Nadie discute que los periodistas se deben a la ciudadanía, quienes ejercen esta profesión están para servir a los lectores, para informarles, con su ejercicio ayudan a generar una opinión pública con criterio; en esa medida se les exige, a los profesionales de la información se les otorga una tremenda carga de responsabilidad que, muchas veces, rebasa no sólo su capacidad sino su estado anímico, pues ante la tarea se encuentra solo, sin apoyos.
Un estudio reciente del Reuters Institute for the Study of Journalism y la University of Oxford pone de relieve la importancia de la imparcialidad de las noticias en un mundo polarizado, el reporte evaluó una serie de encuestas que resume en que la mayoría de consumidores de noticias demandan que las organizaciones periodísticas reflejen la mayor cantidad de puntos de vista posibles y no empujen una agenda en particular.
No se puede despreciar esta exigencia ciudadana, pero sí es necesario solicitar a la sociedad que trate con la misma severidad a quienes entorpecen el ejercicio periodístico; es indignante la facilidad con que un sector de la población acusa de chayoteros a los reporteros, en especial cuando estos señalamientos tienen como propósito descalificar el punto de vista de quien revela algo con lo que no están de acuerdo.
A los reporteros se les demanda no mentir, no distorsionar los hechos, que no se manipule la información, pero en un entorno polarizado, cuando se les acusa de recibir dinero o prebendas de la clase política, casi siempre lo que se intenta es ocultar el sentido de la crítica. Décadas de una conducta priista hacia los medios de comunicación que basaba su trato en la premisa de que no pagan para que se les pegue, ha dejado la idea de un periodismo que sólo depende del ánimo de la clase gobernante, todo apoyo por parte de los distintos niveles de gobierno se ve como un acto de corrupción, cuando no es así.
Para contar con un periodismo que sirva a la ciudadanía es indispensable el apoyo de la sociedad pero también el reconocimiento de las autoridades que nos gobiernan, más allá de su obligación de asegurar las condiciones para ejercer el periodismo y no morir en el intento, como a cualquier otro sector de la población se le debe el mínimo reconocimiento, y no lo están obteniendo los miles de hombres y mujeres que diariamente intentan reflejar lo que está ocurriendo en el mundo, en el país.
Hace cinco años el Congreso de Aguascalientes aprobó la creación de un Premio Estatal de Periodismo, a pesar de la pequeñez de miras con que los legisladores de ese entonces consideraban que estaba bien reconocer la labor de los periodistas en la entidad, era un primer paso para establecer un entorno mejor para quienes ejercen esta profesión. Cinco años después, la LXIV Legislatura local, en lo oscurito, con trampas, sin pensar en el gremio, transformó esa iniciativa de un Premio Estatal en el otorgamiento de una medalla, eso nada más.
Si los integrantes de la LXV Legislatura no estuvieran tan ocupados en representar sus propios intereses, revisarían los procedimientos con que sus antecesores borraron la oportunidad de reconocer la labor de los reporteros en Aguascalientes, no con una invitación a una comida o la limosna de 500 pesos por ser entrevistados. Para armar la iniciativa del Premio Estatal de Periodismo se consideró la opinión de diferentes sectores de la comunidad, entre ellos, el de los académicos, todo ese esfuerzo que planteaba reconocer de manera serie el esfuerzo de los periodistas en la entidad, se arrojó a la basura.
En el Congreso de Aguascalientes la mayoría es “oposición” al gobierno de la Cuarta Transformación, políticos que se llenan la boca señalando al presidente porque no soporta la crítica, porque la desdeña, más de un diputado pinta a López Obrador como un calumniador profesional, pero cuando se trata de evaluar lo que ellos hacen por el periodismo en la entidad, entonces escurren el bulto y asumen las mismas actitudes que reprochan en el titular del Ejecutivo.
Miembros de la LXV Legislatura, es momento de que dejen de actuar como si siguieran en campaña, abandonen esas prácticas de pagar aduladores y tomen en serio la profesión, es su obligación reconocer a los periodistas de Aguascalientes, de darles su lugar.
Coda. Uno de los versos más famosos de Piedra de Sol de Octavio Paz indica: “el mundo cambia si dos se miran y se reconocen”, es tiempo ya de que los actores políticos dejen de mirar a los periodistas como sus sirvientes, que los reconozcan.
@aldan