”…Look at me, I am old but I`m happy…” Father &Son (Cat Stevens)
The Father/ El Padre (Florian Zeller 2020)
Muchas veces se puede decir que somos lo que somos, por nuestros padres, gracias a ellos e incluso en algunos casos pese a ellos. Un padre puede enseñarnos muchas cosas, llega a ser, de manera consciente o inconsciente el guía a través del cual vamos descubriendo y generando vivencias y experiencias que día a día nos van formando. Conforme vamos creciendo y a través de los años la figura paterna es la pauta de muchas de nuestras conductas, incluso cuando dicha figura paterna pueda estar más o menos presente, más o menos ausente.
El ciclo de vida natural nos pone en determinado momento en el lado reverso de la moneda, es decir, cuando nacemos y durante nuestro crecimiento, vivimos bajo su resguardo, nos acompañan, aconsejan, orientan y a su modo buscan darnos lo necesario para enfrentar los retos que habremos de enfrentar en la vida. Pero llega un día en que los roles se empiezan a intercambiar, ese día, que cuando somos niños se ve muy lejano, las cosas comenzaran a ser diferentes en cierta medida, llega un momento en nuestras vidas, que la fuerza, el ímpetu, la voluntad e incluso la memoria, no será la misma para aquellos quienes nos brindaron todo lo que estaba a su alcance.
La parte más difícil de esta etapa quizá radica en asimilar que el momento ha llegado, la autosuficiencia no ser la misma y la dependencia para realizar desde la tarea más básica o rutinaria será mayor cada día. La aceptación de un adulto entrado en edad que no reconoce sus limitaciones cada vez es más complicada, y es todo un reto enfrentar, como hijo, este tipo de situación, ya que como se dice, nadie nace sabiendo ser padre, eso se aprende día a día, de igual modo nadie nace sabiendo cómo enfrentar la vejez de sus padres, eso se aprende día a día.
En El Padre de Florian Zeller, Podemos apreciar el ocaso de un adulto, protagonizado magistralmente por Anthony Hopkins, (digno ganador al Oscar por este papel) el cual aparenta llevar una vida tranquila y placida, pero que al mismo tiempo tiene desacuerdos con su hija, representada por una fabulosa Olivia Colman, debido a que este rechaza toda ayuda por parte de ella a medida que envejece. En un inicio podemos apreciar como ella llega y le reclama que una vez más ha prescindido de los servicios de la chica que estaba destinado a cuidarlo en su departamento. Él se rehúsa a ser asistido por alguien, manifestando que no es necesario, que no es tan viejo para que alguien lo ayude, que él puede valerse por sí mismo y no quiere alguien extraño en su departamento. Su vida, tranquila no quiere verse amenazada por la intromisión de algún extraño.
A lo largo de la trama vemos el desarrollo de la relación entre padre e hija, apreciamos como entre reproches, ella le manifiesta que tendrá que salir del país y no puede dejarlo solo, él le reclama que lo tenga que dejar por seguir su vida. Poco a poco y de manera sutil pero contundente, nos introducimos la visión personal del protagonista, hay reclamos, ausencias, y reproches, y si quizá es algo común a cierta edad, como hijos muchas veces perdonamos a nuestros padres y otras tantas solo seguimos adelante.
También vivimos junto a él, días confusos y complejos, donde lo primero que nos asalta es la duda sobre lo que le rodea así como de la estructura de su realidad. De golpe y sin avisar las cosas ya no son lo que parecían y sin ninguna pista empezamos a dudar junto con el de todo y de todos.
El gran mérito de la cinta radica, primero en su montaje, prácticamente teatral, y esto sin ser ninguna casualidad, debido al origen del autor y la obra misma, Zeller, novelista, dramaturgo, director de teatro, escribió y dirigió esta historia para ser presentada como una obra teatral, y tras sus éxito, es cuando decide llevar la adaptación a la pantalla grande, considerando para el papel protagónico desde un inicio al mismo Hopkins. Otra de las grandes virtudes de la película, es el misterio que se respira conforme avanza cada escena, es decir lejos del drama que puede cargar una película como esta, la historia navega por el género de misterio al estilo de Hitchcock e incluso se sirve de técnicas que bien podrían ser de alguna película de terror, pero esto sin desviar el tema o engañar o confundir al espectador, desde un inicio está muy claro el tema a tratar , y es debido a la carga actoral de los protagonistas, los diálogos contundentes e incluso el manejo de la cámara a través del “confuso” escenario lo que nos permite introducirnos en un situación que lejos de cualquier melodrama convencional nos lleva de a mano en la declive personal. De igual modo, el tratamiento personal a los efectos derivados por el mal que transforma la realidad del paciente es presentado de una manera valiente y acertada, el laberinto personal del protagonista, es el conductor de emociones encontradas entre este y su familia. Así mismo, sirve, de algún modo como un cuestionamiento honesto acerca de las condiciones en las que miles de adultos mayores encaran el abandono o desinterés de parte de los hijos, nos permite detenernos y replantearnos un poco, acerca del desinterés como hijos que podemos manifestar hacia nuestros padres, en este caso independientemente del estrato social y las condiciones favorables del protagonista, el confrontar la dura realidad y “abandono” no será sencillo como no lo es para los miles de personas que viven una realidad similar.
Cada momento que avanzamos pareciera que es más confuso, nos contagiamos de la locura y desesperación y buscamos aferrarnos a una realidad, aun si saber con certeza cuál es esta.
Y ya adentro, en este viaje, es imposible no sucumbir a la contundente conclusión del tercer acto, lo sutil deja de serlo y de golpe, así como el ocaso, llega, sin avisar sin, suavizar, a estas alturas, pocas cosas evitara que algo dentro de nosotros se rompa, que el devastador desenlace nos arroje a la realidad y nos llene de cuestionamientos, y quizá si es posible contener alguna lagrima, y pensar que no importa la edad que tengas, a veces no puedes dejar de sentirte como un niño esperando el abrazo de tu padre.