Con el propósito de visualizar el sitio que ocupa la Política Fiscal en el escenario político nacional, la vamos a situar en un mapa imaginario del continente al que da forma el Estado Mexicano, (Cfr. Nota mía, LJA.MX. Por quién doblan las campanas. Viernes, 10 de septiembre, 2021). En él observamos el gran perfil de lo que sería la Madre Gea en cuyo norte se delinea un gran círculo que conforma la Economía Política que engloba al sistema económico del país; inmediatamente, a su interior, se dibuja un círculo concéntrico –como su núcleo- que es la Política Fiscal, también llamada por los expertos como la “madre de todas las políticas”. Y de cuya base se engarza otro círculo, que forma una intersección sobre aquella y recibe el nombre de Políticas Económicas a las que incorpora. Gracias a este simple esquema arropamos imaginativamente la Ley de Ingresos, que es el corazón de la política fiscal y el objeto de nuestra reflexión y análisis.
Para el caso de la Ley de Ingresos 2022 que recientemente se acaba de votar y publicar, ya hemos adelantado que esta norma federal que regirá el próximo ejercicio federal anual, tiene características y efectos dignos de notar, y que pintan en blanco y negro, el carácter distintivo del gobierno que preside Andrés Manuel López Obrador, especialmente por su pretensión de transformar el régimen político de México.
Un primer rasgo de este régimen, lo podemos inferir de lo dicho por el mismo Secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Rogelio Ramírez de la O, al presentar el proyecto ante el Congreso, en que declaró que el presente proyecto se hace por y desde el sector público, estrictamente dicho; es decir, se origina desde el centro del Poder Ejecutivo propiamente dicho. Afirmación que implica una disyuntiva clara e intencional respecto de la IP, iniciativa privada.
Implicando que no establece el concurso ni directo ni convergente con el Sector Privado de la Economía –dicho enfáticamente con el empresariado mexicano-; por lo que, podemos inferir que el núcleo concéntrico más vital de la economía nacional que conforma la Política Fiscal (al menos para este ejercicio próximo), no tiene sustento en la idea de causar nuevos impuestos que pudieran provenir del sector privado de la economía; asumiendo que por definición es el sector mayor –por volumen y peso específico de la misma-; sino que se ensayará de que la recaudación provenga del ensanchamiento y/o ampliación de la base de contribuyentes menores, cuya actividad más intensiva –lo sabemos- al día de hoy, se da en el ámbito informal de la producción económica. Base a la cual pretende convertir en un causante cautivo. Su tesis es: hoy, con la captación de mayor número de causantes económicos del Sector Informal de la economía, se podrán cumplir los objetivos del Gasto Gubernamental que propone el Ejecutivo.
Primera inferencia de análisis, de la que podemos definir la tesis según la cual, bastará la simple extensión de la base contributiva de los informales, haciéndola ahora activa, para incrementar el volumen recaudatorio del Fisco, para este próximo ejercicio, con lo que estará garantizado un saludable margen de maniobra que sustentará el Gasto Presupuestal para el Bienestar, que representa su principal esfera dependiente, en forma de egreso/gasto.
Esta decisión Ejecutiva, mediante la cual, se pretende capturar la base social que hoy permanece externa a su influencia directa, deja de soslayo un pacto social que, bajo otros supuestos, debiera ser central a la Política Fiscal. Es decir, vincular por lógica y por necesidad a los dos factores esenciales de la Economía Política: el gobierno y el empresariado.
Ambos factores, por definición, debieran converger en una contribución voluntaria y políticamente consensual para generar la “riqueza” de la Nación y que ésta, a su vez, se distribuya racional y equitativamente para bien del todo social. Debemos recurrir a lo que define nuestra Constitución Política sobre todo en los capítulos en que reconoce la forma tripartita de formación económica del país: el sector público, el sector privado y el sector social.
En síntesis, el nuevo régimen de Morena determina que no hay pacto económico Fiscal intencional, específico y contractual con el Sector Privado, se le deja correr en paralelo y que, al final, contribuya al enriquecimiento del Tesoro de la Nación, mediante su contribución acostumbrada, pero no se finca relación específica en materia Fiscal alguna con él, La centralidad de esta tesis merece ser indicada aquí:
1º.- La ideología política del grupo en el poder prima y va por delante de la norma constitucional para generar la riqueza de la Nación y su justa y equitativa distribución en su estructura social total.
2º.- El empresariado como agente económico es reducido, mediante el discurso presidencial, a una “oligarquía rapaz”, incapaz de contribuir al desarrollo y bien común del resto de la sociedad, pues sólo mira a su enriquecimiento de clase y a la apropiación de valor de los bienes públicos.
3º.- La ideología “neoliberal” es por naturaleza expoliativa de la masa popular y es causa directa de su postración económica y de la situación vulnerable de su nulo o carente desarrollo.
4º.- “Su” gobierno, el del actual Ejecutivo, habrá de demostrar que no necesita de pactos o componendas con el sector privado, sino que con la base social que lo soporta es suficiente para hacer que el país salga adelante.
