Tres de cada 10 personas de todo el mundo [es decir
2,340 millones] no tienen agua en su casa durante la pandemia.
Y muchos más se quedarán sin acceso a servicios
de agua potable, saneamiento e higiene
antes de 2030, a menos que…
Organización de las Naciones Unidas.
ACLARACIÓN PERTINENTE. Muchas cosas quedaron por decirse en la serie El Agua y Jesús Terán porque consideré que ya se había dicho lo esencial y no me pareció conveniente prolongarla. Si ahora me siento obligado a agregar algunas ideas complementarias que pueden ser de utilidad para facilitar la comprensión de las causas de la crisis hidrológica, es porque me he dado cuenta de que tal vez por el volumen de información y cierta fragilidad de la hipótesis de trabajo –hecho normal en su inicio– se han derivado diversos enfoques, parciales, de las probables soluciones que tiendan a resolver el problema del agua, pero perdiendo de vista la causa principal.
RESUMEN. Por eso, al final ofrezco un resumen con el que espero englobar el panorama en la forma lo más clara posible, de tal suerte que se aprecie de una manera sencilla la solución lógica, que debe entenderse de antemano no será sencilla de aplicar porque para obtener buenos resultados requerirá, necesariamente, de la participación decidida, esforzada, voluntaria y armónica de toda la sociedad.
Por lo pronto veamos las primeras reacciones captadas, en lo que llamo diversos enfoques de la serie publicada:
DISTRIBUCIÓN DEL AGUA. En comparación con el promedio nacional, el Inegi nos dice que Aguascalientes es uno de los Estados con mejor servicio de agua entubada dentro de las casas habitación. Sin embargo, para las familias que carecen de él, que son el 4.7%, este es el problema que les interesa resolver.
CALIDAD DEL AGUA. Para otras personas que ahora se enteran de la peligrosidad de los metales pesados que contiene el agua que nos llega, este tema les ha provocado la mayor inquietud debido a los problemas de salud que enfrentan en su familia sin haber podido definir su causa.
CONCESIONARIA EXTRANJERA. La empresa extranjera a la que el gobierno neoliberal otorgó una concesión abusiva con el curioso y tal vez sincero argumento de que se consideraban ineptos para cumplir esa función que de acuerdo con la versión constitucional de 1917 era su obligación realizar satisfactoriamente y sin cobro adicional porque el costo está incluido en nuestros impuestos, tiene entre sus obligaciones las de extraer y distribuirnos nuestra agua, la cual debe entregarnos purificada, es decir potable, que significa bebible. Eso lo cumple, pero solo en parte: la relacionada con la contaminación microbiana, que resuelve –no sé en qué medida– por medios químicos, básicamente cloro; pero no elimina los metales pesados, que pueden provocar padecimientos incluso mortales, porque carece de la planta desgasificadora que se requiere para realizar esa función.
Quienes desconfían de la empresa extranjera adquieren garrafones, con los cuales suplen la obligación de la concesionaria a condición de beber –según ellos– agua pura, agregando un gasto que le están ahorrando a la empresa. Pero queda una duda: ¿el agua de garrafón está libre de metales pesados? Habría que comprobarlo; de no ser así, sería mejor que hirviéramos el agua que tomamos para eliminar los microbios, quedando pendiente la tarea de buscar la solución para la eliminación de los metales pesados, respuesta que nos debe dar la investigación que propusimos realizar.
ENTREGANDO SOBERANÍA. Antes de pasar al siguiente tema quiero aclarar porqué utilizo la expresión entregando soberanía, pero también señalar que no faltan personas que le dan prioridad a éste sobre los demás, para resolver el problema del agua.
Una de las más importantes enseñanzas que nos dejó Jesús Terán tanto a nivel local –mediante el procedimiento que puso en práctica con el estímulo al desarrollo agrícola e industrial de la Fábrica de San Ignacio exclusivamente con recursos aguascalentenses– como a nivel nacional con el admirable documento Informe sobre las clases laboriosas de la sociedad y medios para mejorar su condición que redactó como respuesta a la solicitud del dictador Antonio López de Santa Anna que en 1853 necesitaba propuestas para elaborar un plan de desarrollo nacional; y a nivel internacional advirtiéndonos que debemos mantener la soberanía de nuestra Nación a toda costa evitando cualquier tipo de endeudamiento, inversiones, etc. con extranjeros, ya sea particulares o gobiernos, que ante el mínimo pretexto de incumplimiento utilizaban las potencias para realizar guerras de intervención como las que sufrimos nosotros, en la última de las cuales participó hasta el último aliento como embajador extraordinario y plenipotenciario del presidente Benito Juárez –de 1864 a 1866– para desactivar eficazmente las mentiras con las que Napoleón III había obtenido el apoyo de las potencias europeas.
