La valentía del guerrero es una gran mentira, para hacer un acto como ir a la guerra tienes que ir drogado o alcoholizado, la valentía es una cuestión que tiene mucho que ver más con la cultura machista que con la realidad
El 28 de marzo de 1942 un grupo de comando ingleses atacó el puerto francés de Saint-Nazaire, ocupado por las fuerzas alemanas del régimen nazi, con la intención de destruir el dique seco del puerto, en donde se reparaban los submarinos, que atacaban las líneas de abastecimiento marinas de Inglaterra.
Este ataque suicida, perpetrado por un grupo de jóvenes ingleses es el punto de arranque de la más reciente novela del escritor argentino Federico Jeanmarie (Baradero, Argentina, 1957), publicada por la editorial Anagrama: Wërra.
Jeanmarie toma la antigua palabra alemana Wërra, que es el antecedente de nuestra actual “Guerra” para describir las sinrazones de los conflictos bélicos. Desmenuzando paso a paso la llamada Operación Clariot ejecutada por los comandos ingleses en esa noche de marzo de 1942, Jeanmarie, va enlazando este hecho de guerra, con la Guerra en Siria y la Guerra de las Malvinas, que enfrentó a Argentina con Inglaterra, y que aceleraría la caída de la dictadura militar que gobernaba el país sudamericano en 1983, con la historia de su abuelo, que se dedicó a la construcción de soldaditos de plomo, con su propio padre, intendente militar, quien se vio frustrado al no poder participar en la Guerra de las Malvinas. A partir de esa reconstrucción, Federico Jeanmarie nos va introduciendo en el mundo machista de la guerra, de sus códigos y de sus representaciones.
Conversamos con el autor de Wërra, quien ha obtenido premios muy importantes en su país, y en Anagrama ha publicado Miguel, una biografía ficticia de Miguel de Cervantes; Tacos altos y Amores enanos, novela finalista del XXXIV del Premio Herralde de Novela, quien nos comentó el origen de Wërra: “Fue una cuestión muy casual, porque yo estaba en Francia en una beca de residencia, y de hecho el libro está construido exhibiendo su propia producción, su propio procese de escritura, ya que un día fue a la celebración realizado en Saint Nazaire, por los ingleses a la base de submarinos que el régimen nazi había instalado en la ciudad, y me impresiono mucho un señor que bajaba de un coche, encorvado, viejo, pero cuando se pone la chaqueta militar y se da vuelta, se transforma, fue como si rejuveneciera, y se quedó erguido durante toda la ceremonia. Eso me impresionó mucho y me generó la pregunta de qué era lo que pasaba en la mente de un varón saber qué había participado en una guerra para generar una transformación, ese milagro de un cuerpo que estaba tan tullido pudiera estar perfectamente erguido durante tanto tiempo. Y la segunda cuestión, fue que luego de la ceremonia me acerqué a la placa en donde estaban los muertos de esa batalla, y me pareció increíble el pequeño tamaño de esa placa, que sólo tenía espacio para los apellidos y para las iniciales de los nombres. Esa misma tarde me fui a investigar, me fui a la biblioteca, tomé todos los libros que encontré, y ahí empezó todo un trabajo de investigación sobre quiénes eran estas personas, qué había pasado esa noche. Porque en realidad, nosotros que no hemos participado en ninguna guerra, no hemos participado en una guerra, nos resulta raro, a mí particularmente, me impresionó mucho cuando empecé a investigar que fueran chicos tan jóvenes, la mayoría muy pobres, que dejaron la vida a los 20 años. Dejar la vida, por la razón que sea, a los 20 años, que salgas a una batalla y saber que puedes morir, y más en una batalla como está que fue prácticamente suicida. Respecto a la fascinación, hay una cuestión que es que el libro está construido a partir de lo que yo pude investigar, de lo que yo pienso de lo que fue la realidad de la batalla esa noche, y tiene un montón de aristas de representación de la guerra, que yo he consumido particularmente, que yo hablo de la serie de tv Combate, pero tras personas tendrán referencia de otras series de televisión o de películas. Por otro lado, también hago referencia a mi abuelo, que construía soldaditos de plomo. Pero también conseguí fotos del aparato de propaganda nazi, en el cual la guerra parece una cuestión de caballeros, y ahí no se dice nada sobre lo que en realidad es una guerra. Es una suma de engaños absolutos, en el que básicamente no se habla de lo que es realmente la guerra.”
