Nueva normalidad ¿nuevo estrés?/ Análisis de lo cotidiano - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Poco a poco hemos ido regresando a la normalidad. Una normalidad que sentimos nueva por diferente ¿Será entonces que el estrés que ya conocíamos por salir a la calle, trabajar, convivir y afrontar los conflictos, también será distinto? Claro que sí, nuestra vida cambió y algunos modelos de convivencia ya no volverán a ser los mismos. Aprendimos a vivir encerrados, alejados y desconfiados. Hace apenas 10 años la Pandemia de AH1N1 puso al mundo de cabeza, se cancelaron vuelos internacionales, el turismo mundial presentó pérdidas nunca antes vistas, grupos hasta de cien viajeros fueron encerrados en cuarentena en hoteles y hospitales, se canceló la Feria de San Marcos que ya había iniciado. En esta ocasión todo fue mayúsculo. Las agencias noticiosas llevan 16 meses teniendo como principal tema el número de muertos, los contagios, los fracasos gubernamentales en el manejo de la enfermedad, se ha exhibido a gobernantes de varios países por su ineptitud. Aparecen las vacunas y nace un nuevo modelo de estrés, la abundancia de información-desinformación en cuanto a los peligros y daños de la misma inmunización. Todo ello manejado con el ingrediente obligado que usan los comunicadores : El Miedo. El director de una escuela primaria desea volver a las aulas, pero encuentra que su escuela está deteriorada por un año de abandono, no hay certeza de inmunidad en alumnos, maestros ni padres de familia. El dueño del pequeño restaurante ha estado vendiendo su producto a través de la ventanilla y necesita abrir el local y servir en mesas, pero teme a sus clientes, a sus empleados, a sus proveedores. Si alguien lo acusa de haberse contagiado en su lugar, cierre seguro. Y lo mismo ocurre con todo tipo de comercio. Los niños dejaron de ir a la escuela y debieron tomar clases en su casa, aumentando la demanda de apoyo paterno. El resultado fue que se estresaron los alumnos, los padres y los maestros. Nadie estaba preparado, hubo que comprar computadoras o teléfonos celulares en familias que no tenían ese gasto presupuestado. Los profesores no sabían usar la educación en línea después de años de estar frente al grupo y su neurosis se elevó hasta alturas insospechadas. ¿Y en casa? Peor, porque ninguno de los padres tenía preparación para funcionar como maestro auxiliar y tuvieron que ayudar a los chicos, con el resultado de que todos terminaban discutiendo. El desempleo y la bancarrota de pequeños comercios metió a muchos trabajadores en sus casas. La reducción del ingreso familiar, la angustia del encierro y la convivencia forzada aumentaron como nunca antes los índices de alcoholismo de buró, el consumo de sustancias tóxicas y la violencia intrafamiliar. Crecieron los feminicidios, los niños maltratados y los suicidios. Al haber mayor comercio de adictivos, se desataron las guerras de los carteles, las ejecuciones y las muertes por sobredosis. Y esta es la nueva normalidad que estamos encontrando en nuestro paulatino regreso a las calles. ¿Y cual es el futuro inmediato? Como siempre surgirá la capacidad de renovación. Eso nunca falla, la humanidad tiene una enorme capacidad de recuperación. Lo ha demostrado después de tantísimas pandemias que ha sufrido desde antes de Cristo. Y ha quedado evidente al finalizar las guerras mundiales. Los seres humanos siempre nos levantamos. Y volverá a suceder, aprenderemos a vivir con el nuevo modelo de estrés y a superarlo.


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