Esta recomendación es tan válida hoy como en el Siglo XIX, porque si bien han cambiado los procedimientos por los avances en la teoría internacional del derecho, los resultados son los mismos pero por la vía de las inversiones extranjeras; del comercio internacional; los préstamos leoninos que ahogan las economías de los ingenuos países “subdesarrollados” que los aceptan generando intereses estratosféricos imposibles de pagar; la entrega de la banca interna a las potencias; la privatización de los servicios públicos entregados al extranjero –precisamente como el agua potable– y, en fin, todos los mecanismos imaginables que utiliza el imperialismo financiero internacional. Ahora sí, pasemos al siguiente tema.
EXPLOSIÓN DEMOGRÁFICA. Otras personas han fijado su atención en el brutal incremento de la población, que aparte de contribuir a la agudización de la problemática hidrológica ha provocado la pérdida de otras grandes ventajas que tenía el Estado en relación con muchos aspectos de la vida cuando nuestros núcleos urbanos eran pequeños. En efecto: la forma no solo explosiva sino desordenada con que nos hemos multiplicado casi 15 veces del año 1900 (100 mil habitantes) a (1 millón 400 mil habitantes) en el año 2020.
INDUSTRIALIZACIÓN. Tampoco faltan quienes atribuyen la causa principal a quienes, en la forma más irresponsable, han fomentado esta tendencia creyendo que el “progreso”, solo por llamarse así, es bueno.
PROBLEMA MUNDIAL: Con lo visto podemos concluir que casi en su totalidad, quienes nos han dado su opinión sobre la serie de artículos El agua y Jesús Terá, han tomado partido sobre alguno de los temas tocados y prácticamente ninguno ha mencionado el problema en su conjunto, pero sí se ha tomado en cuenta, de alguna manera, que no estamos solos en todo lo relacionado con el problema del agua en sí, porque en mayor o en menor grado y de manera diferente en algunos aspectos que en otros, también los están padeciendo los demás Estados que integran nuestra Federación y junto con ella, todas las naciones del mundo. ¿A qué se debe esto?
CALENTAMIENTO GLOBAL. Este fenómeno de la progresiva caída del nivel de nuestros acuíferos es parte del deterioro ecológico general al que está siendo sometido nuestro planeta Tierra (es decir, la destrucción de nuestra propia casa que es la que habitamos y no tenemos otra de repuesto) deterioro provocado por nosotros mismos, los seres humanos, que al utilizar de manera equivocada los avances del “progreso” científico y tecnológico de la Revolución Industrial, a partir del siglo XVIII hemos estado alterando su equilibrio ambiental, al grado de que a finales del siglo XX nos estalló el fenómeno mundial conocido como Calentamiento Global con los gases de efecto invernadero, cuya gravedad todavía no hemos podido asimilar como género humano.
ECOLOGÍA. Sabemos que ésta materia (de oikos=casa y logía=estudio de) es la encargada de estudiar la biósfera, es decir, la parte del planeta Tierra en la que es propicia la vida de plantas y animales gracias al clima ideal, que depende de ciertas características favorables: humedad media, sin calor ni frío extremos, altura sobre el nivel del mar, etc. Y que si por alguna razón se pierde ese equilibrio que debe existir para que la vida continúe desarrollándose en buenas condiciones, ésta no empezará: empezó ya a deteriorarse y continuará haciéndolo hasta desaparecer, si no hacemos nada al respecto.
“El agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza” Decía Leonardo Da Vinci, siempre certero. Sabemos bien que el agua es el “elemento vital”, es decir, del que proviene la vida que comenzó en este planeta cuando aparecieron los mares; al irse formando los continentes se inició el ciclo de la lluvia gracias al fenómeno de la evaporación del agua de mar –convertida en potable porque las sales no suben con el vapor– que transportada por las nubes arrastradas por el viento la derramaron sobre la tierra, fertilizándola para dar lugar a la aparición de especies, primero vegetales y luego animales, después de lo cual regresa al mar por medio de los ríos para iniciar un nuevo ciclo, hasta ahora permanente a pesar de su rápido deterioro.