5º.- Recurrir a la Deuda fiscal para fincar el desarrollo o conceder créditos a las empresas o negociar postpagos a los acreedores del fisco son anatemas de su doctrina de “buen gobierno”; cada cual debe resolver sus problemas, “rascarse con sus propias uñas”.
Veamos la composición interna de esta Ley de Ingresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal de 2022.
Ingreso Estimado: 7,088,250.3 millones de pesos. 1. Impuestos, 3,944,520.6 /2. Cuotas y Aportaciones de Seguridad Social 411,852.5 /3. /Contribución a Mejoras. (Obras Públicas) 32.6 /4. Derechos, 47,193.5 /5. Productos, 7,918.8 / 6. Aprovechamientos, 184,864.7 (Multas, Indemnizaciones, Reintegros, Aportaciones y Cooperaciones,etc.) /7. Ingresos por Ventas de Bienes, Prestación de Servicios y Otros Ingresos, 1,205,324.3 /8. Transferencias, Asignaciones, Subsidios y Subvenciones y Pensiones y Jubilaciones, 370,928.1 /9. Ingresos Derivados de Financiamientos, 916,615.2
Es de notar que el peso relativo del ingreso por Impuestos representa el 55.64% del ingreso Total Estimado, lo que significa que, aun asumiendo que se ensanche la base de contribuyentes que hoy están en la informalidad, y se cumpla así el incremento de los ingresos de la Federación, éste incide exactamente en poco más de la mitad del ingreso total esperado; pero el restante 44.35% debe ser integrado por el restante de las variables que aportan al ingreso. Lo que sigue pesando de manera importante en la suma que debe ser aportada por el sector activo de la economía que, al final, proviene también del sector privado, lo que nos conduce a una matización de las pretensiones discursivas del Ejecutivo.
El día jueves 18 que esto escribo, se está celebrando la Cumbre de los tres países de América del Norte: Canadá, Estados Unidos y México. En que se dialoga precisamente de los retos y desafíos que el contexto económico y político actual representan; y que incluyen temas de agenda tan importantes como el T-MEC en forma Trilateral y vis á vis cada país integrante. Atendiendo lo cual, salta a la vista que el sector privado de cada uno de los países miembro tiene observaciones y cuestiones de gran trascendencia por ser atendidas. Hecho del cual podemos inferir que el empresariado mexicano no puede quedar bajo una mirada de soslayo a su potencial contribución para la generación de los factores indispensables del presente y futuro desarrollo.
Este papel trascendental de los factores reales del desarrollo económico exigen por su propia naturaleza un tratamiento serio y cierto de participación y potencial aportación al impulso del crecimiento. De hecho, en esta descripción somera de la Ley de Ingresos 2022, resulta evidente que la narrativa presidencial o del Ejecutivo mexicano es en esencia retórica y falaz, porque en la composición misma del Ingreso está considerada la parte sustantiva de los gravámenes a lo largo y ancho de los tres sectores de la economía: el primario –o de la producción agropecuaria y forestal, la extracción minera y de los combustibles fósiles; el sector secundario o de la industria de la transformación –en sus muy diversas variantes y aplicaciones tecnológicas-; y el sector terciario o de servicios, en el cual el comercio, las telecomunicaciones, las tecnologías digitales y de la información, y enfáticamente el turismo juegan un puesto central, a la hora de la generación de ingresos, tanto a nivel local como a nivel nacional. Todos ellos bajo injerencia directa de los privados.
Por tanto, la pretensión de una narrativa gubernamental que menosprecia y soslaya –de manera ficticia e ideológicamente interesada- la central e importante participación del empresariado –sea menor, pequeño, mediano o grande- no tiene sustento, cuando se contrasta con el papel dinámico, necesario e indispensable de generación de la riqueza nacional. Lo que queda al Ejecutivo es ponderar y avanzar hacia toma de decisiones más en consonancia con su entorno continental de América del Norte, como lo está dejando meridianamente patente el presidente Joe Biden con su plan de inversión por 1.2 billones de dólares en infraestructura, afirmando que “es una prueba” de que ambas partes “pueden ofrecer resultados reales para personas reales”. (Fuente: CNN.) “Compatriotas, hoy quiero que sepan que los escuchamos y los vemos”, dijo Biden en una ceremonia de firma en la Casa Blanca. “El proyecto de ley que estoy a punto de promulgar es una prueba de que, a pesar de los cínicos, demócratas y republicanos pueden unirse y producir resultados. Podemos hacer esto. Podemos ofrecer resultados reales para personas reales”. “Y estamos dando un paso monumental para reconstruirnos mejor como nación”.
Lo dicho, sin demérito de la trascendental importancia que tiene para México la superación de sus crisis por la pandemia del coronavirus y el hundimiento económico que se causó, más allá de doctrinas militantes de supuesto cuño transformador, pero en realidad divisorias de la sociedad y provocadoras de estanflación de la economía.