APRO/Columba Vertiz
La “delirante” matanza contra la población del municipio de Allende, Coahuila, en 2011, surgida de un conflicto entre Los Zetas y la DEA, se vuelve serie de ficción producida por Netflix México y este 30 de junio llega por su streaming a las pantallas de 190 países.
El crimen ocurrió en marzo de 2011, y los habitantes de ese municipio y las autoridades locales y nacionales guardaron silencio casi dos años. Ahora la serie Somos., de seis capítulos, muestra cómo la DEA (Administración de Control de Drogas) de Estados Unidos convence a un miembro de Los Zetas de entregar los números de identificación personal de los celulares de Miguel Ángel Treviño Morales y de su hermano Omar (Z-40 y Z-42), asegurándole que nadie se enterará; sin embargo, pasa la información a la Policía Federal mexicana, que a su vez avisa a los capos. Estos, en venganza, atacan sin piedad a los residentes de Allende, Coahuila, donde operaban.
Somos. saca a la luz el papel de la DEA en los sucesos del poblado por idea del reconocido productor, guionista y director de cine estadounidense James Schamus, luego de leer el reportaje “Anatomía de una masacre” de su compatriota la periodista y Premio Pulitzer 2001 Ginger Thompson, publicado por ProPublica y National Geographic el 12 de junio del 2017; en él incluye testimonios de familiares de las víctimas, exautoridades locales, convictos de los Zetas, el agente de la DEA responsable de la misión Richard Martínez, y otros testigos del exterminio (https://bit.ly/3zIehr1).
Ya Juan Alberto Cedillo, corresponsal de este semanario en Coahuila, dio cuenta en 2012 del crimen, que detalló el 27 de abril de 2014 en el reportaje “Historia de una matanza delirante” (Proceso, 1956), para contar que en 2007 Los Zetas llegaron al norte de Coahuila como avanzada del Cártel del Golfo. Para marzo de 2010 se independizaron de este y se inició la narco-guerra. El acoso del cártel al que pertenecían y el reforzamiento de la frontera de Laredo por las autoridades estadounidenses provocaron que Los Zetas trasladaran sus principales operaciones a Piedras Negras, Coahuila.
Schamus (Detroit, Michigan, 1959) platica por zoom a Proceso:
“Sentí inmediatamente como un gran reto crear una ficción, con una narrativa diferente, desde las voces de los sobrevivientes, ya sean perpetradores o víctimas, en algunos casos ambos, y no centrarme en los narcos o el policía con la pistola”.
Pilar del cine independiente durante más de tres décadas y frecuente colaborador del famoso cineasta taiwanés Ang Lee, Schamus adquirió hacia 2018 los derechos del texto de Ginger y le propuso a Netflix México el proyecto, compuesto por los capítulos La manada floja, Una boca llena de moscas, Dile a la luna que venga, Paseando con lobos, La noche nos pertenece y Somos.
El título, al cual se le agregó un punto al final para que se lea como una afirmación, se convierte en la primera participación de Schamus en una serie televisiva, quien además de productor ejecutivo se acompaña en la escritura por las mexicanas Fernanda Melchor (Veracruz, 1982) y Monika Revilla (Ciudad de México, 1981), igualmente productoras ejecutivas, y en la dirección por los cineastas Álvaro Curiel (Ciudad de México, 1973) y Mariana Chenillo (Ciudad de México, 1977).
El elenco es una mezcla de actores no profesionales, también llamados naturales, y actores profesionales, como Everardo Arzate, Dave Collins, Iliana Donatlán, Arelí González, Clementina Guadarrama, Josué Guerra, Mercedes Hernández, Fernanda Larrañaga, Antonio López Torres, José Medina, Roberto Montiel, Fernanda Rivera, Caraly Sánchez y Armando Silva.
Los episodios iniciales narran la vida de la población de Allende tres meses antes de la masacre, donde se describe el modus operandi de Los Zetas: Cómo cobran derecho de piso a comerciantes y amenazan a los que no les pagan; asesinan a dueños de ranchos que no les venden sus tierras porque desean pasar por allí con la droga; poseen un prostíbulo formado por mujeres que secuestran; obligan a los policías a reclutar jóvenes varones inocentes para llevarlos a la prisión de Piedras Negras, donde les cobran renta por la celda, mientras que agentes de la DEA, desde sus oficinas en Estados Unidos, investigan a los hermanos Treviño Morales.