En este caso, el equilibrio que más importa es el de la conservación, en condiciones óptimas, del agua potable suficiente para sostener la vida de todos los organismos existentes en el territorio –nicho ecológico– de que se trate. Si ésta desaparece o pierde su característica de potable, la vida necesariamente desaparece al carecer de ella.
Esto debemos meditarlo con toda seriedad, ya que nadie más que nosotros somos responsables de lo que ocurra; porque si el agua potable es creadora de vida, su ausencia o por lo menos su corrupción no significa otra cosa más que muerte.
Para reforzar la comprensión del problema en nuestro ámbito estatal, repasemos en forma breve y panorámica nuestra historia:
AGUAS CALIENTES. Cuando los españoles llegaron a nuestro territorio en el siglo XVI siguiendo la pista de los yacimientos de plata, se asentaron primero en el mineral de Asientos y después en el valle que era idílico por su vegetación, cerca del río que en aquel entonces llevaba muy buen caudal de agua, empezando por construir un fuerte para defenderse de los ataques de los naturales ante la invasión de que eran objeto, fuerte que posteriormente sirvió de base para el trazo de la villa que fueron desarrollando los peninsulares; al sur pasaba un arroyo –ahora avenida López Mateos– y del otro lado había un asentamiento náhuatl –porque no eran nómadas salvajes como pretendían justificarse los conquistadores– pues tenía un cu o templo sobre el cual –imagino porque es lo que generalmente ocurrió en la conquista y colonia– se construyó posteriormente el templo de El Encino.
El nombre que le asignaron a ese primer vecindario español fue el de Aguascalientes –traducido del náhuatl Atotonilco que seguramente le habían impuesto nuestros antepasados originarios– compuesto de las raíces atl (agua) totonil (caliente) y co (lugar), cuyo significado es lugar de aguas termales, nombre que en otras partes de la Nueva España se conservó en su forma original hasta la fecha.
En todo caso, el hecho a destacar es que seguramente desde antes de que llegaran los españoles, el nombre de nuestro terruño se justificó sobradamente y continuó mereciéndolo tanto en la colonia como en la Independencia, la Reforma y la Revolución, porque nuestros baños termales, que atrajeron a tanta gente que venía a disfrutar de ellas en las épocas de vacaciones y durante la Feria de San Marcos, o inclusive con prescripción médica por sus propiedades medicinales, continuaron floreciendo en diversas partes de nuestro territorio hasta mediados del siglo pasado, para ir desapareciendo conforme fue bajando el nivel de los acuíferos por la excesiva extracción de los pozos profundos en rápido aumento, hasta extinguirse totalmente.
Fue la época, también, en la que nuestros padres tuvieron que adquirir aquellos calentadores primitivos que funcionaban con aserrín y otros combustibles similares, porque la demanda de agua de toda la ciudad en rápida expansión llegó a ser tan grande, que sobrepasó con mucho la capacidad de Ojocaliente, cuyo manantial también sucumbió.
AGUAS. Aguascalientes dejó de ser un atractivo turístico por sus aguas termales al perder así, la parte de su nombre que le daba la calificación: CALIENTES.
LOS RÍOS. Con estos pasó algo similar y con una anécdota creo que es suficiente para describirlo: el río Aguascalientes –que ingresa de Zacatecas a nuestro Estado con el nombre de San Pedro por nacer a unos cuantos kilómetros de ella, en San Pedro Piedra Gorda; y también ha sido llamado Santiago porque ingresando en Jalisco vierte sus aguas en el río Verde, afluente del río Santiago–. Este era el mayor río que teníamos.
Las condiciones ideales del paisaje aguascalentense, lleno de vegetación no solo en las tierras húmedas sino también en las semidesérticas, nutridas de nopaleras y magueyales lo convirtieron en el granero de Zacatecas, donde toda la mano de obra estaba dedicada a la minería.
El negocio era redondo: Aguascalientes surtía de alimentos vegetales y animales de toda índole y Zacatecas pagaba con plata contante y sonante.
