APRO/Columba Vertiz
El iraní Majid Majidi, conocido a nivel mundial y con más de 50 premios fílmicos, dedica Los hijos del sol, su reciente película de ficción, a los 152 millones de niños en la Tierra obligados a trabajar, y a todos los seres humanos que luchan por sus derechos.
En su país es uno de los mejores realizadores desde 1990 y transmite a Proceso, vía correo electrónico, que siempre le ha interesado la situación de los infantes para sus historias. Entonces explica que la idea del largometraje surgió al visitar una escuela para pequeños que laboran, ubicada al sur de Teherán y fundada por una ONG:
“Me inspiraron los chicos que vi allí, en la Sobhe Rooyesh, los cuales deben trabajar porque no cuentan con sus padres, ya sea porque están divorciados o en la cárcel o son adictos a las drogas… Quise hacer pública su situación. Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), hay 250 millones de niños en la calle, de los cuales 150 millones laboran en condiciones muy peligrosas, por lo que se les han negado sus derechos fundamentales, como la educación, la igualdad, la alimentación, la vivienda, la atención médica. Y aquí en Irán existen escuelas para los pequeños de la calle, sitios que subsisten a duras penas con aportaciones voluntarias”.
Nacido en Teherán en 1959, autor de 12 filmes, actor, productor y guionista, especifica:
“Mi esperanza es que Los hijos del sol ayude a concientizar a la gente y a crear nuevas iniciativas para detener este conflicto de los infantes que deben laborar y para impulsar que haya más planteles como el que visité”.
Este drama social, que ya se encuentra en los cines de México desde este 19 de agosto, obtuvo el año pasado el premio Marcello Mastroianni a Mejor Actor Emergente en el Festival de Cine de Venecia, el cual recayó en el adolescente Rouhollah Zamani, quien nunca había actuado.
El largometraje de 99 minutos se concentra en Ali (Zamani), de 12 años, quien con sus tres amigos, uno de ellos refugiado afgano, trabaja en un taller mecánico, y para completar sus gastos cometen delitos menores. El jefe de la mafia le pide a Alí que se inscriba en una escuela llamada “Los hijos del sol” para buscar un tesoro que se encuentra en el sótano, e invita a sus amigos a hacer lo mismo para que lo ayuden.
Integran además el elenco Ali Ghabeshi, Mani Ghafouri, Mohammad Javad Ezzati, Mohammad Mahdi Mousavifar, Safar Mohammadi, Ali Nassirian, Shamila Shirzad, Abolfazl Shirzad y Tannaz Tabatabayi.
El cineasta destaca que Los hijos del sol se ha vendido a muchos países. Recientemente se estrenó en Estados Unidos, y ahora se muestra contento porque se halla en la cartelera mexicana.
Desde muy joven Majidi comenzó a actuar en grupos de teatro de aficionados. Luego estudió en el Instituto de Artes Dramáticas de Teherán, y tras la revolución islámica de 1979 empezó a trabajar en el cine como actor y a dirigir cortos. El primer largometraje que dirigió fue Baduk (1992), estrenado en el Festival de Cannes, Francia. Siguió con Padre (1996), en el que un joven de 14 años busca trabajo a la muerte de su padre, resultando triunfador con el premio del jurado en el Festival de San Sebastián, España. Continuó con la cinta infantil Los niños del cielo (1997), en torno a dos infantes iraníes pobres, que logró la nominación al Óscar para Mejor Película Extranjera.
Con Los colores del paraíso (1999) estableció un nuevo récord de taquilla para una película asiática. A su vez, Lluvia (2001) obtuvo varios reconocimientos internacionales, y Pa berehneh ta Herat (Barefoot to Herat, 2003) es un documental sobre los campos de refugiados de Afganistán. Prosiguió con Las cenizas de la luz (2005), y su cinta El canto de los gorriones (2008) ganó el Oso de Oro por Mejor Actor en el Festival Internacional de Cine de Berlín, Alemania. Continuó con Muhammad: El mensajero de dios (2015) y Más allá de las nubes (2017).
