Recientemente vino a mi clase de Responsabilidad Social para la Sustentabilidad un personaje trágico. Trabajador administrativo de un Instituto Tecnológico, mi clase es parte de una maestría que se imparte los sábados cada 15 días. En ella vemos el concepto del desarrollo sustentable, sus principios y valores, los indicadores y cómo obtenerlos. Pero el tema de tener en equilibrio Economía, Sociedad y Medio Ambiente, permite revisar las problemáticas en estos tres temas. Partir de lo General: el mundo, México, e ir hacia lo particular el estado, la ciudad en que vivimos. De esa forma el alumnado revisa, discute sobre las problemáticas sociales, económicas, medioambientales de su entorno inmediato. Desde ahí, fomentando el espíritu crítico, se pretende que los alumnos diseñen dos proyectos (totalmente simulados, pues no alcanza el tiempo –son apenas seis sesiones– para llevarlos a cabo), uno de los proyectos será de Educación Ambiental y el otro de Producción Más Limpia. La finalidad, tener las herramientas, los conceptos, para cambiar el paradigma del final de tubo por el de la producción más limpia mucho más acorde al desarrollo sustentable, y poder aplicarlo en sus empresas, hogares, su vida.
El personaje del que les hablo, que vino a mi clase, luego de la primera sesión vino a verme a la oficina para decirme que él no haría las tareas. Que no se inscribió a esta maestría para hacer tareas, mucho menos lecturas, y tantito pior hacer proyectos. Qué cómo le haríamos, pero que él hablaría incluso con las autoridades universitarias para que le permitan evadir las tareas, y todas las actividades. Él entraría a las sesiones y ya. Con eso debería bastar para obtener el documento que le avale el posgrado. Lo escuché con mucha paciencia, y le dije que no. Que como todos sus demás compañeros tenía que hacer las tareas. Se lo dije ese día, y continué diciéndoselo todos los demás días durante el tiempo que duró la materia. El compañero no entregó ninguna tarea. Envió un oficio a las autoridades universitarias exigiendo que le eximan de hacer las actividades, las lecturas y las tareas. Se le dijo que no. El viernes antes de la sesión final al verse sin ningún solo punto (0 de 100 puntos), decidió entregar las 5 actividades, hechas a la carrera. Llegó a la sesión final, la cual consistía, para todos: presentar su Proyecto de Producción más Limpia a sus compañeros. Para cerciorarme de que todos estuvieran presentes, los últimos 10 puntos serían por presentar, finalizando la clase del sábado, los resúmenes de los proyectos de los compañeros. Lo que les había parecido importante en cada uno. El compañero del Tecnológico presentó su proyecto. Tenían 15 minutos cada uno, él utilizó 50 minutos, puesto que presentó un muy mal proyecto, repetitivo, lleno de conceptos ya vistos por todos. Pero ni el sábado, ni el domingo, entregó el resumen de los proyectos de sus compañeros. Este maestro que soy, viendo que no alcanzaría los puntos para aprobar, le escribió un mensaje recordándole que no había hecho tal entrega. El compañero envió un audio en el que se comprometía a entregar el resumen. Finalizó el domingo y no lo hizo. El lunes entregué calificaciones y el chico reprobó. Al enterarse recibí una llamada de él, estaba furioso porque yo había decidido reprobarlo. ¡A él, que tanto se había esforzado! Una llamada llena de improperios y amenazas. Ese, queridos lectores, es uno de los administrativos de una institución pública de educación. ¡Pues qué esperanza!
Es educación lo que le hace falta a México. La educación nos hará entender que tanto Fox como FeCal como EPN y, como hoy, Andrés, son la misma gata revolcada, la misma partidocracia, cuya única lucha es por ver quién saquea más el presupuesto en pro de enriquecerse o enriquecer a los suyos. El neoliberalismo en culmen del Salinato, el Salinato en su máxima expresión. Con educación entenderíamos que no hay comunismo ni izquierda en Andrés.
El promedio de años de estudio en México es de apenas 10 años. Un año de preparatoria. Y siendo la lucha de Andrés que ese grupo poblacional sin prepa aumente, estamos condenando a las generaciones venideras a ser empleados de unos pocos millonarios. Esa es la idea que Su Bajeza Serenísima Andrés Primero quiere imponer en el país. ¿Cómo lograrlo? Mediante el terrorismo y el miedo. La violencia del narco por todo el país. Los medios siguen atados de manos para no llamar actos terroristas a lo que está ocurriendo en México, abrir fuego contra civiles en Reynosa, es igual al estallido de un coche bomba en otras partes del mundo.
La oposición ramplona no lo entiende y también se dedica a insultar a quienes no tienen estudios. Por eso Andrés sigue ganando. Si algunos de los mexicanos con más de 10 años de estudios siguen cayendo en ese juego de insultar a los que no tienen estudios, es obvio que solo trabajan para minorías. Y esas minorías jamás tirarán del poder a Andrés.
Andrés busca seguir enriqueciendo a generales de la Sedena, a almirantes de la Armad, pues decidió permitir que sus nexos crezcan con el narco y empoderarlos. Vean cómo han tomado ya el Pacífico mexicano.
Cada grupo de “pobres” que intenta levantar la voz en México es asesinado: yaquis, mayas, defensores del agua, del bosque. A quién le importa gente que no esté en las redes sociales, esa gente que no lee a Riva Palacio, que no sigue a Roy Campos.
Andrés no irá contra periodistas ni comunicadores con presencia mediática, no le interesan los magnicidios, no le interesa crear mártires. No le importan. Sabe que esos seres: los Loret, Ciro, Riva Palacio, de Mauleón, López Dóriga (y otras decenas) le hablan y escriben a las minorías. A pequeños grupos de clasemedieros con estudios. No a la mayoría pobre. No a la mayoría de mexicanos que solamente tiene un año de bachillerato o menos.
Por eso Andrés se dedica todos los días a tirar huesos para que se entretengan y entretengan a sus masas cautivas, que dan RT en su Activismo de iPad. ¿Cuál es el hueso de esta semana? La consulta ciudadana para votar si debe o no aplicarse la ley. ¿Cuál fue el hueso de la semana pasada? Que la clase media es miserable.
Pero eso no impacta en los votantes de Andrés. Sólo en los activistas de la nube, en los revolucionarios del iPad. Porque los verdaderos votantes de Andrés solo piensan en sobrevivir el día a día, y en los pocos placeres con que viven: sexo, alcohol y drogas.
La oposición de los Dresser, los Maerker, los Micha, Camín, Krauze, y tantos más, no tienen ojos para la Masa sin Estudios ni Educación. Al contrario, se permiten frases como: “Yo sí acabé la primaria”, y linduras de ese tipo. “Las chicas Conalep”, y esas joyas del clasismo: PoderPrieto, dicen hoy. Su vida es exclusiva de Televisión y medios. Y por esos sus reportajes son: el folclor de la pobreza: los cuchufletos, la violencia familiar, los asesinatos entre pobres. Porque miran a los pobres mexicanos por la ventanilla del penthouse.
Ese es el aspiracionismo del que habla Andrés, riéndose de ellos. Y no lo entienden.
Es educación lo que hace falta en México. Con Educación un administrativo del Tecnológico pensará en prepararse cada vez más, para compartir sus experiencias educativas con el alumnado y hacerlo crecer. Y no creyendo que pagando una colegiatura obtendrá un documento-medallita del posgrado.
Va de nuevo: La educación te hará entender que tanto Fox como FeCal como EPN y, como hoy, con Andrés, son la misma gata revolcada. No hay comunismo ni izquierda en Andrés.