Nos contaba mi madre que todavía hacia 1920, en las crecidas veraniegas, el nivel del agua llegaba desde la parte posterior de la antigua capilla del rancho familiar “El Maguey” –que se había desarrollado en un nivel lo suficientemente alto– hasta las “playas” del rancho de Valladolid –ambas comunidades en el municipio de Jesús María– distancia que significa, aproximadamente, un kilómetro; ese era, nada menos, lo que medía el río en las crecidas: un kilómetro de ancho.
La alameda que había cercana al río era un vergel que se convertía en el escenario de reuniones festivas de toda la familia especialmente en la celebración del “santo” de mi abuelo Rafael Ruiz Esparza, amenizadas por “Los Ratones” de San Francisco de los Romo y un conjunto de pirekuas michoacanas, a las que llegaron a asistir personajes como Manuel M. Ponce y Alfonso Esparza Oteo.
Vaya a verla usted ahora; no solo donde estaba la alameda: toda la arena del lecho del río –de todo el río– fue saqueada por las constructoras para sus obras en la ciudad de Aguascalientes, que terminó convirtiendo esta pequeña ciudad, que hasta entonces había respetado una de las zonas agrícolas más ricas del Estado, en una megalópolis que, a manera de gigantesco comal de cemento y pavimento rechaza, hirviente, cualquier amenaza de lluvia. ¿Qué fue lo que pasó?
El primer ataque severo contra nuestro río, lo dio la familia Güggenheim, que atraída por la construcción del ferrocarril para saquear la materia prima de nuestros minerales beneficiados en primera instancia en su Fundidora entre 1894 y 1918, redujo notablemente su caudal. Solo gracias a la violencia revolucionaria se fue, dejándonos solo su basura acumulada en lo que llegó a llamarse cerro de la grasa por las dimensiones que alcanzó, pero el caudal recuperó su nivel. El segundo severo fue la presa Calles, terminada de construir en 1928. Este sí fue permanente. Pero el definitivo fue la salvaje perforación de pozos profundos.
El hecho es que actualmente el río no existe. Y en su paso por la ciudad de Aguascalientes ya incluso fue entubado y por allí circulan las aguas negras. En eso acabó nuestro río.
LAS CUENCAS “HIDROLÓGICAS”. Por tanto, la cuenca hidrológica Nº 1 del Valle de Aguascalientes, cuyo corazón era el río Aguascalientes, ya no existe. Y en una situación no tan dramática pero muy parecida, están las otras 4 cuencas del Estado: la Nº 2 del Valle de Chicalote; la Nº 3 de El Llano; la Nº 4 de Venadero; y la Nº 5 del Valle de Calvillo.
Tienen que contarse porque existe la morfología orográfica de las cuencas con el lecho de los ríos y los cerros o cordilleras que los acogen, pero mucho me temo que secos en su totalidad. Y tienen que contarse como acuíferos, porque todavía existe agua en los depósitos subterráneos que cada vez descienden más por la brutal extracción que se hace por medio de bombas hidráulicas, como las eficientes neumáticas o centrífugas.
¿Qué pasará cuando ya toda el agua que se extraiga sea de profundidades superiores a los 600 metros y solo se nos entregue saturada de metales pesados?
AGUAS FRÍAS Y CONTAMINADAS. Tal vez lo único que tendríamos qué hacer –para no dejarnos llevar por la tragedia– sería cambiar el nombre de nuestro Estado con la ironía que indica el inicio de este párrafo.
RÉGIMEN PLUVIAL. Porque ya solo dependemos del agua que llueve. Antes, cuando el campo tenía árboles y plantas silvestres aunque fueran de tipo desértico y no vivíamos en una plancha de concreto, llovía en forma irregular durante el año, pero en forma y con seguridad cotidiana de Junio a Agosto. Eso se acabó; los campesinos ya no saben a qué atenerse para los cultivos de temporal y los higrómetros no nos han vuelto a dar resultados similares a los de antaño. Solo dependemos de lo que nos alcance a llegar de los huracanes y tormentas tropicales.
¿QUÉ HACER? Esa es la pregunta que tiene que contestar la investigación técnica y sociológica que se realice para resolver el problema de la falta de agua potable que, como se ve ya estamos enfrentando, pero que al agravarse podría provocar una situación tan crítica que no queremos ni imaginar.
