En tiempo extra, un gol de cabeza de Miles Robinson logra que la selección de Estados Unidos se quede con el título de la Copa Oro de la Concacaf. Fracasó México se apuró a decir el comentarista para descalificar a la selección por haber perdido esa final de futbol, enseguida reconoció que el equipo mexicano se había mostrado superior en todos los aspectos, durante la mayor parte del partido; el daño ya estaba hecho, la primera impresión es que los jugadores decepcionaron. Con esa misma velocidad se descalificó a la Consulta Popular, desde el momento de la instalación de las mesas receptoras hasta el anuncio de los resultados del conteo rápido: catástrofe, gasto inútil, complot, fracaso… Perdió México.
En las diversas intervenciones de la autoridad electoral, los consejeros del INE salieron a desmentir esa narrativa del fracaso que todos alimentaron, seguidores y opositores de la Cuarta Transformación, todos, desde los que invitaban a participar en la consulta, a pesar del supuesto boicot, hasta quienes descalificaron el ejercicio señalando que era una farsa, un engaño del gobierno.
Los resultados del conteo rápido indican que la participación fue de entre 7.07 y 7.74, lejísimos del 40% necesario para que los resultados de la consulta fueran vinculantes; entre el 89.36 y 96.28% votó a favor del esclarecimiento de las decisiones políticas para “garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas”, como indicaba la pregunta en la papeleta, pero eso no importa a quienes se apuraron en calificar de fracaso la primera consulta popular en el ámbito federal
Rápido se calificó de fracaso a la consulta porque, producto de la polarización, este ejercicio de democracia participativa fue presentado como otra cosa, juicio a expresidentes, censo de los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, reto a las prácticas de los conservadores, prueba de la posible reelección presidencial, todo menos la demostración del rechazo o aprobación de la ciudadanía a una pregunta.
La narrativa del fracaso es pegajosa porque no asume responsabilidades, basta con señalar culpables, durante todo el proceso que concluyó el domingo 1 de agosto, se desvistió a la consulta popular de sus características novedosas y benéficas para la ciudadanía, en cambio, se le colgaron todos los males posibles, en especial por parte de los partidos políticos, organismos que apostaron a descalificarla desde el primer momento por el riesgo que implica un mecanismo como este en el marco de un sistema de partidos que hace agua por todas partes, con institutos incapaces de alentar la participación ciudadana y que se niega a escuchar la opinión de la sociedad porque sólo le interesa nuestro voto, no nuestro racionamiento. Los partidos la tuvieron fácil, repartiendo culpas sin involucrarse en el proceso de la consulta, alentando todas las ideas de conspiración, inventando conjuras, intrigando contra el INE.
Las falsas narrativas, las mentiras con que se trató a la consulta popular hicieron fácil que la ciudadanía olvidara el propósito de este ejercicio que nunca fue un respaldo a la Cuarta Transformación ni, en el otro extremo, un rechazo a la administración de López Obrador, se trataba de otra cosa, de lo que nosotros pensamos y gracias a que nos hemos acostumbrado a pensar en extremos, diluimos nuestra responsabilidad como ciudadanos.
¿Fracasó la consulta popular? No, no lo creo, creo que perdimos todos la oportunidad de pensar nuestra participación en la democracia nacional, obviamos la discusión posible sobre la creación de comisiones de la verdad, acerca de fomentar la participación ciudadana en la toma de decisiones y fortalecer los mecanismos de rendición de cuentas, pasamos por alto, una vez más, la idea de la impartición de justicia como la aplicación de un castigo antes que pensar en los derechos de las víctimas. Perdimos la oportunidad del acuerdo, de encontrarnos tras la polémica.
Coda. “La conversación muere cuando decimos sí a todo. Hablar significa estar en desacuerdo. No hay intercambio sin polémica”, José Emilio Pacheco.
@aldan