Las palabras de Pablo Neruda/ La columna J - LJA Aguascalientes
21/12/2024

Estimado lector de LJA.MX, con el gusto de saludarle nuevamente, aprovecho la ocasión para escribir estas líneas en alusión al poeta Pablo Neruda. Un personaje que sin duda alguna fue un polémico precedente social, pues con sus poemas inspiraba a las masas y también ponía en ciertas encrucijadas a sus enemigos políticos, considerado como el rey del amor, su prosa excelsa e inefable. Particularmente no coincido con la postura comunista y mucho menos con sus ejemplos pragmáticos en la ejecución del poder, pero sí encuentro fascinante el modo teórico en el que abordan las utopías sociales, muchos discursos aún se enarbolan con la sensibilidad idealista que ellos manejaban.

“Me pareció que la vida me hacía una advertencia y me enseñaba para siempre una lección: la lección del honor escondido, de la fraternidad que no conocemos, de la belleza que florece en la oscuridad”.

Su nombre Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto quien después de pasar algunos años escribiendo es influenciado por Gabriela Mistral, fue la literatura rusa la que se adentro en la esencia existencial del poeta, y es en octubre de 1920 cuando empieza a firmar sus trabajos bajo el seudónimo de Pablo Neruda. En 1925 es director y editor de la revista Caballo de Bastos, que se publica en Santiago de Chile, y posteriormente se traslada a Ancud, en la isla de Chiloé, al sur de Chile, invitado por su amigo Rubén Azócar, quien había obtenido allí un puesto como profesor. Por encargo de su editor, Nascimento, escribe la que será su única novela: El habitante y su esperanza, sus palabras cada vez tomaban más forma, cada vez trascendían e iban dejando una huella imborrable para sus lectores. Bien se dice que la poesía seduce al intelecto y conquista a las sombras de la ignorancia.

No sólo eran las palabras de Neruda lo que se plasmaba en sus discursos o en sus poemas más inefables, eran los sentimientos que dimanaban de un momento histórico, de una situación puntualmente caótica, como un hombre de congruencia decidió participar en ámbito público, le sentaba de maravilla el codearse con todas las personas, hablar del mundo, perseguir el discurso ecléctico de lo necesario para el humano y para la era en la que le tocó vivir. Ocupó el escaño de senador, y fue ahí donde comenzó la persecución de su vida, pero tal parece que dicha presión política fue el ingrediente necesario para ensalzar sus letras más afables. Quien le persiguió nunca entendió que no se puede atrapar a un poeta, no se pueden congelar las ideas de alguien así, las palabras de Neruda no morían con él, despertaban en el punto más álgido de la tormenta para devolver la esperanza a la última lucha ideológica que presenciaba la historia, como él decía “antes éramos de papel, ahora somos de sangre”.

Las palabras de Neruda construían nuevas realidades, tenían la capacidad de enamorar a cualquier mujer, tenían la fuerza para motivar y engrandecer al partido comunista, sus frases traspasaban el océano para llenar de esperanza a los intelectuales que anhelaban el candor de la política. Vivía como si no hubiese mañana, porque ciertamente no lo hay.

“Un niño que no juega no es un niño, pero el hombre que no juega ha perdido para siempre el niño que vivió en él y al que extrañará terriblemente”.

Las palabras de Neruda hacían vibrar al mundo, no cualquier persona gana el Premio Nobel de Literatura, él fue galardonado en el año de 1971, Sartre decía que después de ser meritorio a este premio, la carrera de cualquier escritor se vería sumergida en el ocaso de su carrera, para el poeta no fue sino un fistol que adorno su elevada prosa.

Entender el mundo bajo la poesía es una coyuntura filosófica que lejos de dar sentido, da esencia a la vida, pues en esta vemos poca lógica y muchos sueños, las palabras, no son solo palabras, son depositarios de energía, son sentimiento y alma, son esperanza y muerte, son el beso robado y como citaba la escritora argentina Kale Kurtz en su poema “Hoy importa más”:

“La poesía es cantar al intento, no a la libertad, hoy importa más, salir a matar o morirse, intentar las patrias, la igualdad. Hoy importa más, alcanzar el pan, intentar descansar y volver a sembrar. Hoy importa más, juzgar, intentar comprender. Hoy importa más, ser distinto, intentar la hermandad y jugar. Hoy importa más, dormir, intentar la esperanza y la fe. Hoy importa más, saber, intentar ser y devolver”.


Las palabras de Neruda son el recuerdo de lo que no se debe de olvidar, el sentimiento y los sueños no alcanzados bajo el velo del amor.

In silentio mei verba, la palabra es poder.


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