El mundo está plagado de charlatanes que abusan de la necesidad de la gente para obtener, a través del fraude, un provecho que no merecen. Carroñeros, estos timadores huelen la desgracia y de inmediato se lanzan sobre la presa, si está enfermo se le ofrecen curas milagrosas, medios alternativos que le devolverán la salud; si sufrió una pérdida, no falta quien asegure que lo puede poner en contacto con sus seres queridos en el más allá; si se encuentra en aprietos económicos, se multiplican las ofertas para hacer dinero sin esfuerzo alguno, la ruta mágica hacia la bonanza; todos mienten.
El sistema de partidos en México está perdido, sin brújula y desgraciando al erario, el negocio de unos cuantos, la urgencia de un grupo por mantenerse del dinero público, fomenta discusiones artificiales para generar la idea de que esa enfermedad requiere soluciones mágicas y salvadores emergentes.
Ante nuestras carencias personales no tardan en aparecer quienes ofertan la orinoterapia como solución al cáncer, el esquema de pirámide para salir de la crisis económica o funcionar como médium para contactar al ser querido en el más allá. Fraudes.
La politiquería ha encontrado en la polarización y la difusión de noticias falsas el terreno más fértil para defraudar a la sociedad, tanto los fieles de la Cuarta Transformación como sus detractores se han ido a los extremos para arrojarse mentiras y difamaciones que intentan generar adeptos antes que ideas. La oposición a la administración de Andrés Manuel López Obrador ha demonizado al gobierno, arrastra desde campañas electorales ya pasadas, por mencionar algunos de esos “argumentos”, ladran que el presidente es un peligro para México, que va a transformar al país en Venezuela y que vamos hacia el apocalipsis sin remedios. En el otro extremo, los tetratransformistas se sirven de esas exageraciones para distraer de la discusión sensata de las políticas públicas necesarias para abatir los verdaderos problemas del país (pobreza, desigualdad, corrupción e impunidad) para convertir la discusión pública en un concurso de popularidad y la defensa a ultranza del poder unipersonal, la política reducida al campo de las emociones.
El fin de semana un puñado de conservadores sin idea, firmaron un acuerdo con Vox, ese partido de ultraderecha, y recibieron a su dirigente de ideas y acciones retrógradas en el Senado de la República, en nombre del Partido Acción Nacional. Ante el error, el PAN tuvo que emitir un posicionamiento, en cuestión de horas, en el que aclaraba los alcances del documento que firmó ese puñado de enemigos del comunismo, que la firma no implicaba ninguna alianza y que se realizó “a título personal de cada uno de las y los legisladores del PAN y de otros partidos que así lo consideraron pertinente”, pero el daño ya estaba hecho.
Días después, otros ofertantes de soluciones mágicas, pero de Morena, emitió un documento donde descalificaba al PAN y acusaba a sus senadores de promover “discursos de odio, racistas y fascistas”, los casi cuarenta abajofirmantes de ese posicionamiento lo que dejan clarísimo es que están en contra de una caricatura de la oposición, lo que sea necesario decir como método de distracción.
Los panistas arrepentidos y los morenitas curanderos seguirán discutiendo estupideces sobre el avance del comunismo en México y la defensa de los derechos de todos, cuando en la realidad, ambos grupos , en los hechos, mantienen posturas conservadoras y no deliberan sobre políticas públicas que busquen erradicar los problemas centrales del país, mejor inventarse discusiones estériles, para quedar bien con los necesitados.
Mientras sigamos discutiendo mentiras, seguirán teniendo el micrófono de la discusión pública los charlatanes que sólo miran por su interés personal.
Coda. Escuché en la radio una cita de Alexander Pope que me parece adecuada para finalizar este texto: “Un partido es la locura de muchos en beneficio de unos cuantos”.
@aldan