Javier Moro Hernández (JMH): “La guerra es una mierda que fascina” dices en la novela. Es un hecho que sigue generando fascinación, a pesar de todos los hechos horribles, terribles que suceden en ella. También hay muchas representaciones en ella, que hemos consumido como parte de la cultura occidental. Me parece muy interesante cómo abordas el tema de la necesidad de anti-fascinación, que me parece importante. Una idea de cuestionar la guerra, que no hemos hecho.
Federico Jeanmarie (FJ): Me interesó mucho que los Estados se preocupen mucho porque a partir de la educación pública instalar un montón de cuestiones que exceden la representación. Porque las representaciones de por sí hacen imaginar a los jóvenes que se pueden ser héroes, lo cual es una tontería infinita. Casi todos los Estados latinoamericanos trabajan ese tema en la educación, trabajan el tema de la Patria, que es otro tema muy controversial, y preparan, sobre todo a los varones, para el tema de la valentía, de la heroicidad. Ahí me parece que hay todo un tema de construcción machista de la historia que se nutre de los varones desde el colegio. En Argentina desde la primaria nos dicen que las Malvinas son argentinas, que las invadieron, pero que es un territorio argentino. Eso provocó que en un determinado momento un par de locos, militares, hayan decidido invadirlas y hayan muertos más de 60 chicos argentinos, que como en el caso de esta batalla también en Saint Nazaire, por lo general eran pobres. Porque no hay duda de que las guerras se combaten con los pobres.
JMH: Quería retomar el tema de la placa conmemorativa que mencionaste hace rato, que está en la plaza, pero es muy pequeña, apenas caben los apellidos. Eso me hizo pensar en que este hecho de guerra fue muy importante en una guerra muy amplia como el de la Segunda Guerra Mundial, es solo un hecho de guerra más en la historia de un continente que, como Europa, ha estado marcado por las guerras, por la violencia.
FJ: En la novela cuento que hay otro monumento en la ciudad, que conmemora la participación de los soldados norteamericanos en la Primera Guerra Mundial. Este monumento fue destruido por los Nazis en la Segunda Guerra, y después reconstruido. A mí lo que me impresionó tanto de la historia, es que estos países que se han dedicado a la guerra durante tanto tiempo, tantos años, ya no tienen lugar para sus muertos. Por esa mi intención de hacer un réquiem, un homenaje a esos muertos, porque seguramente si hay otra guerra habrá otros nombres que harán olvidar estos nombres. Pero lo que me impresiona es la muerte de chicos tan jóvenes, la forma en que se truncan vidas cuando apenas están empezando a vivir. Eran chicos de 20 años, que todavía no habían vivido nada. Me acuerdo de que cuando descubrí la carta que le envió el soldado Durand a su madre, lloré. Esa carta es impresionante, porque Durand era un chico extremadamente pobre, que había sido albañil, ayudante de carnicero, que incluso había sido Nazi en algún momento antes de la Guerra, porque en Inglaterra hubo mucha gente que se había sentido identificado con los Nazis, porque creían que en Alemania los Nazis habían dado mucho trabajo. Durand le manda la carta a su madre, con su primer sueldo de soldado, que fueron 20 libras, y le dice que él no va a necesitar ese dinero adónde va. Y es que adónde va es a la muerte, en donde el dinero no existe. Ese tipo de cosas me gustó trabajarlas para poner a la guerra en su lugar real; es una mierda.
JMH: Es un libro que nos habla de manera simultánea de varias guerras: La de las Malvinas, que ya mencionaste, está la Segunda Guerra Mundial, pero también está la historia de tu abuelo. Nos cuentas varias historias entrelazadas sobre la Guerra.
