Libros para todos, lectura para nadie/ La chispa ignorante - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Hace unos días el presidente dio el flamante y maravilloso anuncio: para festejar el 500 aniversario de la caída de Tenochtitlán, se imprimiría una colección de 21 libros que repartirían de forma gratuita en todo el país para fomentar la lectura. Cada libro tendría un tiraje de 100 mil libros, dando un total de más de dos millones de libros. La cifra parece titánica, algo pocas veces visto en la historia del libro y la lectura, pero no es así. Dos millones de libros gratuitos son una nada. En las estadísticas podrán poner dos millones de lectores nuevos, dos millones de personas felices, una comunidad lectora formada. La realidad distará mucho de las estadísticas.

Para nadie es secreto que México no es un país lector de libros o literatura. Para los mexicanos es la novela, la película, la serie, el programa de Tv Azteca o Televisa. Pero no la lectura. Eso es un hecho. Y no, no critico a las personas que no leen, pues como con todas las demás actividades cada quién elige sus pasatiempos y lo que le gusta o no. Lo que critico es la estrategia impresora del gobierno, no sólo de este gobierno sino de los anteriores también. Lo fácil, lo medible, en las estrategias de lectura son los libros que se regalan, los asistentes a las ferias de libros, las personas que asistieron a una presentación del libro. ¿Pero lectores? Nunca. De entrada, ¿se pueden medir los lectores?

Cada año hay muchas encuestas que tienen que ver con los libros y la lectura. Ahí están las cifras de la Caniem, del Cerlalc, del Inegi o la encuesta Ibby. Son superficiales, se van a la estadística fácil: ¿cuántos libros leíste?, ¿preferiste libros electrónicos o en físico?, ¿cuántas horas a la semana le dedicaste a la lectura? Números nada más. Eso no es lectura, porque de entrada se enfocan en publicaciones tradicionales. ¿Cuántas personas leerán blogs de escritores que no han publicado en físico, ni siquiera en el formato de libro tradicional?, ¿qué sucede con los lectores de Wattpad?

De esto me surge la pregunta, que bien harían los del gobierno ¿Necesitamos leer libros? Y a esto me refiero a leerlos en el formato tradicional. Se nota que en el gobierno y sus dependencias no se han hecho estas preguntas. Se gastaron no sé cuántos millones en la impresión de la colección que regalarán sin posibilidad de leerlos en digital. Parece más una colección para llenar egos que para motivar la lectura. ¿Quién eligió los títulos? Se nota un enfoque económico, pues el Fondo de Cultura Económica (FCE) tiene los derechos de varios de los títulos, lo cual facilita su publicación. El problema es que no hubo ningún estudio previo para elegir esas obras. ¿Cómo le dices a alguien que no lee que empiece leyendo Canek, El laberinto de la soledad o Balún Canán? Darle el libro no es suficiente. Si algo aprendí en mi primera escuela como profesor fue que lo primero y principal es motivar al estudiante. El conocimiento, el gusto, viene después.

En un capricho el FCE lanzó la colección Vientos del pueblo, que publica “libros” muy baratos para que la gente lea. Hay grandes textos entre estos. Ahí quedó claro que el problema no es el precio, si fuera así, entonces no habría montones de estos en las librerías del FCE o de Educal cubriéndose de polvo. Lo caro no es el valor monetario, sino la apreciación que le damos al objeto y al conocimiento. Un libro puede ser caro en 10 pesos si no me interesa la lectura, pero tal vez uno de 200 no lo sea si soy un lector voraz.

Regalar libros no funciona. Lo que sí funciona es el Programa de Salas de Lectura. En ese programa entendieron que la lectura no era sólo de libros, sino de formar comunidades. Esa es una de las partes importantes de la literatura y los libros: forjan lazos con gente que ha leído lo mismo, algo similar o cosas diferentes. La literatura se comparte de forma oral y se discute. No hay jerarquías, no hay imposición de libros. El acervo que le entregan a los mediadores es lo suficientemente amplio para alcanzar el interés de muchos gustos a través de diferentes edades. Por supuesto es un programa que tiene sus defectos, que no funciona lo suficientemente rápido para el gusto de los gobiernos, pero inculcar el gusto por la lectura toma su tiempo y su esfuerzo. Tener un libro no te hace amar la lectura como tener un balón no te hace amar el futbol. Parece que olvidan que en el logo del Programa de Salas de Lectura hay una planta. Y las plantas tardan en crecer y dar sus frutos, que nunca son suficientes, pero siempre son bienvenidos.

Lo más triste es que anunciaron que regalarían la colección, sin embargo, sólo regalarán un libro por persona (claro porque así podrán hablar de dos millones de nuevos lectores y no de sólo 100 mil) y si eso no fuera suficiente: no podrás elegir qué libro te toca. No quiero imaginar a ese lector novel que le toca entrarle a la literatura con la Antología de poesía mexicana del siglo XIX.

Grandioso plan impresor del gobierno. Es un buen gesto, pero hasta ahí se queda. A todos los gobiernos les han dicho: eso no funciona. Y siguen imprimiendo e imprimiendo. Lo físico y el regalo nunca fallan. Lo triste es que la excusa tampoco: estos libros son “Para una nación que lee”. La realidad es que leer es un verbo olvidado, “coleccionar”, sería el verbo apropiado.

 



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