El regreso a las calles, la esperanza del Fondo de Cultura Económica - LJA Aguascalientes
15/11/2024

APRO/Niza Rivera

 

En el tercer año de gestión de la 4T, luego de un año pandémico que ha mermado al sector cultural como uno de los más golpeados, y de manera más específica al de los libros, el director general del Fondo de Cultura Económica (FCE), Paco Ignacio Taibo II, realizó un balance abordando varios puntos:

La labor de la editorial estatal en medio de la pandemia, el recorte presupuestal, la caída de las ventas, las críticas, el uso de la virtualidad y el futuro de la editorial, que a decir suyo finca su esperanza en el regreso a las calles, en una “normalidad” que aún está distante.

Tras una primera entrevista (Proceso, 2210, “¡Hay una revolución en este país, hombre! Ya que se enteren”) –antes de iniciar su gestión como “Gerente Editorial Encargado de Despacho del Fondo”–; a casi tres años de distancia y tras un seguimiento por parte de este semanario del comportamiento del sector del libro durante la pandemia, estos son los números del Fondo:

Tiene ya abiertas 103 librerías (FCE-Educal) de un total de 135 (ocho filiales en el extranjero), y un semáforo epidemiológico en el país que se inclina cada vez más al “verde”, permitiendo aforos de 50% y horarios de apertura que empiezan a extenderse.

De acuerdo a sus propias cifras, la casa editorial publicó en 2020, 346 títulos para un total de 2 millones 335 mil 526 ejemplares; de ellos, 131 corresponde a novedades, con un tiraje de 1 millón 107 mil 105, y 215 reimpresiones con un tiraje de 1 millón 28 mil 421.

Pero el regreso de los lectores a la calle también es lento, según constató ­Proceso durante un recorrido por algunas de sus librerías.

Cuestionado vía telefónica previo al semáforo verde, tras una etapa en la que aún está pendiente la fusión oficial FCE-Dirección General de Publicaciones (DGP) Educal y luego de un recorte presupuestal, Paco Ignacio Taibo II relató que en lo administrativo el personal lleva más de un año trabajando –en su mayoría– desde lo virtual, después de crear un sistema de conexión interno basado en lo digital, que les ha permitido la comunicación y toma de decisiones importantes, según refirió:


“Tuvimos que abandonar trabajos importantes que para ese momento eran enorme: ferias de libro locales, los Tendidos de Libros, el Librobus (camión expandible de 6.5 toneladas que se transforma en una librería con acervo de hasta 4 mil ejemplares) y toda la labor de Fomento a la Lectura con salas-club de lectura. Reactivar esto en pandemia fue francamente complicado, puedes hacer magia pero la magia también tiene un límite”.

Informó que “el mes más cruel” en cuanto a la venta, siguiendo los números del Fondo, ocurrió entre marzo y abril de 2020, con la caída de 10%; y si bien los programas virtuales implementados han tenido audiencias de hasta 20-25 mil personas, el ritmo de producción descendió de 6 mil 500 libros al año, en promedio, a 3 mil 500.

Tras el semáforo naranja al que se pasó en enero de este año, el amarillo a principios de mayo, y el verde en este mes (si bien acaba de retroceder), la apertura de espacios fue necesaria, pero ello no ha significado un retorno completo del público.

–¿Qué pasa con librerías que a su vez son centros culturales, como la Rosario Castellanos?, ¿cómo levantarlas?, ¿qué proyectos tienen?

–El proyecto se está elaborando sobre sí mismo, pienso que librerías como la Rosario, la Elena Garro o la José Luis Martínez (en Guadalajara) tenían de cinco a seis actividades a la semana, exposiciones, presentaciones, debates, y de repente: zacatracas, en cero, tuvimos que sustituirlo virtualmente, y funcionó, los números no son malos, hay una recuperación lenta de la venta de libros… porque hay otro mito que había que ajustar, el mito de “la era del libro digital”, porque el libro en papel no ha perdido vigencia, la gente se conecta a internet para buscar alguna reseña de un libro, pero no para leer una novela.

“Necesitamos mantener el libro físico, en papel, y esto significa rehacer la distribución, por eso inventamos cosas como Pasión por la Lectura, donde en el fin del año pasado y en los primeros de enero de este año vendimos 140 mil libros en papel”.