Si la ciudadanía decide actuar para participar activamente en la solución en consonancia con la lucha contra el calentamiento global que implica otras medidas como la de cancelar el uso del motor de combustión interna, de la gasolina y demás combustibles y venenos que están destruyendo nuestro medio ambiente, se realizará la investigación y se aplicará con resultados de seguro positivos; pero si decide no actuar y cerrar los ojos para no ver lo que está pasando, por más estudios que se lleven a cabo, el futuro de nuestro Estado sería catastrófico a mediano plazo.
EL RESUMEN OFRECIDO: Puede ser de utilidad confrontarlo con la Hipótesis de Trabajo incluida al final del número 7 de la serie El Agua y Jesús Terán.
1.- EL PROBLEMA POR SUS EFECTOS. Para resolver un problema cualquiera es necesario empezar por expresar, de manera sencilla, el problema sentido al que nos enfrentamos. Y si es posible, definirlo y describirlo hasta donde nos sea posible. En este caso podríamos decir que empezamos por darnos cuenta de que el agua potable escasea cada vez más, y que, como prueba de ello, la población empieza a padecer racionamiento.
2.- IDENTIFICAR AL RESPONSABLE. Si el problema afecta a muchas personas, el segundo paso consiste no en presentar quejas aisladas sino hacer conciencia de que por su naturaleza colectiva, debe tomarlo en sus manos el Gobierno que es el que administra los recursos que la misma sociedad proporciona para enfrentarlo. En este caso, el responsable que debe ocuparse directamente de atender el problema, es la Comisión Nacional del Agua (Conagua) Aguascalientes.
3.- EL PROBLEMA POR SUS CAUSAS. El siguiente paso consiste en diseñar la investigación necesaria para conocer y sistematizar las causas que originan el problema, pues ningún problema se soluciona atacando sus efectos.
4.- DESCRIPCIÓN METODOLÓGICA. Una vez establecidas y descritas todas las causas probables, tanto presentes como históricas, definir cuál es la causa primigenia, es decir, de la que se derivan todas las demás.
5.- SOLUCIONES. Una vez resuelto el punto anterior, se estará en posibilidad de apuntar las soluciones generales.
6.- PLANES Y PROGRAMAS. Con base en lo anterior, se deberá establecer el tiempo y forma en que deban aplicarse.
7.- RECURSOS NECESARIOS. HUMANOS: Designar los responsables de aplicar cada programa, que en esta parte deberán quedar integrados los propios beneficiarios, es decir, el pueblo entero. MATERIALES, TECNOLÓGICOS, FINANCIEROS y TEMPORALES O CALENDÁRICOS.
Con esto es suficiente por ahora.
LA CAUSA ORIGINARIA. Pero antes de concluir, quiero destacar un hecho demostrado en la primera parte del presente artículo: el de que la mayoría de las opiniones captadas se inclinaron por la parte del problema que más los afecta y ninguno acertó a señalar la causa original o básica, que es el descenso del nivel de las aguas freáticas; porque si este problema logra resolverse, todos los demás quedarán resueltos también.
Espero que ahora quede claro el sentido del título dado a la Hipótesis de Trabajo:
GRAVE DESEQUILIBRIO ECOLÓGICO
AMENAZA LA ESTABILIDAD DEL ESTADO DE AGUASCALIENTES
– o 0 o –
JESÚS TERÁN. En todo caso, los Amigos de Jesús Terán reiteramos que este esfuerzo está dedicado a la sociedad aguascalentense, porque hicimos lo posible por apegarnos a las enseñanzas y principios que con su manera de actuar nos legó.
Y también como un homenaje en su honor, por el año del Bicentenario de su Natalicio, para el que no hubo ni siquiera un intento de programa oficial. Pero si la sociedad le da utilidad a nuestro trabajo en su propio beneficio, con eso sabríamos que Jesús Terán quedaría totalmente satisfecho y nosotros con él.
“Año del bicentenario del natalicio de Jesús Terán”
Por la unidad en la diversidad
Aguascalientes, México, América Latina
*Nota. Si desea usted leer los artículos anteriores, puede acudir a la dirección https://www.lja.mx/author/neza/ que lo llevará directamente al archivo destinado por el periódico para mi producción. O en https://issuu.com/lja.mx en donde tendrá que seleccionar las fechas que coincidan en viernes. La serie del agua y Jesús Terán está integrada por 7 artículos publicados los días 28 de Mayo, 4, 11, 18 y 25 de Junio y 2 y 9 de Septiembre.