La injusticia de la Línea 12/ El peso de las razones - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Empiezo con algo que ya escribía hace cinco años en este mismo espacio. El ejemplo inicial lo usa el politólogo Michael Sandel. Hace algunos años un terrible huracán azotó las costas de la Florida. Muchas familias perdieron su casa, su trabajo y a sus seres queridos. Todos diríamos: ¡qué terrible desgracia! Frente a una desgracia como esta parece que sólo cabe la fortaleza. Levantarse cada mañana, si es que se tiene dónde dormir, y tratar de reconstruir lo perdido. Volver a la vida; pues, en efecto, la vida sigue.

No obstante, una desgracia como esta fácilmente puede convertirse en una injusticia. ¿Cómo? ¿Acaso las desgracias no las causan fuerzas que están más allá de nuestro control y las injusticias, por el contrario, son causadas por las intenciones de otros seres humanos? Sí y no. En efecto, parece que nadie es el culpable de que un huracán destruya tu hogar. Sin embargo, incluso detrás de casi toda desgracia se alojan las injusticias más sutiles o devastadoras.

Pensemos en dos injusticias que pueden estar detrás de una desgracia como esta: si el gobierno no destinó recursos para prevenir daños causados por un huracán, en costas que habitualmente sufren percances de este tipo, dicho gobierno cometió una injusticia en contra las familias ahora en desgracia. Sigamos con el ejemplo. Después de que el huracán azotara las costas, los expendedores de víveres esenciales (como agua potable y medicinas) inflaron los precios de sus productos sin restricción. Lo que sucedió es que la gente tuvo que comprar por diez dólares una botella de agua que en otro momento hubiese costado un dólar. Los republicanos libertarios en los Estados Unidos defendieron a los expendedores con el argumento simple del libre mercado: los precios se fijan a partir de la oferta y la demanda. Nada hay de malo en ello. ¿Acaso la intuición no nos dice lo contrario? Sin duda, ¿qué hay de libre en un mercado que extorsiona a los consumidores para que compren a precios inflados productos que requieren dada su desgracia? Otra vez, una desgracia se convierte en una injusticia.

El punto es que carecemos de una distinción clara entre desgracia e injusticia. Como bien señaló Judith Shklar, una desgracia fácilmente se convierte en una injusticia cuando no tenemos la disposición y la capacidad para actuar en nombre de las víctimas, para culpar o absolver, para ayudar, mitigar o compensar, incluso cuando miramos a otro lado.

Ahora hablemos brevemente de las atribuciones de responsabilidad. Cuando sucede una injusticia buscamos a quién o a quiénes atribuirles parte de la responsabilidad de que haya sucedido. Bernard Williams, el gran pensador moral inglés, sugería que hay diferentes maneras de realizar atribuciones de responsabilidad: por causa, intención, estado mental y respuesta. Las dos primeras son las más protagónicas en nuestro pensamiento moral y legal: hay responsabilidad si tu causaste un acontecimiento, incluso si no fue tu intención, y también hay responsabilidad si tu intención fue causar un acontecimiento, incluso si no lo lograste. La tercera tiene que ver con que se asigna de manera distinta responsabilidad si estamos en un estado mental alterado o normal. Estas tres maneras iniciales de atribuir responsabilidad generan un complejo lenguaje moral y legal en el que hablamos de atenuantes, agravantes, negligencias, etc. Pero es la cuarta forma la más opacada: incluso si tú no causaste un acontecimiento, no tuviste la intención de causarlo, y no hubiese competencia mental de causarlo, basta que te encuentres en posición de poder dar respuesta adecuada a las víctimas y no lo hagas para que se te pueda atribuir responsabilidad en algún sentido.

Lo que sucedió con la Línea 12 del metro de la Ciudad de México fue a todas luces una injusticia multifacética en la que cabe atribuir diversas responsabilidades en distintos grados. ¿La obra se realizó de manera impecable o fue el sismo de 2017 el que ocasionó un deterioro que a la postre terminaría con el colapso de la estructura? Si la obra no se realizó de manera impecable, ¿quién o quiénes tomaron las decisiones para que la obra tuviese los fallos que ocasionaron el colapso?, además ¿por qué razones tomaron tales decisiones?, ¿fueron fruto del mal juicio o de la corrupción? Si la obra se realizó de manera defectuosa inicialmente, ¿por qué los gobiernos posteriores no solucionaron los defectos para evitar lo que sucedió? Pero aun más importante es notar la incapacidad e insensibilidad del gobierno local y federal para tener la disposición y capacidad de actuar en nombre de las víctimas. Una respuesta adecuada a lo que sucedió en la Línea 12 requiere mucha fineza en la manera en la que se atribuyan responsabilidades, pues lo que sucedió no fue un “incidente”, un “accidente” o una simple “tragedia”: fue y sigue siendo un conjunto complejo de injusticias.

 

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