–¿Pero qué van a hacer para levantar el regreso a estos centros?

–Es que hay que pensar que el conglomerado FCE-Educal-DGP es una empresa, con todos los requerimientos de autogestión que le permitan ser rentable, pero también es proyecto social, y es fundamental pensar en el destinatario no como cliente, sino como lector. Por eso salió la Colección Popular, para llegar a este sector que el Fondo no estaba tocando.

–¿En qué medida se puede decir que se ha modificado su proyecto tanto en restricciones o quizá en nuevas líneas de acción?

–Mire, el tiempo y la reflexión ­postpandémica no ha llegado, pero sí la acumulación de experiencia para un relanzamiento, tenemos bodegas saneadas que tienen menos libros muertos que cuando llegamos y más libros posiblemente activos que nos permitirán, en el momento que podamos salir a la calle, tener una fuerza en términos de material de lectura.

“Ha habido grandes éxitos en Fomento a la Lectura, no disminuyeron las salas de Lectura y Club de Lectura, se mantuvieron pese a rudimentarias estructuras virtuales; dimos capacitación a promotores de lectura, abrimos líneas de distribución, como en CCH (Colegios de Ciencias y Humanidades de la UNAM), las escuelas de ciencias del mar, las tecnológicas. La reflexión sobre la pandemia no sólo es negativa, sino también positiva. Colecciones como Vientos del Pueblo, que tienen 40 mil ejemplares destinados a públicos muy populares, funcionaron, así que ellos crearon, sin querer, un fondo de reserva para el relanzamiento postpandémico.

–A casi tres años de distancia –la mitad de su gestión–, ¿qué tanto de las expectativas de su proyecto cree que se están cumpliendo?

–Es imposible porque la pandemia alteró todo, entonces la línea que llevábamos en febrero del año pasado se interrumpió drásticamente. Aprendizaje había habido, teníamos números maravillosos en enero y febrero de 2020, pero la pandemia alteró todo y había que actuar en la lógica de trabajar con lo que tienes y con lo que puedes, ello confirmó las líneas fundamentales de las ideas con las que arrancamos.

Y enlistó:

“Defender el precio de los libros como factor fundamental para ampliar el margen de los lectores, llevar la promoción directamente a sectores sociales que no habían sido atraídos por el libro y mejorar la calidad de promoción y difusión de los libros del Fondo”.

–Se cuestionó que en aras de dar prioridad a la colección Vientos del Pueblo se restringieran publicaciones especializadas, aquellas que en su momento han dado sentido al fondo, como Lenguas y Estudios Literarios…

–No es cierto –advierte tajante–, es un cuestionamiento sobre el clóset, se restringió porque disminuyó la capacidad de distribución, pero seguimos publicando y reeditando con fervor los libros que se van agotando. El problema es que queremos una editorial con mayor equilibrio y menos encerrada en el pasado. Por ejemplo, ¿por qué no hay más novela policiaca, de ciencia ficción, histórica o fantasía en el fondo?, ¿cuáles eran los argumentos?

“No vimos ninguno, y queríamos darle a la colección popular una revisada en términos de literatura y género, que son tan importantes como cualquier otra. El hecho de que hayamos inyectado a la popular colecciones de literatura de género, tampoco alteró de manera brutal la producción del Fondo, estamos cubriendo todos los espacios, había otros que no se estaban cubriendo, nos parecían importantes y entramos a cubrirlos”.

“Hemos tenido crítica chata, plana y dolosa, bienvenida porque hemos respondido, no nos hemos callado… por otro lado hemos tenido una crítica positiva que viene de abajo hacia arriba a través de programas, como Desde el Fondo, República de Lectores, Pasión por la Lectura, y esa ha sido útil porque ha guiado para qué publicar y por dónde publicar.

Remató:

“Hay que prepararse para volver a la calle y a los lectores, porque vamos a volver ante una sociedad económicamente muy golpeada, y hay que ser empáticos, y no me refiero sólo a clases medias o estudiantes, sino al sector popular que quiere leer… estaremos en la lógica de la reconstrucción”.


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