FJ: Hay una historia que se exhibe a lo largo del libro, que es la de los atentados terroristas que se han realizado recientemente en Europa, que creo que es una forma de guerra, porque esa batalla que yo cuento entre las fuerzas inglesas y las de Alemania Nazi en Saint Nazaire, es en realidad, un atentado terrorista, no es una batalla. La realizan comandos, que son una suerte de guerrilleros, que van a morir, que no forman parte del ejército regular de Inglaterra, y claro lo que intentó contar también está resumido en la muerte de Mountbatten, asesinado por el IRA. También cuento la visita que realicé a Nantes, que es una ciudad cercana a Saint Nazaire, en donde reflexioné sobre lo distinto que es un atentado terrorista realizado por un Estado, que después gana la guerra, a cuando lo hacen grupos que no son un Estado. Ahí es terrorismo y en el otro caso son llamados “héroes de guerra”. Pero son lo mismo, al final de cuentas, son ataques engañosos, que pueden realizarse con un grupo pequeño de personas, y que pueden destruir algo o matar a alguien. Pero también algo que me impresionó del mundo masculino de la guerra, porque por lo menos hasta ahora la guerra tiene que ver con el mundo masculino, es que cuando revisas los recuerdos de los veteranos de esta batalla, encuentras en la mayoría de ellos hay una cierta alegría cuando cuentan que cuando explota tal o cual barco “murieron muchos alemanes”, como si esas vidas no significarán nada. Porque en la guerra, supuestamente, se tienen que conseguir determinados objetivos, como era la destrucción de una esclusa, como en este caso. Pero en realidad lo que importa es la cantidad de muertos. Eso me parece que habla mucho de lo que es la cultura masculina de la guerra.
JMH: Me parece muy interesante que los capítulos están señalados con los nombres de los participantes del lado inglés, lo cual me parece una forma de hacerles un homenaje, ya que como bien dices, eran jóvenes que cuando aceptaron participar en la operación, sabían que iban a morir.
FJ: Me interesa mucho lo que mencionas, porque hay momentos en el que el comandante de los comandos les dice que si se quieren bajar de la operación tienen que decirlo, y nadie da un paso atrás y se va. También cuento el caso de mi padre en la Guerra de las Malvinas, y eso me lleva a pensar que cuando llega la opción de ir a la guerra, ya sea por dinero, por patriotismo, por lo que sea, uno piensa que no va a morir, que el momento en el que te das cuenta de que vas a morir, es cuando ya estás cerca de la guerra, y ahí hay una cuestión muy interesante, y que tiene mucho que ver con algo que yo no sabía, y que creo que mucha gente tampoco lo sabe, y es que la mayoría de los ejércitos van drogados a la guerra, a la batalla. Y no es una decisión individual, no es como en las películas sobre Vietnam, en donde los chicos se drogan de manera individual, es una decisión de los altos mandos, que es drogar a los ejércitos para ir al combate. En esta batalla en particular, antes de iniciar les dan Ron con anfetamina. En mi investigación encontré que todos los ejércitos en la antigüedad se drogaban para ir a la guerra, o sea, que la valentía del guerrero es una gran mentira, que corresponde a representaciones que nos encantan, pero que no son la realidad. Porque yo nunca me he peleado con nadie y siempre me he considerado un cobarde, pero ahora me doy cuenta de que soy igual que cualquiera, que en realidad para hacer un acto como ir a la guerra tienes que ir drogado o alcoholizado. La valentía es una cuestión que tiene mucho que ver más con la cultura machista que con la realidad.
JMJ: La guerra es un mito que se ha creado a partir de los grandes relatos que se nos han inculcado a lo largo de la historia de nuestros países.
FJ: A mí me quedaron fuera cosas del libro, y una de las cosas que más lamento, es el caso de un chico que estaba en su casa, y de repente cuando empieza la batalla entró un soldado alemán para refugiarse en su casa para no pelear. Después entró un oficial alemán para obligarlo a pelear. Ahí hay una cuestión es que los alemanes que reciben el ataque británico no estuvieran drogados, no tuvieron tiempo. Entonces pasó eso que no logré poner en la novela. Pero creo que el humano es un ser cobarde, no quiere morir, y en el libro aparecen muchos ejemplos de sobrevivencia, y hay un montón de anécdotas. Pero una que me llamó la atención es la madre que manda al hijo a comprar el pan tres horas después de terminada la batalla, y lo único que le pide al niño es que no miré los cadáveres que están en la calle. Por supuesto no hay pan ese día y por supuesto el chico mira los cadáveres. Son todas formas de la sobrevivencia, como que el ser humano se acostumbra a cualquier cosa para sobrevivir, y entonces vivir en una guerra, estar bajo el régimen nazi en una ciudad, no supone dejar de comprar pan.