espontaneidad; era teatro experimental, improvisado y es parte natural del teatro; es muy bello que un actor se equivoque en escena y te diga -me estoy equivocado, con permisito-, obviamente si te equivocas cinco veces ya te chiflan”.
De las preguntas que siempre le hicieron fue el género de su preferencia, a lo que Rocha dijo: “De teatro, cine y televisión, personalmente me quedó con el teatro, ya que es la cúspide del actor, la parte más vital, más emocionante, más comprometida.”
Varios premios hubo en su historia profesional: Una diosa de plata; nominado dos veces para el Ariel; un premio de El Heraldo de México (2003); cinco premios TV y Novelas, así como ganador del Premio Palmas de Oro (2003), INTE (2003), Bravo (2000) y ACE (1991).
Enrique Rocha llegó a comentar: “El actor se basa en su cuerpo, en su espíritu, su expresión; hay que conocer el género humano”. ¡Descanse en paz, Enrique Rocha!
Teatrología
1960 Despertar de primavera, de Frank Wedekind
1963 Los poseídos, de Fiódor Dostoievski
1964 Hamlet, de William Shakespeare
1964 Un país feliz, de Maruxa Vilalta
1971 La carpa, de Vicente Leñero
1981 Noches blancas, de Fiódor Dostoievski
1983 El brillo de la ausencia, de Carlos Olmos
Fuentes consultadas:
Diccionario mexicano de teatro. Siglo XX, Edgar Ceballos, Escenología, México, 2013
http://www.criticateatral2021.org/html/index.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Enrique_Rocha
https://www.eluniverso.com/entretenimiento/gente/actor-mexicano-enrique-rocha-
https://www.youtube.com/watch?v=HLejZmFUwOw
https://www.facebook.com/watch/?v=209309713791442