Está en el escudo de armas del Estado de Aguascalientes, Bona Gens, en esta tierra la gente es buena, más allá de que lo que está inscrito en el símbolo heráldico, la mayoría de quienes nacieron en esta entidad lo creen, y muchos políticos basan sus campañas apoyados en esta creencia, mueven la fibra del amor a la patria chica, abusan de ese accidente para conmover y convencer.
Exaltar la pertenencia puede ser un valor que bien inculcado coadyuve a que la personas cumplan como ciudadanos, respeten las leyes, las personas y su lugar de origen, sin embargo, creer que por el simple hecho de haber nacido en esta región del Bajío ya son gente buena… es igual de absurdo que considerar que en Aguascalientes se inventaron los esquites, o elote en vaso, por el simple hecho de llamarles chaska.
En el 2021 se cumplen 75 años de la presunción de que esta es la tierra de la gente buena, en 1946, Bernabé Ballesteros diseñó el grabado del escudo de armas y Alejandro Topete del Valle inventó el lema “Bona Terra, Bona Gens, Clarum Cielum, Aqua Clara” para ganar el concurso convocado por el Gobierno del Estado, oficialmente, los aguascalentenses tienen menos años afirmando que son “gente buena” que el Partido Revolucionario Institucional o el Partido Acción Nacional, sin embargo, son muchos los que consideran que nacer entre los meridianos 101 y 103 de longitud oeste y entre los paralelos 21 y 22 de latitud norte, los hace diferentes, les otorga cualidad de buenos, cuando la bondad es una inclinación que se debe ejercer, practicar.
Todavía hay muchos hidrocálidos orgullosos que distinguen entre los oriundos de Aguascalientes y los foráneos, son los que se niegan a reconocer el crecimiento y desarrollo de la entidad que, en mucho se debe, al flujo migratorio, a la influencia de otras regiones, son los que prefieren destacar que la delincuencia organizada siempre viene de fuera negándole a los aguascalentenses la capacidad e inteligencia para organizarse, incluso para delinquir, los que miran con desprecio al otro porque prefiere el frijol negro a los bayos, los que con altanería se consideran coinventores de la jicaleta, o babean altivos cada vez que escuchan Pelea de gallos (compuesta por el chileno Juan S. Garrido)… afortunadamente ese grupo de estultos es cada vez menor, porque está siendo rebasado por sus hijos, por las nuevas generaciones que saben que hay Aguascalientes más allá del primer anillo.
A pesar de la estulticia que es proclamarse gente buena, esa presunción permea aún el discurso político y se critica a los gobernantes y sus malas prácticas porque no nacieron en Aguascalientes, de nueva cuenta se cae en el error de señalar que la mala administración, la ignorancia o la corrupción vienen de fuera, como si por ser de una entidad federativa se tuviera proclividad al mal, cuando nada asegura que haber nacido en Guadalupe, San Marcos, El Encino o La Estación dote a las personas de la capacidad para hacer un buen gobierno y, lamentablemente, en la historia política de la entidad, son más los casos probados y sentenciados de los políticos hidrocálidos que han saqueado las arcas del erario que aquellos que vienen de fuera.
Declararse diferente, mejor, por el simple hecho de haber nacido en la tierra de la gente buena, es la muestra de una seria deficiencia mental que afecta la convivencia y el desarrollo de Aguascalientes.
Coda. De frente a las próximas elecciones a la gubernatura de Aguascalientes, cualquier aspirante que presuma que es de la tierra de la gente buena, entra en el grupo de los que consideran que el platillo típico de la región es el bolillo con crema, antes que el chile aguascalentense, más allá de los gustos gastronómicos, enaltecer la simple mezcla de crema, chile en vinagre y cueritos sobre la creación de Juan Andrea Borbolla y Anita Romero de Andrea, es aceptar gato por liebre.
@aldan