La semana pasada, el domingo 23 de mayo para ser más concreto, estaba cómodamente en casa dispuesto para escuchar, como cada domingo, del concierto de la Orquesta Filarmónica de la UNAM, la Ofunam, como muchas de las orquestas de México y seguramente muchas en el orbe, sigue en modo de pausa, pero sin duda ya planeando el reinicio de sus actividades para próximas, espero que muy próximas fechas de conciertos.
La Ofunam está repitiendo conciertos de temporadas anteriores en sus transmisiones por TV UNAM y por Canal 22, en este caso disfrutamos de una sesión del año 2018 con el estreno mundial de un concierto para flauta y orquesta del compositor mexicano Leonardo Coral celebrado en la sede de la Orquesta, la Sala Netzahualcóyotl del Centro Cultural Universitario al sur de la Ciudad de México, el solista al que se encomendó la responsabilidad de estrenar esta partitura es el maestro Alejando Escuer, lo que me resulta muy apropiado, incluso necesario sobre todo si consideramos que el maestro Escuer es integrante y director musical del Onix Ensamble y fundador del mismo en 1996, –por cierto están cumpliendo los 25 años de su fundación, asunto que inspira la elaboración de un banquete especial–, y que este importante ensamble de música de cámara contemporánea de México dedicó un disco íntegramente a la obra del compositor Leonardo Coral que lleva el nombre de Visiones, en donde, por cierto, fungió como director artístico el maestro José Areán, durante tres años director titular de la Orquesta sinfónica de Aguascalientes, por lo que entendemos que existe una relación muy estrecha entre el compositor y el ensamble. Resulta entonces lógico que sea el maestro Alejandro Escuer el convocado para el estreno mundial de este concierto.
Pero no es mi intención hablar de esta partitura del maestro Coral, que por otra parte me pareció extraordinaria así como la ejecución del maestro Escuer, sino sobre algo que dijo el solista durante la entrevista en el intermedio del concierto. Viendo la entrevista, el maestro dijo que estaba muy interesado en encontrar una “identidad musical contemporánea de México”, la sola expresión me pareció extremadamente interesante y es un tema que ha despertado vigorosamente mi atención, sobre todo después de haber asistido a un concierto que el Onix Ensamble ofreció aquí en Aguascalientes en el histórico Teatro Morelos hace ya algunos años dentro del programa cultural de la Feria Nacional de San Marcos.
Durante muchos años he estado interesado en la producción musical que se desarrolla dentro del contexto de la música contemporánea en el territorio nacional y este mismo interés me ha estimulado a conocer la obra de grandes compositores mexicanos que elaboran su propuesta creativa desde esta complicada trinchera, entre ellos encontramos a Armando Luna, Leonardo Coral, Samuel Zyman, Mario Lavista, Jorge Torres Sáenz , Ignacio Baca Lobera, Eduardo Mata, Joaquín Gutiérrez Heras, Hilda Paredes, Marcela Rodríguez, Héctor Quintanar, Julio Estrada, Ana Lara, Manuel Enriquez, Alicia Urreta y muchos más, el objetivo de las presentes líneas no es el de hacer una lista de compositores, sino revalorar y ubicar en su justa medida el abundante repertorio de la música contemporánea mexicana, sobre todo en función de darle a nuestro país una identidad nacional en este lenguaje musical.
Evidentemente, siempre que hablamos de la música de concierto surgida en nuestro país, cuya producción es por supuesto muy abundante y generosa, nos referimos a todos esos grandes compositores mexicanos que han desarrollado y afinado el perfil de la música académica mexicana, incluso el nacionalismo musical mexicano, nombres como Carlos Chávez, Silvestre Revueltas, Manuel María Ponce, Blas Galindo, José Pablo Moncayo, y algunos más son la referencia obvia, y es verdad, ellos son los edificadores de esta estructura llamada música de concierto mexicana. Pero las cosas no se quedan ahí, el desarrollo y evolución natural de las artes, y la música por supuesto que no es excepción, nos invitan a continuar buscando y descubriendo nuevos lenguajes musicales. Incluso el maestro Carlos Chávez, una de las voces más autorizadas para sustentar nuestra música académica, en su maravilloso concierto para violín, cuya versión realizada con Henryck Szeryng como solista con la Orquesta Sinfónica Nacional y el mismo compositor en la dirección orquestal como la mejor grabación, muestra ya una tendencia muy clara hacia el lenguaje contemporáneo, el mismo Ponce, considerado como el príncipe del nacionalismo musical mexicano propone en su concierto para violón un lenguaje más atrevido alejándose de lo convencional y proponiendo nuevas formas de expresión.
Indudablemente México, dentro de la música contemporánea de América Latina, ocupa un lugar de privilegio en cuanto a la cantidad y calidad de la música creada en este concepto musical, incluso en todo el continente nuestro país tiene una riqueza musical inobjetable, y esto se remonta hasta el renacimiento o el barroco con compositores como López Capillas y por supuesto, Manuel de Sumaya, Gutiérrez de Padilla, Hernando Franco, Antonio de Salazar, Gaspar Fernandes y otros nombres que han dado tradición y continuidad en la música de concierto mexicana a la que, por supuesto, pertenece las diferentes formas d expresión de la música contemporánea.
El interés por crear una identidad nacional en función de las obras musicales contemporáneas es totalmente válido y justificable, en nuestro país existe material suficiente, y con beneplácito vemos que los egresados de las academias y conservatorios de música encuentran en el trabajo creativo su razón de ser en el inagotable mundo de la música, así que la búsqueda y definición de una identidad nacional apenas comienza, hay mucho que hacer todavía, lo importante es que ya se está haciendo.