Responsabilidad como estadounidense
Schamus, quien produjo Brokeback mountain (Secreto en la montaña), película que ganó tres premios Óscar, señala de inmediato que Proceso documentó la masacre en Allende desde 2012, estuvo en el lugar de los hechos, “por lo que de alguna manera ha sido parte de esta historia”.
Y agrega:
“Estuvimos muy conectados, por lo que ha sido un honor haber contado con la participación de ustedes”.
Luego ofrece dos razones diferentes que lo impulsaron a crear Somos:
“La primera es que, siendo estadounidense, es mi función y responsabilidad revelar el papel de la DEA en esto. Y la segunda, que el reportaje de Ginger Thompson es una historia acerca de las personas que vivieron las situaciones, lo cual quería reflejar. La intención fue crear un mundo sobre la información que existía, pero deseábamos que la gente tomara en cuenta que la corrupción y la violencia no terminan en la frontera con Estados Unidos. Los estadounidenses tienen la fantasía de que nosotros acá somos los buenos, y mostramos que no es tan sencillo”.
–¿Cree que la DEA se equivocó al querer terminar con la banda criminal Los Zetas?
–Es complicada la respuesta. Lo que queda claro es que hay personas en la DEA que intentaron hacer lo mejor posible, eran buenas sus intenciones, pero había otras que compartieron información quizá porque tenían otros intereses o estaban intercambiando favores. Existen dos polos. Lo mismo sucede en México con la policía, autoridades en general, el Ejército, la Marina y otras fuerzas de la autoridad. La conclusión es que no es tan diferente en Estados Unidos. Sucede en todas partes.
Sobre el horror y la crueldad de Los Zetas menciona que en la serie se aborda esa violencia que “mostramos tal cual, sin alejarnos de ella, no volteamos hacia otro lado ni la ablandamos, tampoco la glorificamos o la consideramos algo divertido o sexy”.
Se muestra ahí a Héctor Prieto, quien en la vida real es Héctor Moreno, uno de los responsables de introducir toneladas de cocaína de Los Zetas a Estados Unidos. Él habló en un juicio a las autoridades del país vecino del norte, como testigo protegido, de las tropelías que el grupo criminal cometió en Coahuila entre 2007 y 2011. El periodista Cedillo consultó el expediente en las cortes de Texas en abril del 2014 y redactó en diciembre de 2015 que Moreno dijo: “A la policía se le paga una cuota para que trabajen para Los Zetas, lo mismo al Ejército y a altos funcionarios del gobierno”.
También el capo comunicó que la droga cruzaba la frontera en camiones, como se ve en Somos.:
“Se escondía en Eagle Pass, Texas, y se trasladaba por la carretera 35 a Dallas a ver a un cliente llamado José Vázquez para que la revendiera a las pandillas locales. El dinero llegaba a México escondido en los tanques de combustible de vehículos”.
Moreno solicitó asilo en Estados Unidos en marzo de 2011. Argumentó ante el jurado que, entre noviembre de 2010 y enero de 2011, agentes de la DEA y del Departamento de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) decomisaron drogas que provocaron pérdidas al Z-40 y Z-42, “creían que teníamos algo que ver con esto”. E igual explicó que llegó a Estados Unidos sin dinero “porque Los Zetas destruyeron casas para apoderarse de todo y mataron a 300 personas en Allende”.
El reportero de Proceso detalló que, la tarde del 18 de marzo de 2011, 40 camionetas llenas de hombres armados arribaron a Allende y Nava y los sicarios comenzaron a levantar a familiares de Moreno y de uno de sus socios, José Luis Garza Gaytán. Ambos capos cruzaron la frontera. Los Zetas venían de Tamaulipas y fueron protegidos por los 40 efectivos de la Policía Municipal de Allende. Y durante semanas secuestraron y mataron a más gente.
Ginger Thompson menciona en “Anatomía de una masacre” que lo sucedido en Allende no se originó en México, sino en Estados Unidos:
“Cuando la DEA logró un triunfo inesperado, un agente persuadió a un importante miembro de Los Zetas para que le entregará los números de identificación rastreables de los teléfonos celulares que pertenecían a los dos capos más buscados del cártel, Miguel Ángel Treviño y su hermano Omar.