De entrada, se le interroga al director:
–¿Cómo se le ocurrió mostrar la situación de los niños que trabajan en Irán con el relato de un tesoro?
–Quería que la película fuera emocionante, y una búsqueda de algo que puede cambiarles la vida parecía la manera perfecta de capturar la atención. Un tesoro aparece en muchas historias, incluso en los cuentos de hadas. Un tesoro, como el oro, es una maravillosa metáfora de una solución rápida y sencilla que no distrae de lo que realmente importa: en el caso de los niños, la educación. Esperaba que la aventura y la metáfora resonaran en el público.
Súper casting con pequeños
Para el creador fílmico, “el casting es el proceso que lleva más tiempo en la preproducción de todas mis películas, que a menudo cuentan con infantes”. Detalla que efectuó más de tres mil audiciones:
“El proceso de eliminación tenía que realizarse con tacto, para no romper sus sueños. Muchos de los actores finales fueron niños de la calle, en particular Shamila (Zahara) y su hermano Abolfazl (Abolfazl), quienes son inmigrantes afganos y que dividen su tiempo, como en la película, entre el trabajo de la calle y la asistencia a una escuela para niños en su situación. Poseen un carisma natural y sus actuaciones se basan en su experiencia real.
Viven con sus padres y venden en el Metro. Shamila cuenta con un carisma natural. Luego me reuní con su hermano pequeño e igual me cautivó su carisma, y les pedimos que asistieran al casting”.
Ante la retirada de las tropas estadounidenses y el ascenso al poder de los talibanes en Afganistán, Majidi se halla muy preocupado por los pequeños de esa nación que limita al este con su país:
“Todo me preocupa sobre ellos, especialmente ahora, cuando la situación se está volviendo más violenta y espantosa. Estos niños, como todos los niños, necesitan una educación y una infancia adecuada para poder encontrar sus tesoros internos. En Irán ya había seis o siete millones de afganos y ahora aumentarán los inmigrantes de esa nación y enfrentarán más problemas.”
A decir de la Unicef, un millón de niños afganos podrán sufrir desnutrición severa durante este año, a lo cual se agrega una fuerte sequía, las consecuencias económicas por el covid-19 y la llegada del invierno, además de que crecerá la violencia contra ellos. Alerta el organismo que lleva 65 años en Afganistán: “Cerca de 10 millones de pequeños necesitan ayuda humanitaria en esa nación”. E informa en su página de internet (unicef.es) que seguirá trabajado ahí.
El adolescente iraní Rouhollan Zamani, estelar en Los hijos del sol, nunca había actuado y no pudo asistir el año pasado a la Mostra de Venecia porque se contagió de SARS-CoV-2. Majidi expresa:
“Elegir al protagonista fue la tarea más difícil. Pero Rouhollah superó a todos los demás porque desprendía una gran intensidad, muchas ganas de salir adelante como su personaje que se muestra muy decidido a encontrar el tesoro y salvar a su madre, quien está muy enferma, y no tiene padre. El chico posee energía pura y mucha determinación.
“Estamos apoyando la educación de Rouhollah y ahora actúa en una serie de televisión del país. Los hijos del sol cambió su vida”.
–¿Fue difícil entrenar a los niños para la película?
–Encontrar a los actores adecuados es clave. Entonces debes conocerlos y permitir que su pasión y talento brille y florezca. Esta tarea nunca la considero difícil, es una fuente de felicidad para mí. Nos volvemos muy cercanos. Me cuentan sus historias e intercambiamos bromas, siempre amables. Una vez que hay confianza, pierden el miedo y pueden dominar sus partes actorales fácilmente. Cuando los niños improvisan y es mejor que el guión, dejo todo. Yo escribo para incluir la improvisación, y cuando ésta funciona, es mágica.