“Entonces la DEA se la jugó. Compartió la información con una unidad de la policía mexicana (la Unidad de Investigaciones Sensibles) que, por mucho tiempo, ha tenido problemas con filtraciones de información, aunque sus miembros habían sido entrenados y aprobados por la DEA. Casi de inmediato, los Treviño se enteraron de que habían sido traicionados. Los hermanos planearon vengarse de los presuntos delatores, de sus familias y de cualquiera que tuviera un vínculo remoto con ellos.”
Sigue la periodista:
“Al final, autoridades estadounidenses ayudaron a México a capturar a los Treviño, pero nunca reconocieron el costo devastador de ello”.
Cedillo, en “Historia de una matanza delirante”, narra que el capo Alfonso Mario Cuéllar, conocido como Poncho, declaró en el juicio en Austin, Texas, a José Treviño Morales, hermano mayor de Miguel Ángel y Omar, quien lavaba dinero de los Zetas en Estados Unidos; “por alguna razón que aún no se ha contado, Héctor Moreno y José Vázquez comenzaron a filtrarle a agentes del ICE información sobre el tráfico de narcóticos: mandaron mensaje a teléfonos móviles que fueron entregados a la DEA. A su vez, la agencia estadounidense los hizo llegar a altos funcionarios de la Procuraduría General de la República (PGR) para que investigara, pero de esa dependencia pasaron a manos del Z-40, a quien alguno de sus hombres traicionaba”.
Schamus, realizador del largometraje Indignación, rememora cómo fue el acercamiento con Netflix México:
“Soy un hombre ya de edad y a lo largo de mi vida he contado con muchos asistentes jóvenes con quienes he forjado muy fuertes relaciones de amistad, en la medida en que fueron creciendo, no solamente como personas, sino también como profesionales en el negocio, y uno de ellos es Felipe Tuas, quien trabaja para Netflix. Estábamos cenando hace unos dos años y contándonos en qué andábamos cada uno, y le comenté el artículo de Ginger Thomson que había leído, y él me dijo que debía ir a Netflix México.
“Lo primero que le expuse es que no era mexicano ni hablaba español, que prefería ayudar a otra directora o director que pudiera crear la serie, que yo no era para realizar televisión, pero me convenció, y gracias al apoyo que recibí de Netflix, del equipo de gente maravillosa, esta serie pudo ser realidad”.
Fueron tres años de trabajo con 250 personas. Somos. se filmó a finales de 2019, mayormente en Durango y Torreón, y en Los Ángeles, California. La pandemia interrumpió el rodaje en marzo de 2020.
Proyecto necesario
Monika Revilla, guionista de las series Juana Inés y Malinche, para Canal Once, y La casa de las flores y Alguien tiene que morir, dirigidas por Manolo Caro, igual por Zoom, charla que Schamus intuía que quizá voces femeninas podrían darle un giro a la manera de narrar y otra perspectiva para abordar el tema, por lo cual “entrevistó a muchísimas guionistas y tuve la fortuna de que me escogió a mí”. Confiesa que estaba muy honrada por la trayectoria de él y creía que el proyecto era necesario:
“Ya sabía de esa masacre en Allende y me impactó. Y cuando existió la oportunidad de darle más exposición a lo que pasó en nuestro país, sabiendo que hubo silencio al respecto, no podía decir que no”.
También guionista y productora ejecutiva de la película de El baile de los 41, rememora que lo primero fue crear los personajes basándose en la estructura coral que posee el texto de Thompson:
“No puede contarse la historia de la violencia en México a través de una sola perspectiva, porque no se vive la violencia de la misma manera que un varón si eres mujer, o que un dueño de rancho si eres peón, en fin. Me parece fundamental darle visibilidad a los sucesos de Allende porque nunca hubo un diálogo contundente nacional, la información ha salido a cuentagotas, y en cuanto a lo que tuvo que ver la DEA, me parece muy importante recalcar que lo que pasa en Estados Unidos repercute en México”.
Agrega entusiasmada:
“Un tópico que no se encuentra en el reportaje de Thompson, que nosotros decidimos incluir porque nos parece importante para entender el contexto de lo que sucedió en Allende, es la cárcel de Piedras Negras, la cual estaba tomada por Los Zetas en ese momento, la usaban como búnker. Ahí se escondían cuando el Estado los perseguía, ahí torturaban y quemaban cuerpos, además les servía como fuente de ingreso porque cobraban renta por las celdas. Entonces, hablando de corrupción, el elemento de la cárcel de Piedras Negras fue fundamental para que pudiera suceder lo que sucedió”.